Opinión

Feminicidios, impunidad y violencia: evidencia de un Estado fallido

¿Qué le está ocurriendo a la sociedad? Somos cómplices de la violencia, perdimos la capacidad de asombro

Jaime Rodríguez Chacón/
Analista

viernes, 23 agosto 2019 | 06:00

¿Qué le está ocurriendo a la sociedad? Somos cómplices de la violencia, perdimos la capacidad de asombro. Habitamos un mundo de sistemas rotos, agotados, destruidos por la violencia, el dolor y la desesperanza mundial: Chihuahua tiene el primer lugar en suicidios a nivel nacional. Según un informe sobre derechos y salud reproductivos de la ONU, anualmente se practican 45 millones de abortos en el mundo, más de 85 por minuto, la brecha entre ricos y pobres persiste, según un informe del Banco Mundial, mil millones sobreviven con menos de dos dólares diarios; 758 millones de personas no saben leer ni escribir, según datos de ACNUR; un tercio de la población mundial no tiene acceso a agua potable. Es así, que entendemos la pobreza como una forma de violencia.

Tenemos problemas de brechas que limitan y separan nuestra sociedad, sistemas rotos, gobiernos inútiles, fragmentados; demagogos que explotan el dolor y hartazgo social para encumbrarse en el poder y, al obtenerlo, no establecen políticas públicas para cambiar la violencia social, al contrario la favorecen.

A nivel estatal, el Estado es represor de los ciudadanos, como el caso del parque de Santo Niño, y los manifestantes golpeados por policías en caseta de Sacramento. Es además, cómplice de los criminales, como el caso de los LeBarón, que los barzonistas les han invadido sus tierras, con el apoyo de policías estatales.

Además, cualquier ciudadano mexicano está en peligro de que el Estado confisque su propiedad, con una ley de extinción de dominio, arbitraria y  anticonstitucional creada por el nuevo régimen.

Nos convertimos en la sociedad del odio y el miedo, ¡hemos sido finalmente asaltados, ultrajados en nuestras vidas; Brechas han existido siempre, pero hoy en día son más amplias, con las fuerzas más destructivas! Si los muros de nuestra vida consisten en Dios y en sus normas, entonces estamos bajo ataque, no percibimos el peligro que hay una decadencia moral,  una ruptura en los muros; las paredes representan los estándares de los sistemas de valores; en poco partimos del desafío de ser la cultura, y ahora estar a un paso de lo “cool” es decir: la pasividad individual y decadencia social.

Hace años, viajaron de la fronteriza Ciudad Juárez a esta capital, a pie, soportando el cansancio, el hambre, y el clima, un grupo de madres de mujeres desaparecidas, para solicitar a las autoridades les fueran entregados los restos de sus hijas, y sorprendentemente decía un medio informativo, “nadie salió a recibirlas”; en sus rostros se reflejaba el dolor y la desnutrición ,pues hay algunas muy pobres. El Estado tiene muchas cosas que explicar, pero como sociedad, ¿qué tanto nos importa?

La población juarense tenía muchas esperanzas de solución a la violencia, cuando los foros de pacificación del presidente Andrés Manuel, pero la justicia nunca llegó; como consecuencia de la falta de políticas públicas del nuevo régimen, para cambiar la violencia social hacia las mujeres, se ha acumulado una energía social de resentimiento por promesas fallidas del Gobierno, lo cual, como señales de alerta volcánica, podría conducir a un estallido social de grandes proporciones.

Es así, que la violencia en Juárez despierta al movimiento social, de frustración, enojo y hartazgo, con  manifestaciones a nivel nacional, del Movimiento Feminista contra la Violencia de Género, por una crisis de violencia nacional: Siete de cada diez mujeres sufren algún tipo de violencia, el Estado obstaculiza y no favorece las denuncias contra la violencia de género, no se ve claridad en el Gobierno, ni compromiso; tampoco ha habido una disculpa pública por criminalizar a las manifestantes, ni mecanismos legales para defenderlas en las redes sociales, y que acabe el discurso de odio a la mujer.

Cuando se demanda, hay filtraciones, se les maltrata con negativas, y no avanzan las investigaciones; a veces tienen que investigar por cuenta propia, o ejercer presión política, manifestándose públicamente, arriesgándose a ser atacadas por delincuentes, como el caso de Marisela Escobedo, la cual fue asesinada frente a las narices de la autoridad, por exigir el esclarecimiento del feminicidio de su hija.

Ojalá se integren más asociaciones en defensa de la mujer y en contra de la impunidad y la violencia que nos afecta a todos. Muchos pensaban ilusoriamente, que con la llegada al poder de un candidato que prometió mucho, éste, sería la panacea a los problemas sociales, pero se enfocó en los programas clientelares, para afianzar su popularidad, y desviando la atención de los asuntos medulares, mediante conferencias mañaneras, controlando así la agenda mediática, a temas intrascendentes: pan y circo.

¿Habrá un estallido social, un reclamo generalizado, que cimbre las estructuras políticas? Para bien, esperemos que así sea.

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