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Opinión

¿Hijos tolerados o descuidados?

Regularmente, los padres son complacientes con las travesuras de los niños por estar en la edad de la inocencia

Victor Guzmán
Académico

miércoles, 10 agosto 2022 | 06:00

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Regularmente, los padres son complacientes con las travesuras de los niños por estar en la edad de la inocencia, se vuelven graciosos sus actuares y consideran que no hay problema por ello. Los comportamientos son repetidos y hasta solicitados por los mismos progenitores o familiares.

Y si, no se puede negar, en una delicia escuchar y ver a los infantes jugar, reír, correr. Su inocencia provoca una innegable simpatía natural.

Sin embargo, determinada tolerancia podría causar una conducta inapropiada que solo sería agradable a los padres. Se han encontrado negligencias en el cuidado de los hijos, cuando los progenitores los impulsan a decir malas palabras o faltarles al respeto a las demás personas. Los niños aún no saben el significado de las malas palabras. Lo que en un principio fue chistoso, con el pasar del tiempo se convierte en desagradable para los demás. 

Ni pensarlo, cuando la influencia negativa de los padres es llevada a la escuela a través de sus vástagos, la situación se pone más difícil, y ello traerá consecuencias, seguramente se harán presente las ofensas hacia otros niños, por percibir que no hay maldad en lo que dicen, pues con regularidad lo escuchaba en casa y hasta le celebraban.

Los niños aprenden el lenguaje a través de la imitación, no saben si es bueno o es malo, solo repiten lo que escuchan, las palabras cortas son las primeras en decir. No solo aprenden de los progenitores, también lo hacen de la televisión, caricaturas, videos, canciones y demás tecnología que les ofrezca información. Por ello la importancia de saber que ven y escuchan.

La empresa profesional para aprender a comunicarse con groserías es la televisión actual, si se permite la sintonía de canales comunes de televisión abierta en prácticamente a cualquier horario, será imposible dejar de escuchar infinidad de sandeces de izquierda a derecha. Esa es otra escuela que fomenta el uso de las malas palabras normalizándolas y mezclándolas con el lenguaje usado. 

Dicen los pedagogos que corregir a los niños con groserías provoca en su momento desapego familiar o frustración, la inseguridad puede aparecer cuando se pierden los estribos y se insulta de manera desenfrenada. Mientras que decir groserías puede ser síntoma de alteración psicológica o social del menor. Recordando que la personalidad de una persona se forja en un 50% durante la niñez.

Mientras que los padres que utilizaron con regularidad una comunicación de majaderías con los hijos, estos siguen el patrón de lenguaje, pues crecieron con un lenguaje normalizado por la familia, por ello lo llevan consigo como parte de su personalidad y carta de presentación. 

Esto se ha visto reflejado en los adolescentes de nivel medio superior, en una media, la comunicación con palabras de todos colores, ya sea en salón de clases o en el transporte escolar, sin inmutarles la presencia de adultos, profesores o cualquier persona que pudiera significar un respeto. La pena o vergüenza de hablar con vulgaridad no existe, pasa desapercibida para estos muchachos que aprendieron hablar de esa forma tolerados y enseñados por sus mismos padres.

Es por ello que estos chavales de nivel preparatoria, todos se llaman igual, o al menos así lo insinúan, pues cuando gritan “he güey” la mayoría voltea y así se vocean entre ellos. Esta es solo una palabra sencilla en comparación con las demás que usan con ese lenguaje florido actual.

Por eso debemos saber que se desea para el futuro de los vástagos, considerar como educarlos con la única finalidad de mejorar su calidad de vida. 

Siempre nos dicen que la educación empieza desde la niñez, sino se actúa a tiempo, después podría ser algo incorregible. Lo que el niño escucha y ve en la infancia, será parte de su personalidad en un futuro.

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