Opinión

Juego de tronos

Daenerys, la reina de los dragones de Game of Thrones, derrota finalmente a sus enemigos y destruye con saña inmisericorde King's Landing...

Sergio Sarmiento

martes, 21 mayo 2019 | 06:00

Ciudad de México.- Daenerys, la reina de los dragones de Game of Thrones, derrota finalmente a sus enemigos y destruye con saña inmisericorde King's Landing, la capital de la odiada reina Cersei. Busca el poder absoluto porque quiere construir un mundo nuevo en el que prevalezca el bien. "¿Cómo puedes saber que será bueno?", le pregunta Jon Snow, su amante y rey en el Norte. "Porque yo sé que es bueno", responde Daenerys. "Y toda la otra gente que piensa que sabe lo que es bueno?", insiste Jon. "No les toca elegir", sentencia Daenerys. Jon prefiere matar a la mujer que ama, a la guerrera que ha unificado a los siete reinos, antes de permitirle gobernar.

Muchos de quienes buscan el poder afirman que quieren construir una utopía. El presidente Andrés Manuel López Obrador nos dice todas las mañanas que él representa el bien, la honestidad y la eficiencia, mientras que todos los gobernantes del pasado y todos sus opositores son perversos, corruptos e ineficientes. No es el primer gobernante con esta idea de sí mismo. Stalin, Hitler y Mao ofrecieron reinos milenarios en los que prevalecerían el bien y la justicia. La ambición que se requiere para llegar al poder es tan grande que nadie puede conquistarlo si no cree en sus propias afirmaciones... o en sus mentiras.

El poder aísla al gobernante y le impide escuchar puntos de vista diferentes. Por eso es importante que el presidente tenga la oportunidad de oír posiciones contrarias a las suyas. López Obrador tiene una oportunidad maravillosa porque viaja en aviones comerciales y se acerca más a la gente, aunque al parecer la mayor parte de quienes se aproximan lo hacen sólo para decirle lo que quiere escuchar. El presidente tiene que obligarse a sí mismo a oír con respeto y atención las posiciones de que quienes no piensan como él para reducir la posibilidad de equivocarse.

Las visiones utópicas del futuro, las que pretenden destruir el pasado para edificar un paraíso, suelen desembocar en regímenes dictatoriales que buscan imponer a todos su visión de la felicidad. Uno de los temores que ha generado la Cuarta Transformación es que pretenda convertirse en un sistema autoritario en que el gobernante decida por sí solo el sistema que lleve a todos a la felicidad y al bienestar, como el socialismo del siglo XXI de Venezuela.

El liberalismo democrático, el que permite a todos participar en la construcción del futuro a través de decisiones constantes en los mercados y en las urnas, no ofrece las soluciones mágicas que tanto encandilan a la gente, pero tiene la ventaja de que permite cambios de rumbo cuando las cosas van mal.

En diciembre de 1914, tras la toma de la Ciudad de México, Emiliano Zapata se negó a sentar en la silla presidencial mientras que el más ambicioso Pancho Villa sí lo hizo. Drogon, el dragón de Daenerys, quemó el trono de hierro, símbolo del poder de los siete reinos de Westeros, tras la muerte de su ama porque entendió que la ambición por el poder es lo que realmente había cambiado y provocado la muerte de una mujer que empezó su andadura con las mejores intenciones.

Hoy tenemos a un presidente que se precia de su sencillez y honradez, pero que quiere construir un paraíso de bienestar, una Cuarta Transformación, en la que él y nadie más defina el camino. Esperemos que entienda las lecciones de la historia. Un gobernante que escucha, que entiende la complejidad de los problemas, que logra acuerdos y no pretende imponer posiciones dogmáticas, es un mejor constructor del futuro que un soñador de utopías.

Sin condonaciones 

Apoyo sin duda la propuesta del presidente López Obrador de eliminar las condonaciones fiscales. Todos tenemos obligación de pagar impuestos y contribuciones. Esto va por las empresas, pero también por los usuarios del servicio de electricidad.

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