Opinión

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En el umbral de la renovación o camino al vacío

Los últimos días se convirtió la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) en un caldero hirviente

LA COLUMNA
de El Diario

domingo, 19 mayo 2019 | 06:00

Los últimos días se convirtió la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) en un caldero hirviente. Su comunidad junto a su dirección discuten con pasión, con razón e inteligencia su transición a una nueva etapa tanto académica como administrativa.

El proceso del nuevo modelo que enfrenta esa casa de estudios con extensión en Ciudad Juárez no es únicamente doméstico, es crucial para la educación superior de la entidad y del norte del país. Será un referente tanto si logra avanzar como si frena.

No puede ser visto sólo como una situación interna del alma mater cuya sede descansa en la ciudad de Chihuahua. Concierne forzosamente a todos los habitantes del estado.

Hablamos de una reforma casi completa a la que ciertamente llega tarde la UACH. La Universidad Autónoma de Juárez implementó su modelo estructural a principios de los noventa con gran desgaste y problemas de tipo político.

Paradójicamente, la UACJ también llegó a destiempo porque fue un proceso con el cual nació pero cuajó un par de décadas después, junto con otras universidades mexicanas como la Iberoamericana.

Ayer y hoy existe una resistencia al cambio por parte de docentes y personal administrativo. Defienden prerrogativas y espacios de poder que curiosamente no se modifican sustantivamente. 

Derecho es la Facultad en la cual tronó el proceso esta misma semana entre estudiantes y maestros, que se dicen ignorados en el procedimiento de consulta de la reforma educativa y administrativa.

Nadie en ese espacio salió a defender el proyecto que tiene dos años en construcción, hasta que el rector Luis Fierro encaró la situación el pasado viernes por la noche, ante la inoperancia del director Roberto Díaz Romero.

La resistencia es explicable.

Es una reforma que modifica totalmente la estructura de poder en la universidad, que ha servido para construir candidaturas a las principales posiciones de poder en el Estado.

Alcaldes, diputados, gobernadores –Pancho Barrio, Patricio Martínez, Reyes Baeza–, incluso secretarios de Estado a nivel federal.

Pero por ello es también una institución que debe ser tomada con pinzas. Ya en 1985 provocó la caída de un rector y del mismo gobernador.

Tiene la universidad una fuerza moral y económica de gran relevancia, pero es además el depositario del pensamiento crítico e innovación junto con UACJ y otros liderazgos universitarios del sector privado como el Instituto Tecnológico de Monterrey.

Curiosamente son aspectos que el rector de UACJ Wilfredo Campbell defendió en los noventa ante una comisión de diputados, con quienes se discutió la propuesta de departamentalización, entre quienes estaba el hoy titular del Ejecutivo estatal Javier Corral, que puede ser víctima de una mala operación en la implementación del proyecto. La foto en nuestra edición digital.

Remember Óscar Ornelas.

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La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez nació en los setenta, pero fue hasta veinte años después que decidió asumir la reforma académica y administrativa.

Abandonaron el modelo napoleónico de una estructura robusta con facultades y consejos técnicos diseminados por todo el campus, para arribar a una propuesta sintética de organización, con cuatro institutos: Ciencias Sociales y Administración, Ciencias Biomédicas, Ingeniería y Tecnología, y Arquitectura, Diseño y Arte.

La modificación no fue sólo cosmética. Junto con esos institutos se crearon sólo cuatro consejos técnicos, donde hay representantes de estudiantes y maestros, para tomar las principales decisiones; entre ellas, la elección del director del Instituto.

Hay una centralización del poder político en lugar de la atomización que existía, siguiendo una tendencia mundial, que se consolidó con el Proceso de Bolonia en 1998.

En aquel entonces en Chihuahua la universidad delineó el mismo proyecto, pero las resistencias impidieron el cambio. 

El rector Sergio Piña sólo llegó a la creación de una caja única para que el cobro tuviera un control central y el inicio del proyecto del nuevo campus universitario al norte de la ciudad, que hoy funciona como un moderno espacio funcional, contra la saturación y obsolescencia del campus 1, en la Ciudad Deportiva.

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Tuvieron que pasar casi 30 años para que el proyecto de reforma educativa en la UACH llegara. Paradójicamente el diputado que estaba a la derecha del secretario de la UACJ durante la presentación del proyecto de departamentalización y reforma académica hoy es el gobernador de Chihuahua.

