Opinión

Instaurar el Estado de Derecho

Ya no hay adjetivo para ese horror. Lo que sí hay es materia para reflexionar

Clara Scherer
Analista

sábado, 16 noviembre 2019 | 06:00

Ciudad de México.- El diccionario: “Adjetivo: clase de palabra que acompaña al sustantivo para expresar una cualidad de la cosa designada por él o para determinar o limitar la extensión del mismo”. LeBaron. Tragedia. Sonora-Chihuahua. Niñ@s y mujeres acribillad@s. Sin límite.

Sí, ya no hay adjetivo para ese horror. Lo que sí hay es materia para reflexionar. La catástrofe evidenció lo que ya se sabía: las estructuras del poder son débiles, ausentes para imponer un Estado de Derecho que haga respetar el derecho de los demás (el más básico, el derecho a la vida). En muchos lugares de México, las leyes son inexistentes.

Carolin Emcke, política, dice: “Quienes odian deben sentir eso: seguridad. De lo contrario, no hablarían así, no harían tanto daño, no matarían de esa manera. De lo contrario, no podrían humillar, despreciar ni atacar a otros de ese modo”.

Los asesinos a sueldo, sicarios, están seguros de que nada les pasará. Apartados de un patrón de normalidad (mínimo de salud mental, que la OMS señala como requisito para el bienestar y funcionamiento efectivo de un individuo, una comunidad), matan por razones económicas; los mueve la búsqueda de dinero, poder y, de forma muy retorcida, reconocimiento social.

Están cruzados por algún trastorno de la personalidad con una biografía marcada por una ínfima calidad de vida familiar. Ser sicario es algo más que sólo abandono social. Aprendieron con crueldad desde pequeños y ése es el único método que conocen para relacionarse con los demás. Sus “oportunidades” no van más allá de la precariedad, pero sus capacidades para sobrevivir las han cultivado. La crueldad es su costumbre, su mala costumbre. Con ella, se abren paso para ganar mucho más que dinero: la admiración aterrorizada de sus cómplices y el ¿respeto? de las autoridades.

Dice Carolin: “El odio es siempre difuso. Con exactitud, no se odia bien. La precisión traería consigo la sutileza, la mirada o la escucha atentas; la precisión traería consigo esa diferenciación que reconoce a cada persona como un ser humano con todas sus características e inclinaciones diversas y contradictorias”. El odio de los sicarios es de los más difusos y por eso tiene un grado altísimo de crueldad.

Son, y se saben, un “eslabón clave de la cadena de poder que permite la reproducción, relativamente eficaz, de los distintos negocios relacionados con el crimen organizado” (Juan Carlos Reyna). Aniquilar es la vía rápida para acumular, para controlar territorios y para incrementar su poder. No tienen tiempo para negociar ni saben hacerlo. Su tarea es aniquilar. Así lo vivieron las niñas y los niños sobrevivientes.

Los efectos del odio, desorientar, desconfiar, trastornar el sentido de la vida. Huecos profundos en el tejido social. El terror que producen sus actos, nos silencia, nos deja inermes, nos paraliza. Hay que reflexionar y sí, acortar las brechas de desigualdad. Urge disminuir el maltrato.

Eje ineludible para prevenir: promover igualdad social. Distribuir de mejor manera, el trabajo y la riqueza que éste produce, entre todas y todos los mexicanos. Generar empleos que permitan cubrir necesidades a mujeres y hombres y tener claro que sí importa la igualdad de oportunidades. Niñas y niños requieren cuidados; madres y padres, desarrollar sus capacidades. Por eso, imprescindibles los espacios infantiles. Estancias de cuidado y desarrollo, no guarderías, y buenas escuelas. Medidas que reducen, además, la violencia en las familias. Requerimos construir y respetar la autonomía de l@s otr@s.

Impostergables tareas, sin dejar de atender a l@s delincuentes, a partir de sus características y condiciones. ¿Qué hacer? Una política criminal basada en castigos mayores e incumplibles ha acarreado un sistema penitenciario con costos muy elevados, múltiples riesgos y cárceles saturadas. Al decir de muchos, “universidades del crimen”. Saskia Niño de Rivera, de Reinserta, A.C.: “cambiar este sistema penal es un eje clave en materia de seguridad nacional”. Tiene toda la razón. Y claro, instaurar el Estado de Derecho.

Con gran tristeza, un abrazo a las familias lastimadas.

 

 

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