Opinión

Esa incomodidad que sientes es dolor

Navegando con el Facebook, el muro de Marcela Turati, periodista extraordinaria...

Lourdes Almada Mireles
Analista

viernes, 10 abril 2020 | 06:00

Navegando con el Facebook, el muro de Marcela Turati, periodista extraordinaria, las palabras que nombran lo que muchas de nosotras (os) estamos sintiendo en estos tiempos del coronavirus. Las palabras que definen con elocuencia este estado de ánimo son: “Esa incomodidad que sientes es dolor”. Las palabras resuenan, son una llave. Esa pequeña frase nombra lo que nos cuesta nombrar, abre la puerta a la experiencia, hace sentido: se llama dolor. “Si podemos nombrarlo, entonces tal vez podamos administrarlo”, dice el texto mencionado.

El texto traducido por Marcela hace referencia a un espacio de encuentro y conversación sobre la realidad de la pandemia, cómo ayudar y cómo se siente el equipo de HBR (Harvard Business Review). En esa reunión (virtual, obviamente), se encontraron con David Kessler, uno de los principales expertos en duelo a nivel mundial, para quien reconocer el dolor y encontrar significado es sumamente importante. De manera sintética, el especialista plantea cómo vivimos en esta crisis las cinco etapas del duelo: “Hay una negación, que decimos desde el principio: este virus no nos afectará. Hay ira: me estás haciendo quedarme en casa y quitando mis actividades. Hay negociación: Ok, si hago una distancia social durante dos semanas todo será mejor, ¿verdad? Hay tristeza: no sé cuándo terminará esto. Y finalmente hay aceptación. Esto está ocurriendo; Tengo que descubrir cómo proceder”. Justo en la aceptación es “donde reside el poder”. En su nuevo libro, Kessler agrega una sexta etapa: encontrar significado; la búsqueda de sentido, diría Victor Frankl.

Un porcentaje alto de la población enfrenta dificultades serias para quedarse en casa, pues necesita salir a trabajar y buscar el sustento. Sin embargo, atestiguamos también diariamente cómo mucha gente sigue en la calle, va al supermercado en bola, hace reuniones y convivencias en casa, etcétera. He visto muchas publicaciones en redes sociales criticando duramente a esos “irresponsables”. ¿Por qué la gente sigue saliendo como si nada? Es una pregunta que nos hacemos muchas (os). No hay respuestas fáciles. Estoy convencida de que si buscamos entender la perspectiva del otro (a) encontraremos mejores formas de persuadirle que la de pretender imponer nuestra visión.

Reconocer y nombrar el dolor sería un paso necesario para aceptar la condición en la que estamos y actuar en consecuencia. Sé por experiencia propia que un duelo por una pérdida actual nos conecta con pérdidas y duelos pasados. Aceptar el dolor que nos genera la situación presente y la muerte como posibilidad nos conecta no sólo con lo que llaman el duelo anticipado, sino con la experiencia de la muerte como presencia cercana; con la muerte absurda e inesperada, la muerte violenta como experiencia cotidiana.

Si pensamos en la forma como hemos estado expuestas (os) a la muerte de manera cotidiana, en los miles de personas que han vivido, así, sin más, la muerte violenta de la pareja, de un hijo o una hija, de un hermano; de las escenas del crimen por las que nos ha tocado pasar o de las muertes violentas que nos ha tocado atestiguar; o, si pensamos en las historias de angustia y sufrimiento por la inaccesibilidad de los servicios de salud, en las familias que han perdido un miembro por una enfermedad sin haber siquiera llegado a la cita con el especialista, en la desesperación de las madres de niños pequeños que han enfermado y no tienen a dónde acudir, etcétera, podemos quizás entender que el coronavirus sea un riesgo entre muchos, una enfermedad más que no podrá atenderse o una posibilidad de muerte entre muchas otras.

Por supuesto lo anterior no es justificación. Quiere ser una invitación, pues aceptar el dolor nos ayudaría a retomar nuestro propio poder y actuar. Nos permitiría ser más empáticas (os) y conmovernos con el sufrimiento del otro. En ello podemos encontrar sentido. Que esta crisis nos humanice y nos lleve a repensarnos y reconstruirnos desde la solidaridad y la responsabilidad.

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