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Opinión

Improvisación, confusión y política

Empezamos muy tarde con los planes de vacunación. Buena parte de Europa y los Estados Unidos comenzaron a preparar sus programas desde marzo y abril

Jorge Fernández Menéndez
Analista

martes, 26 enero 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- Las contradicciones internas en el gobierno federal, disimuladas, en parte por el papel protagónico del presidente López Obrador en todas y cada una de las decisiones que se deben adoptar y por su acaparamiento del espacio público, se están convirtiendo en uno de los factores más importantes a la hora de entender el porqué de la profunda ineficiencia gubernamental en muchos ámbitos.

Hace meses, por ejemplo, que quedó clara la distancia entre el canciller Marcelo Ebrard y el subsecretario Hugo López-Gatell, en torno a las vacunas y a muchos otros temas relacionados con la pandemia. La relación entre ambos y la de muchos de los miembros del equipo de gobierno con López-Gatell es francamente mala. Pero ello se ha profundizado con la provisión de vacunas y el plan de vacunación.

Empezamos muy tarde con los planes de vacunación. Buena parte de Europa y los Estados Unidos comenzaron a preparar sus programas desde marzo y abril, sabiendo que hacia fin de año o principios de este 2021 habría vacunas. Obviamente esos países también aseguraron vacunas, pagando por ellas con mucha anticipación, incluso cuando estaban aún en investigación.

En México no fue hasta fin de año que comenzaron las compras gestionadas por la cancillería porque hasta entonces el área de salud subestimaba la necesidad de vacunas (como antes había subestimado el covid). Y se logró llegar a acuerdos con varios de los principales laboratorios internacionales, pero no había todavía plan de vacunación. Quizás por eso aquello de Ebrard asegurando “misión cumplida” con la llegada de las primeras vacunas, pero nuestro plan de vacunación todavía estaba en pañales.

Los países como EU, con todo el caos de la etapa final de Trump, y ahora con más claridad con la llegada de Biden, han decidió articular el plan de vacunación a partir de distintas plataformas, federales y estatales, y han dejado, en buena medida, en manos de las farmacias la aplicación. Están acumulando vacunas para cumplir con el plan 100 días, 100 millones de vacunas, que, según analistas de ese país, podría hacia fin de abril haber superado ese objetivo ampliamente.

Aquí hemos creado unas brigadas de vacunación que tienen más sentido electoral que sanitario: un médico, una enfermera, cuatro soldados, cuatro promotores de programas sociales y dos voluntarios que a nadie le queda claro cuál será su función. Hasta la semana pasada, López-Gatell insistía en que permitirle comprar vacunas a estados y privados nos convertiría en “una sociedad anárquica”. Pero, un día después, el Presidente dijo que se autorizaba esa compra, sin embargo, ante la saturación de pedidos y como no se hicieron con antelación, pasarán varios meses para que los que realicen estados y particulares puedan completarse. Mientras tanto, es evidente que no alcanzan las vacunas, ni las entregadas ni las que están por llegar, por lo menos en el corto plazo. La afirmación aquella de que para marzo estarían vacunas todas las personas mayores de 60 años es tan imposible de cumplir como falso fue que dejaron de entregar vacunas a México porque nuestro país ofreció que se les enviaran a países pobres.

Es verdad que la vacunación está retrasada respecto a los planes originales en casi todos los países, y no es para menos, estamos ante el compromiso logístico más grande que hemos tenido a nivel global. Pero la diferencia es que muchos otros países, aunque estén rezagados, tienen un plan ya muy definido y la logística preparada para realizarlo. En la medida en que se vayan distribuyendo las vacunas, esos planes se aplicarán con rapidez (como pretende EU en los próximos tres meses y la mayoría de las naciones de desarrollo medio y alto a partir de marzo).

En nuestro caso, nadie sabe cuál es realmente el plan de vacunación, hasta dónde llega, su verdadera calendarización. Tampoco sabemos con claridad cuáles son las vacunas que se aplicarán: sabemos que tenemos asegurados algunos millones de Pfizer, que se retrasarán un mes por la reconfiguración de la cadena de producción en Bélgica; estamos empaquetando aquí las de AstraZeneca, que podrían llegar a 10 millones de dosis, y lo demás es especulación. Un día se dice, lo dijo el propio Presidente, que se comprarían millones de dosis de la vacuna Cansino, de origen chino, y otro día que serán las rusas Sputnik.

López-Gatell fue a una extraña gira a Argentina, sin dejarnos claro cuál fue el verdadero objetivo de ese viaje, pero el motivo oficial fue que había ido a revisar la vacunación con Sputnik (que en Argentina ha sido algo así como un leve desastre jalonado con denuncias de corrupción), pero hace tres días, luego de que se anunció que la vacuna rusa llegaría a México, aseguró que “no es ético” utilizar una vacuna que no haya pasado, como ocurre con la rusa, todos los controles sanitarios. Hay que recordar que ni la vacuna rusa ni la china tienen aún la autorización de la FDA estadunidense ni de la agencia de medicamentos europea.

En otras palabras, el plan de vacunación de López-Gatell es tan contradictorio, ineficiente e improvisado como todo el proceso de atención de la pandemia: una suma de parches marcado por decisiones políticas y no sanitarias.

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