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Opinión

Entre el aplauso y el consejo

Mucho se ha dicho, ante los dislates y desfiguros gubernamentales, que el presidente no tiene un sólido gabinete

César Jáuregui Robles
Abogado

lunes, 06 diciembre 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- Mucho se ha dicho, ante los dislates y desfiguros gubernamentales, que el presidente no tiene un sólido gabinete, o bien, que no está asesorado adecuadamente por profesionales y técnicos que encuentren salida a los diversos y complicados problemas nacionales en todo tipo de áreas y materias como son la educación, la salud, la seguridad pública, la migración, o la economía.

Generoso para con el presidente siempre es el comentario que (oración incompleta), ante la adversidad, por la mala construcción de una carretera que no soporta un año de uso, o el encuentro de un cerro enfrente de las pistas del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, y lo fangoso del terreno donde se construye la refinería de Dos Bocas, o la oposición de grupos ambientalistas que se oponen al daño ecológico por la construcción del tren maya, los amparos que superan miles por el establecimiento de una recopilación de datos biométricos con pretextos de seguridad nacional, o bien estableciendo la misma razón en un acuerdo balín conocido como el “decretazo”, para proteger las obras de infraestructura aquí mencionadas y que no resientan el rigor del trámite burocrático como lo sufre cualquier ciudadano común. Por cierto, pretende este acuerdo emular las órdenes ejecutivas que dictan mandatarios norteamericanos para, por un lado, sustraerse de autorizaciones lentas a través de la afirmativa ficta en cinco días; pero cubre también el propósito de ocultar toda información pública del escrutinio social.

Por el dato que se tiene de un informe anual de riesgos de la Unidad de Política Interior y análisis de Información de la Secretaría de Gobernación, es claro que el presidente sí tiene conocimiento de la grave situación por la que atraviesa el país. Dicho informe deja de manifiesto que, si bien se contiene la tendencia al alza en homicidios, no se ha logrado reducir el delito, acumulándose ya en la gestión de López Obrador hasta 97,349 decesos por este crimen.

Igualmente, se establece en el informe la falta de apoyos a las víctimas de desaparecidos, la militarización de la administración pública federal, las tomas constantes de casetas de peaje, la ausencia de fuerzas armadas en áreas que lo ameritan, desplazamiento forzado en amplias regiones del país, vías de comunicación tomadas por grupos criminales, y el constante crecimiento y proliferación de personas involucradas en actividades delincuenciales, a las que poco les ha importado el concepto de “abrazos y no balazos”. Por otro lado, las agresiones a mujeres durante la pandemia, así como los ataques a periodistas y a la libertad de expresión y defensores de derechos humanos, la crisis migratoria que rebasa las capacidades de la Comisión Mexicana De Ayuda A Refugiados, los abusos que se cometen por autoridades y por grupos de trata de personas a todo lo largo y ancho del territorio nacional; hacen que el análisis sea poco optimista en la prospectiva del año próximo, pues establece que habrá un crecimiento de la impunidad y la corrupción, del flujo de migrantes, que seguirá la inseguridad y el reclutamiento de menores, el asesinato de defensores y periodistas, violencia de género a pesar de los discursos altisonantes, y desde luego el riesgo electoral por los comicios en seis estados.

La gravedad de lo anterior, dicho por expertos de su propio Gobierno, al presidente parece no hacerle mella, pues prefiere encontrarse con la sabiduría del pueblo que lo acompaña con el aplauso en la Plaza Mayor de la capital y solazarse escuchándose a sí mismo en su proceso de transformación, que no va más allá del reparto y distribución constante de recursos tributarios para todo tipo de beneficiarios.

Es bueno el contacto popular y, me atrevo a decir, congruente con lo que durante tantos años de campaña Andrés Manuel promovió en su cercanía con los pobres; pero si verdaderamente quiere ayudarles, es correcto que se siga ayudando económicamente porque es cierto que muchos lo necesitan, pero que también aprehenda los señalamientos y las recomendaciones que sus asesores técnicos le formulan, sin reprimirlos, denostarlos , o lo que es peor: despedirlos por no estar de acuerdo con ellos. Esto servirá seguramente para limitar la destrucción de instituciones, infraestructura y servicios que cada vez resienten más la falta de atención presupuestal, material y humana importante para el otorgamiento de los servicios de calidad que el ciudadano requiere.

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