Puede ser víctima de la intención de renovar la universidad, cuya importancia se mide en 30 mil estudiantes, 3 mil maestros y un presupuesto anual nada despreciable de 2 mil 139 millones de pesos.

Para ponerlo en perspectiva, el Ayuntamiento de Chihuahua maneja 3 mil millones de pesos en presupuesto. La UACH maneja sólo mil millones de pesos menos.

Desafortunadamente, mientras UACJ se hace presente en indicadores internacionales que miden la posición de las universidades desde el punto de vista académico y de investigación, la UACH permanece ajena.

Por ahí aparece pérdida en el Ranking Web de universidades que mide el impacto en redes sociales, un indicador que no es muy bien considerado, frente a otras fuentes de mayor prestigio como el Times o Shanghái, o Scimago.

Pero en dicho indicador –donde al menos aparece– UACJ está en el lugar 20 de las universidades mexicanas y UACH en el lugar 35. A nivel mundial la primera está rankeada en el 2 mil 367 y la segunda en el 3 mil 297. ¡Mil lugares de diferencia!

¿Qué pasa actualmente en la UACH?

Indicadores como titulación, deserción y programas educativos acreditados –menos del 50 por ciento–, arrastran a la institución. 

Súmele a ello la dependencia económica de la Federación y el Estado, que en conjunto aportan la mayor parte del presupuesto, y deben salir a su rescate continuamente.

Cada quincena –el rector lo ha confesado– debe hacer esfuerzos para pagar solamente sueldos.

Además, está la deuda heredada con Pensiones Civiles del Estado por el servicio médico y la seguridad social, que generan un fuerte déficit.

El tema docente es también delicado. De 2 mil 931 maestros, sólo 906 son de tiempo completo, 100 son de medio tiempo y mil 925 de hora clase, estos últimos mediante el esquema de contratos semanales, sin mayor actividad ni responsabilidad que impartir cátedra, y con prestaciones reducidas.

La movilidad de alumnos a nivel nacional e internacional por los suelos, sólo 290 en 2018 participaron, lo que representa una ínfima parte de los 30 mil estudiantes, el .92 por ciento.

El diagnóstico es verdaderamente serio.

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Frente a la situación imperante, la UACH inició un proceso de renovación en 2017, con Salvador Malo –un exsubsecretario federal educativo y experto en el tema– a la cabeza, apoyado por Pilar Verdejo y Magdalena Orta, como asesores externos.

Desde aquel entonces han trabajado con directores y con un equipo compacto de 16 responsables de cada facultad, para posteriormente incorporar más de 100 maestros en diseño curricular.

Ya se tiene todo listo para el primer semestre del próximo ciclo escolar que inicia en agosto. De hecho, las fichas ya fueron entregadas de acuerdo con el nuevo esquema flexible.

Ese ha sido el problema. El proceso apenas empieza a ser socializado. Fue conservado con miles de candados. Nadie, fuera de oficinas centrales, tiene la película completa.

El rector ya está platicando intensamente con alumnos y docentes, convenciéndolos sobre la necesidad del cambio. A la institución le conviene, a la sociedad chihuahuense también.

No habrá reforma legislativa. A diferencia de lo ocurrido en UACJ, no es necesario más que una reglamentación interior autorizada por Consejo Universitario, porque las facultades no están en la ley.

En una síntesis apretada del nuevo modelo, desaparecen facultades y se crean seis institutos: cultura, arte y humanismo, producción y seguridad alimentaria; justicia y estado de derecho; gestión, economía y equidad; materia, energía y su transformación; salud y bienestar humano, que funcionarán con base en los principios filosóficos de pensamiento complejo, humanismo y conectivismo, con el aterrizaje en las competencias de compromiso social, formación integral, innovación y emprendimiento, inclusión con equidad y desarrollo sostenible.

Las currículas por materia parten del abordaje casuístico y práctico, con una intervención docente basada en las tecnologías y el pensamiento crítico.

No es un modelo sencillo. Más cuando se pretende derribar un esquema histórico de poder y academia, mediante una visión global de alta competencia, que en México ya ha hecho ver estragos, con universidades tronadas económicamente y en franca quiebra –Veracruz, Zacatecas, Chiapas–, por la ausencia de capacidad para adaptarse a los nuevos cambios.

La senda es de alto riesgo pero obligada la UACH a enfrentarla.

Notas de Interés

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