Opinión

La hipocresía de los poderosos en tiempos de crisis

Aun cuando el país no ha entrado en la fase crítica de la pandemia que nos agobia...

Daniela González Lara
Analista

jueves, 09 abril 2020 | 06:00

Aun cuando el país no ha entrado en la fase crítica de la pandemia que nos agobia, ya se percibe en el ambiente social la incertidumbre de la crisis económica que se avecina. 

Los intereses económicos más ambiciosos de los que se niegan a ceder parte de las ganancias millonarias que perciben mensualmente enviando a la casa a sus trabajadores, escondidos detrás de una oposición política oportunista, exigen irresponsablemente medidas que comprometerían el futuro de varias generaciones endeudándolas hasta el tope, pues en el tiempo que les tocó gobernar a México, siempre fue su estrategia pagar favores a los grandes patrocinadores de sus campañas políticas, condonando impuestos o comprometiendo al ciudadano más pobre al pago de las deudas que los más ricos adquirían.  

El caso del Fobaproa, deuda que por cierto terminaremos de pagar los mexicanos en el año 2070, en 1990 ascendía a 552 mil millones de pesos y ahora llega a cerca de dos billones de pesos, es sin duda un claro ejemplo del desfalco al tesoro de la nación a manos de los gobiernos de quienes hoy exigen que otra vez, seamos los ciudadanos quienes paguemos nuevas deudas de los mismos empresarios, endeudando al país con un nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional.

Desde la duplicación de la deuda externa con Luis Echeverría, el que fuera su lema de campaña “arriba y adelante” dejó un México devastado que más bien había ido en su gobierno “abajo y hacia atrás”. Recordemos también la frase de López Portillo cuando decía que “La solución somos todos”, al final de su sexenio el resultado fue una de las crisis económicas más importantes para el país, de la cual todavía no encontramos “la solución” al daño que nos causó y que hoy vemos reflejado en el deficiente sistema de salud que tenemos, por mencionar algún ejemplo.

Luego vinieron otros presidentes, que son recordados como representantes de la deuda y el desfalco al país: Carlos Salinas de Gortari decía en su campaña “Que hable México” y hoy cuando México habla de él, es para maldecir su paso por “Los Pinos” recordando aquella dolorosa devaluación a la que nos condenó y de la cual él y su familia hoy siguen gozando impunemente.  

Vicente Fox, pidiendo “El voto del cambio”, igualmente daño la economía del país cuando al hacer el recuento de los daños nos dimos cuenta que los cárteles de la droga más importantes de Latinoamérica (y el mundo) se habían fortalecido durante su sexenio para dar paso a la consolidación de uno de los gobiernos más sangrientos y desastrosos en la historia contemporánea de México: el gobierno de Felipe Calderón, quien en campaña se hacía llamar “El presidente del empleo”, y terminó caracterizándose por someter a un país entero a una espiral de violencia física, psicológica y económica de la cual, ciudades como la nuestra, quedaron marcadas para siempre por el número de muertes y establecimientos cerrados que aquí ocurrieron con su supuesta afrenta al narcotráfico que solo trajo terror y desempleo en el país completo.

Hoy el presidente de la Republica dice que “Por el bien de todos, primero los pobres” y los pobres somos nosotros, la gente que día a día trabajamos por llevar un sustento a casa, somos los que andamos a pie o en transporte público, incluso en un coche modesto que pagamos a mensualidades. 

El recurso público en estos tiempos de crisis tiene que estar orientado a quienes tienen la necesidad de comer en primer lugar, y con esto no me refiero al reparto hipócrita de despensas con sobreprecio que lo único que hacen es empobrecer al pueblo, quitándole los pocos recursos que le quedan para usarlos con fines electorales en beneficio de quienes están, temporalmente, en el poder. No nos engañan y más temprano que tarde pagarán las consecuencias de sus actos. Robar a los pobres embaucándolos con migajas, implica doble castigo, el jurídico y el moral.

Es bueno acabar con la hipocresía de los gobiernos tradicionales serviles de las mafias y el gran capital. Toca ahora mirar por los desiguales que padecen síntomas de hambruna y desesperanza con planificación y estrategia. El dinero del gobierno debe ser aplicado con responsabilidad, en favor de quienes padecen serios problemas económicos con motivo de esta contingencia. Son tiempos de solidaridad y humanismo. Ante la crisis del neoliberalismo en el mundo, no hay mejor política que la que se dirige a rescatar a víctimas de ese sistema que provoco más de cincuenta millones de pobres en este país. Gracias por leer, yo soy Daniela Gonzalez Lara.

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