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Opinión

La disociación de las redes sociales

Ciudad Juárez se ha convertido en una urbe muy grande, donde las personas han perdido la conexión entre los habitantes de su comunidad

Erasto L. López
Analista Ciudadano

miércoles, 19 enero 2022 | 06:00

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La rutina del día a día suele convertirse en una jaula de la que es difícil de escapar, en muchas ocasiones es esta misma rutina la que impide que nos demos cuenta de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Ciudad Juárez se ha convertido en una urbe muy grande, donde las personas han perdido la conexión entre los habitantes de su comunidad. 

Recuerdo aquellas anécdotas que me platicaban mis padres y los padres de mis amigos cuando afirmaban que “en Juárez todos se conocían”, y hasta cierto punto ese factor generaba que muchos se brindaran apoyo mutuo. Sin embargo, actualmente las cosas parecen que van en retroceso, en lugar de ser más cercanos los unos a los otros hemos decidido alejarnos de todos y de todo. 

Se decía que la tecnología serviría para comunicarnos mejor y romper las barreras de la distancia, de cierta manera se logró, la comunicación con familiares y amigos que se encuentran en otro punto geográfico se ha hecho más sencilla, pero el costo de ello ha sido alejarnos de los que están cerca, en nuestro entorno, a nuestro alrededor. 

Actualmente, es muy frecuente ver a las personas con la mira clavada en la pantalla del celular; entre mensajes, videos e imágenes, este aparato no permite que la atención se desvíe a otra parte que no sean sus luces y colores llamativos, produciendo la sensación de querer seguir viendo cada vez más. 

Las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo, por un lado, tenemos que son fuente de expresión personal y que han ayudado a la difusión de información de una forma rápida y continua. Por el otro lado, estas se han convertido en una forma de idiotizar a las masas, donde el contenido ocioso, los bailes y retos absurdos, imágenes, memes y frases sin sentido se han convertido en el alimento del cerebro, que en afán de pensar cada vez menos lo devora como si fuera un bufete improductivo y con gran despilfarro de tiempo.  

En alguna ocasión una persona me comentó que las redes sociales como Tik-Tok, Facebook e Instagram (entre otras) servían a la gente para distraerse de la rutina diaria, de las malas cosas de la vida y de las negatividades del mundo. Pese a que muchos podrán considerarlo así, lo cierto es que cuando este “distractor” o “tiempo libre” que se da uno para disfrutar de las ocurrencias en las redes sociales se vuelve rutinario y acapara completamente la atención, perjudica más de lo que beneficia. 

Como se señaló, esta tecnología nos está alejando de los cercanos. Para comprobarlo basta con hacer un simple ejercicio; cuando esté en un restaurante, en un centro comercial, en un parque o cualquier otro lugar donde haya un cúmulo numeroso de gente, voltee a su alrededor y percátese de cuántas personas tienen clavada la vista en el celular, dese cuenta de cuántas personas suponen estar juntas por ubicarse en la misma mesa, banca o lugar, pero cómo su atención está puesta en el aparato electrónico y no en las personas a su alrededor. Lo anterior se vuelve más triste cuando ese comportamiento se vive en casa, donde los miembros de la familia pierden el contacto físico y emocional por dedicar más tiempo al vago contenido de las redes sociales. 

Sin duda alguna esto se ha vuelto cada vez más recurrente entre nuestros círculos de familiares y amigos, incluso en nosotros mismos. De seguir así y no corregir esta conducta, nuestra forma de interacción podría sufrir una modificación negativa de la cual sería muy difícil regresar. Si bien es bueno tomarse un tiempo para descansar, relajarse, reírse y desconectarse un poco, hay que recordar que todo en exceso hace daño.  

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