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Opinión

Cultura de la paz para el buen vivir

La aceptación, el antídoto de la maldición de Maléfica

Me gusta mucho el cuento de la bella durmiente, me parece que ilustra muchas situaciones de la vida

Laura Elena García García

lunes, 17 mayo 2021 | 00:51

Me gusta mucho el cuento de la bella durmiente, me parece que ilustra muchas situaciones de la vida. Por ejemplo, Maléfica lanza un hechizo a Aurora: moriría al pincharse el dedo con el huso de una rueca al cumplir los 16 años. Ante esto, los padres de Aurora mandan a destruir todos los husos del reino para evitar la maldición; Aurora, cumplidos los 16 años, se pincha justo con un huso de rueca que está en su propia casa. Esto sucede mucho en la vida, los padres tratan de destruir o evitar aquello que les amenaza y consideran un peligro para sus hijos, y, en el intento, muchas veces fracasan; justo tienen en casa eso que tanto quisieron impedir. Otro aspecto del cuento que me llama mucho la atención es, ¿por qué Maléfica lanza ese hechizo? Porque fue excluida, no fue invitada a la fiesta.

En las familias tenemos personalidades varias. Unas que son “el ajonjolí de todos los moles” y, por otro lado, a nuestras maléficas (o maléficos) que, de no ser nuestros parientes, no serían parte de nuestra vida, ni les invitaríamos un café. Hablaré de las personas que nos cuesta trabajo aceptar. A nuestro parecer, ellas “se lo han ganado a pulso”, pues son gruñonas, exigentes, demandantes, criticonas, insoportables, insufribles ¿quién da más? ¿Quién quiere a alguien así cerca? Yo me pregunto, ¿qué las hace ser así?

La respuesta a esta pregunta es compleja, se debe a tantas razones que sería difícil abordarlas todas. Yo tomaré un punto que muchas veces queda invisible, y que le llamaré la coconstrucción de Maléfica. Sí, es difícil aceptarlo, pero nuestros sistemas familiares contribuyen a la creación de los que luego acusamos como los monstruos que nos aquejan. Creo que el rechazo es el caldo de cultivo. Estas personas suelen representar la parte que menos nos gusta de nuestros sistemas. Es como si la encarnaran, y es tan desagradable lo que vemos, que nos amenaza y lo evitamos. Lo cierto es que entre más los excluimos, más se recrudecen estas características que tanto nos disgustan. Por ejemplo, en algunas familias en las que se guarda algún secreto y se miente para tenerlo a salvo, alguno de sus integrantes puede ser un mitómano, los integrantes no lo soportan y lo rechazan por mentiroso. Entre más lo rechazan, más miente, y entre más miente, más lo rechazan. ¿Cuál será la verdad detrás de su mentira?

¿Cómo se sentirán ante el rechazo? Es muy duro para una persona sentir que no encaja, ser evitado, que se espere de él o ella quién sabe qué. Creo que, en lugar de mandar a destruir los husos de nuestras familias, que sería el equivalente a querer acabar con aquello que nos amenaza, ¿cómo sería aceptarlo? Siguiendo con el ejemplo de las familias que guardan algún secreto, ¿hasta dónde es necesario guardarlo? ¿Cómo sería aceptar eso que tanto se quiere esconder? Tal vez es algo que nos avergüenza por haber actuado de una determinada manera; si es así, ¿cómo sería perdonarnos y aceptar nuestra naturaleza humana que falla y que es parte de la vida? ¿Cómo sería aceptar a nuestras maléficas como son y no como nos gustaría que fueran? Te invito a probar.

Cultura para la Paz es un proyecto de El Diario de Juárez en alianza con el Tecnológico Nacional de México, campus Juárez, el Comité de 

Pacificación y Bienestar Social (Copabis) y el Centro Familiar para la integración y Crecimiento A. C. (CFIC).

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