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Opinión

Experiencia bolivariana

Hace algunos años tuve la oportunidad de ser invitado por la Democracia Cristiana venezolana a impartir una charla en la ciudad de Valencia

César Jáuregui Robles
Abogado

lunes, 17 mayo 2021 | 06:00

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Hace algunos años tuve la oportunidad de ser invitado por la Democracia Cristiana venezolana a impartir una charla en la ciudad de Valencia, estado de Carabobo y pude constatar porque era considerada la ciudad industrial más importante de ese país. Ahí se congregaban las escuelas más destacadas, la gente con mayor preparación técnica enfocada al trabajo de cientos de negocios que masivamente allí se asentaban; desde luego una gran cantidad de servicios y centros comerciales que hacían vibrante y dinámica a la ciudad. No en balde el equipo de Basketball se llamaban los Colosos de Valencia -quizás alguna semejanza guardaba con la Fuerza Regia de Monterrey-  pues eran ciudades muy semejantes. Sin embargo, hoy en día la ciudad de Valencia ha resentido los efectos de los gobiernos populistas de Chávez y de Maduro y se ha transformado, pero no de manera positiva como debería ser, acorde con la evolución, la transformación digital y tecnológica que viven  los países que progresan. Por el contrario hay una disminución alarmante de la inversión productiva, en el cierre de empresas y comercios, prestación de servicios públicos sanitarios deficientes y lo más lamentable, el deterioro en la calidad de vida de los pobladores de esa región. Pareciera que en el propósito de equiparar regiones, sería un buen ejemplo Valencia para el resto del país, como muchos quisieran tener en sus estados, capitales como Monterrey aquí en el nuestro. Por el contrario, el Estado Carabobo se ha sumido en la mediocridad  al igual que el resto de la regiones del país sudamericano,  por caprichos de Gobernantes que desprecian la prosperidad y buscan una igualdad, más fundamentada en el hostigamiento  de clases medias, a las que ha arrastrado hacia niveles de insolvencia  mediante cargas impositivas, trabas burocráticas, cobro de servicios privados que antes eran públicos (léase eliminación de guarderías infantiles), restricciones a la creatividad que se da desde la iniciativa privada, y un largo etcétera.

Algunos pensarán que todas estas medidas son un sacrificio que se justifica en la manera que la distribución presupuestal se dirige en favor de los más desprotegidos. Sin embargo todos los indicadores muestran que no solo no se ha logrado la anhelada equidad en el establecimiento de condiciones mínimas de bienestar y si por el contrario se ha empobrecido a una gran parte de la población que trajo como consecuencia que Venezuela sea referencia mundial en cuanto a los daños del populismo, pero al mismo tiempo sea un gran dolor en grandes sectores de la población que hoy con tristeza observan desde la migración en terceros países, como se transformó el que fuera el país más rico de America latina a mediados del siglo pasado, en una de las Naciones más precarias  del Continente. Este es el modelo bolivariano que algunos quisieran importar; hay una forma de evitarlo y la oportunidad tiene como fecha el próximo seis de junio.

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