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Opinión

Juárez parece Mario Kart

Desde luego que la expresión —que relaciona nuestras calles con las de una pista del famoso videojuego— me causó mucha risa y creo que la entenderá cualquiera que haya transitado por las calles de esta flagelada urbe

Iván González Ibarra
Historiador

jueves, 22 julio 2021 | 06:00

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Así me dijo un amigo que por cuestiones de trabajo debe viajar por todo el Estado de Chihuahua. Desde luego que la expresión —que relaciona nuestras calles con las de una pista del famoso videojuego— me causó mucha risa y creo que la entenderá cualquiera que haya transitado por las calles de esta flagelada urbe.

Con algo de pena, como morador de una casa en desorden, le expliqué que en el último año el Gobierno del Estado había decidido abrir varios frentes de obra, sin pensar en las consecuencias para los visitantes y habitantes de esta frontera. Lo anterior me hizo pensar en algo que todos sabemos, pero que nuestros gobernantes ignoran con frecuencia ¿a quién le pertenece la ciudad? ¿A sus habitantes? ¿A la clase política? ¿A la clase empresarial? ¿A las asociaciones civiles?

La respuesta está debajo de nuestras narices: la ciudad le pertenece a todos los que la habitamos. No obstante lo anterior, las decisiones importantes en torno a nuestra ciudad y su desarrollo se mantienen secuestradas por un minúsculo grupo que decide conforme a sus intereses particulares e inmediatos. Habríamos de agregar que muchos de los que deciden viven del otro lado del puente o se encuentran a cientos de kilómetros de distancia.

“El derecho a la ciudad” texto de Henri Lefebvre trajo al debate político el derecho que los habitantes tenemos para decidir sobre el espacio urbano en el que vivimos. En su libro el investigador francés plantea la problemática que se origina cuando la ciudad es arrebatada a sus habitantes para convertirse en un producto para la generación de riqueza, en nuestro caso esa riqueza muchas veces proviene de los moches que se obtienen a cambio de la entrega de obras.

Por esos abusos en el ejercicio de poder es que se hace necesaria la siguiente reflexión: imaginemos que tenemos una casa, pero que debido a la carga de trabajo nos es imposible administrarla, por lo tanto nos organizamos y cada cierto tiempo elegimos entre los miembros de la familia a un administrador que se encargará —con el pago de nuestras contribuciones— de limpiar la casa, garantizarnos seguridad, pagar los recibos de agua, luz, internet y de hacer las remodelaciones pertinentes que garanticen un desarrollo armónico.

Supongamos que con el tiempo la familia creció y nuestro administrador ya ni siquiera vive en la casa, ahora hace falta agua en algunos baños, no hay luz en el patio, los delincuentes roban y matan dentro de la propiedad provocando el terror y encima de todo eso, con nuestras contribuciones el administrador decide iniciar una remodelación que era necesaria y urgente, sin embargo, lo hace de manera desordenada y sospechosamente unos días antes del término de su gestión.

¿Qué harían ustedes?

En la ciudad de Guatemala, que tiene 995 mil habitantes, cuentan con un servicio de metrobús desde febrero de 2007, dicho sistema tiene 79 estaciones, ocho estaciones de transbordo y dos Centrales de Transferencia. En Juárez no estamos en contra de la realización de obras que garanticen un mejor desplazamiento, de lo que sí estamos en contra es que se realicen de una manera desordenada, sin planeación, ni supervisión, ni consideración del derecho que nos asiste a quienes aquí vivimos.

Ya basta. Es tiempo de imaginar una ciudad distinta, una en la que vivamos con verdadero bienestar.

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