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Opinión

Fox y AMLO, ambos decepcionaron

La semana pasada se cumplieron dos aniversarios históricos

Manuel Narváez
Analista

lunes, 06 julio 2020 | 06:00

La semana pasada se cumplieron dos aniversarios históricos: el uno de julio, dos años de la contundente victoria de López Obrador, y el dos de julio, el vigésimo del triunfo histórico de Vicente Fox. 

En el caso más reciente, Andrés Manuel dejó tendidos en el terreno de juego a todos sus adversarios. Al obtener más del 50% de la votación emitida, el tabasqueño pulverizó las aspiraciones de Anaya y arrebató al PRI neoliberal toda posibilidad de hilar dos victorias desde 1988. 

Recuerdo la noche en que el oriundo de Macuspana, Tabasco, llegó al Zócalo de la CDMX, que estaba a reventar de simpatizantes, para recibirlo después de un recorrido triunfal por las calles aledañas al corazón político del país. Se le veía tranquilo, sereno, sonriente, pero sobrio. 

Tomado de la mano de su esposa, levantando la diestra, ella, la siniestra, él; ante la efusividad de sus seguidores, satisfechos tras una larga espera de 12 años. 

Al día siguiente, el presidente electo concedió una entrevista a Javier Alatorre, el periodista consentido durante toda la campaña presidencial, y cómo no serlo, si el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, le brindó todas las atenciones, como lo hacía Azcárraga Milmo en los tiempos en que todos debían ser priístas, confesó alguna vez. 

Ese dos de julio, todavía con la alegría a flor de piel por su victoria aplastante e inobjetable, el bigotón solterón de la televisora del Ajusco, con el rostro lleno de emoción por tener la primicia de entrevistar en cadena nacional al nuevo presidente de México, más que preguntarle, afirmó: “usted será un presidente muy poderoso, porque tendrá el control absoluto de las dos cámaras”. 

Del resto de la entrevista ni me acuerdo. Desde aquel día, los mexicanos transitamos del alivio de una elección ejemplar y de las expectativas generadas en torno a un hombre que toda su vida la dedicó para ser presidente de la República, a vivir en carne propia los tiempos más difíciles desde aquellos cuando la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz reprimió letalmente a los estudiantes el 2 octubre de 1968. 

En apenas año y medio de gestión, la esperanza de México que representaba AMLO, la bandera de la honestidad valiente que enarbolaba su movimiento (Morena) y los tres principios para gobernar: no mentir, no robar y no traicionar, se evaporaron con la demagogia que caracterizaba al viejo PRI. 

El principio fue alentador con el fortalecimiento de programas sociales, y digo fortalecimiento porque ya existían muchos desde sexenios anteriores: Lo que la 4T hizo fue dobletear el ingreso de la pensión de los adultos mayores de 68 años (rasuraron a los de entre 60 y 67 años), pero amplió las becas para estudiantes y estableció apoyos económicos para jóvenes. 

La lucha contra la corrupción se perdió como un globo de cantoya se pierde en el firmamento con su tenue luz. La supuesta encrucijada contra el huachicoleo resultó tan chafa como la aparente austeridad que pregonaba antes de protestar el cargo de primer magistrado del país. Tan delirante fue la escenografía mediática montada como confusos han sido los resultados. 

Tan es así, que al día de hoy no existen datos duros que demuestren el éxito de la operación; ésta resultó igual de oscura como sigue siendo el costo de los segundos pisos cuando fue jefe de Gobierno del D.F. 

Desde ese desastre del huachicol, la gestión de Andrés Manuel ha venido deteriorándose. 

Ya se peleó con la iniciativa privada, desapareció programas de apoyos para el cuidado infantil, para la atención médica de niños con cáncer, becas para deportistas de alto rendimiento y estudiantes de posgrado, al igual que eliminó decenas de fideicomisos que estimulaban el desarrollo integral, estructural y profesional de la sociedad. 

En sólo 18 meses, el régimen que encabeza Andrés López, ya endeudó a México con más de 2.3 mmdd, destrozó el escaso crecimiento económico que se venía dando, llevó al país a niveles de inseguridad como nunca y encaró torpemente la contingencia sanitaria. 

Estos miserables resultados ya se reflejan entre los chihuahuenses, de los que sólo el 33% aprueba su gestión, contra el 47% del promedio nacional. El otro aniversario fue el 2 de julio, veinte después desde Fox derrotó al viejo régimen, a la dictadura perfecta, como llamó el escritor peruano, Mario Vargas Llosa, al PRI de entonces. Al igual que con AMLO, también se generaron muchas expectativas. 

No olvido esa tardenoche del primer domingo de julio del 2000, cuando salí a festejar en el cruce de la V. Carranza y calle Allende, en el centro de la capital del estado. 

Más tarde, vi en televisión cómo el guanajuatense celebraba jubiloso su triunfo en el Ángel de la Independencia, con menos asistencia de la que hubo en zócalo de la CDMX en uno de julio de 2018. Así celebré 16 años personales de lucha por la democracia. Para desencanto de millones, Vicente decía muchas chentejadas, pero igual mantuvo intacta la estructura gubernamental del PRI, se hizo loco y dejó crecer al narcotráfico. Además, Fox Quesada creó una burocracia dorada, la que Calderón ampliaría (para colmo con juniors de dinosaurios priístas), que le costaría al erario miles de millones de pesos. 

Muchos de esos ‘Gerbers’ ahora militan o simpatizan muy orondos con Morena. 

Para colmo de vergüenzas, Chente Fox, el cachorro del imperio, como lo bautizó el extinto dictador venezolano, Hugo Chávez, tuvo la desfachatez de confeccionarle y regalarle unas lindas botas a George Walker Bush, cuando lo visitó en su rancho de Texas, al ganar la Presidencia de los Estados Unidos. 

Casi veinte más tarde, el presidente de México, López Obrador, realiza su primer viaje al extranjero, precisamente a Washington, para visitar al presidente Donald Trump, que se encuentra en plena campaña por la reelección presidencial. 

Para muchos, la gira de AMLO representa un intento de beneficiar las aspiraciones reeleccionistas del supremacista Trump, con el que comparte muchas similitudes en su forma de gobernar. Otros tantos ven en esa visita del mexicano a la capital estadounidense una sumisión ante el imperio yanqui; “va a lustrarle los zapatos a Donald”, comentan despectivamente en las redes. Sea como sea, la semana pasada se conmemoraron dos aniversarios, los dos cambios de régimen que México ha vivido en los últimos cien años. 

En el imaginario colectivo sopesa la interrogante ¿cuál cambio de régimen ha resultado peor, el de Fox o el de AMLO?. P.D. Tanto a Fox como a AMLO, les gusta el brillo del calzado de los presidentes estadounidenses. Es cuanto. 

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