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Opinión

El virus… de las elecciones

Pese a todo el desbarajuste mundial que vivimos por la pandemia del Covid-19 la vida transcurre

Francisco Ortiz Bello
Analista

domingo, 05 julio 2020 | 06:00

Pese a todo el desbarajuste mundial que vivimos por la pandemia del Covid-19 la vida transcurre y, en un auténtico ejercicio de supervivencia y evolución, los seres humanos debemos adaptarnos a nuevos retos, a nuevas condiciones, a nuevas amenazas, a nuevas oportunidades, a nuevas maneras de pensar, de ver y de hacer las cosas. O lo hacemos o no sobrevivimos, es así de simple y complejo a la vez.

El próximo año tendremos en México un proceso electoral sumamente importante y relevante para la vida de todos los mexicanos. La mitad de los electores en territorio nacional votarán para elegir nuevos gobiernos estatales,  lo que significa que políticos de todas las corrientes, ideologías y colores, competirán por más de 21 mil 300 puestos, lo que representa que será el proceso electoral más grande en la historia en México. De ese tamaño es la elección del 2021 en cifras, en números absolutos, pero también tiene un significado político por supuesto, quizá igual o mayor que el de las cifras solamente.

En un hecho inédito, el domingo 6 de junio de 2021 en las 32 entidades federativas habrá elección local el mismo día. En 15 estados de la República se elegirá nuevo gobernador, presidencias municipales y Congreso local; mientras que en 13 entidades cambiarán ayuntamientos y diputados; en dos únicamente legisladores locales y en dos más únicamente alcaldes. Tan sólo en la elección de gobernadores, está en juego la gobernabilidad de poco más de 37 millones de personas y que irán a las urnas para elegir a sus próximos gobernantes por los siguientes seis años. En Chihuahua estarán en juego casi 800 puestos de elección popular que abren espacios para más de cuatro mil candidatos.

Actualmente, en los estados que habrá cambio de gobierno el año que entra, el PRI gobierna a poco más de 16 millones 500 mil mexicanos (Campeche 899 mil, Colima 711 mil, Guerrero 3.5 millones, San Luis Potosí 2.8 millones, Sinaloa 2.9 millones, Sonora 2.8 millones, Tlaxcala 1.2 millones y Zacatecas 1.5 millones), el PAN gobierna a siete millones 488 mil mexicanos (Baja California Sur 712 mil, Chihuahua 3.6 millones, Nayarit 1.2 millones y Querétaro dos millones), el PRD gobierna a cuatro millones 584 mil en el único estado que tiene (Michoacán), un gobierno independiente en Nuevo León que gobierna a cinco millones 119 mil neoloneses y, finalmente, el estado de Baja California Norte en donde Morena gobierna a tres millones 315 mil mexicanos. Ese es el escenario geopolítico y demográfico del año que viene para el proceso electoral en cuanto a gobernadores estatales.

Con 15 gubernaturas en disputa, y la renovación total de la Cámara de Diputados -500 legisladores-, así como presidentes municipales y congresos locales en prácticamente todo el país, los comicios de 2021 se convierten de facto en un ejercicio de evaluación al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador y lo que ha dado en llamar “La Cuarta Transformación”, porque el electorado podrá refrendar o no su apoyo al tabasqueño, pero también podremos ver en qué estatus se encuentra el rechazo de la sociedad a los partidos políticos, uno de los principales factores de la victoria lopezobradorista en 2018.

Esa es la valoración general, a nivel nacional, porque si bien resultó inobjetable el triunfo lopezobradorista en ese contexto -el nacional- en el estado de Chihuahua los resultados no fueron tan avasalladores a favor de la causa morenista, pese al hartazgo social hacia los partidos políticos. Recordemos que Morena sólo obtuvo el triunfo en tres presidencias municipales de las 67 que conforman todo el estado, en ciudades de poco peso específico y político, lo cual desde luego significa un resultado bastante pobre en ese renglón, además no lograron la mayoría en el congreso estatal y por supuesto, perdieron la gubernatura a manos del panista Javier Corral Jurado. Muy lejos pues de los contundentes resultados nacionales en los que Morena literalmente arrasó con todo.

A partir de este análisis numérico, histórico, estadístico y geopolítico, puedo afirmar que la elección del próximo año en Chihuahua representará un parteaguas político y social en el futuro de la entidad, para los chihuahuenses pero también para el resto del país, no olvidemos que Chihuahua siempre ha sido referente en las luchas políticas y democráticas de México, desde la época de la Revolución. Como ha sido en cada proceso electoral, desde ya, los chihuahuenses estamos tocados de un virus mucho más letal que el Covid-19, el virus de la política, el virus electoral.

Y digo que más letal que el coronavirus porque en ello comprometemos no sólo el presente fugaz del momento, sino el futuro completo de generaciones completas de chihuahuenses, porque está en juego la viabilidad económica, social y política de todos quienes aquí habitamos. Eventualmente, quizá a finales de este año o inicios del próximo, se tendrá la vacuna contra el Covid-19 así como medicamentos específicos para enfrentarlo en mejores condiciones, lo que es muy difícil asegurar para la política.

La coyuntura político-electoral que se nos presenta en 2021, significa la mejor oportunidad de los ciudadanos para elegir a los mejores perfiles en los diferentes cargos de elección popular, decisiones que aseguren verdaderamente un mejor horizonte tanto en materia económica como de desarrollo social, pero en serio, no sólo como postulados demagógicos de candidatos en campaña.

¿Cuáles son los problemas más grandes de los chihuahuenses? Los citaré en el orden de relevancia y prioridad que considero deben ser atendidos: la seguridad pública, la administración de justicia, la economía (incluyendo por supuesto industria maquiladora, empleo y comercio exterior), la salud y el desarrollo social (específicamente el combate decidido y frontal a la pobreza). No quiere decir que sean los únicos problemas que tenemos, no para nada, sólo se trata de los más importantes o los que más efectos nocivos tienen sobre la sociedad.

Exactamente eso es lo que está de fondo en la elección de 2021 para los chihuahuenses, nuestro futuro para los próximos 20 o 30 años, porque de quienes queden al frente de los distintos cargos dependerán las decisiones políticas adecuadas que nos garanticen transitar, de mejor manera, en escenarios nacionales y mundiales muy poco alentadores en materia económica pero que, sin embargo, con las medidas adecuadas en lo local y regional, podríamos sortear con mayores posibilidades de salir airosos de los retos que se presentan.

A nivel federal o nacional, es claro que los actores políticos -ya sean partidos o independientes- deberán centrar sus esfuerzos y estrategias en arrebatarle la mayoría a Morena en el Congreso de la Unión, porque es ahí realmente en donde pueden provocar un verdadero equilibrio de poder para reorientar muchas de las políticas públicas trascendentes para el país, incluido el presupuesto de ingresos y egresos, que hoy están totalmente en manos de López Obrador y sus legisladores sin contrapeso alguno.

Es muy importante que no olvidemos que, gracias a esos contrapesos políticos, Fox no pudo concretar algunas reformas de gran calado que planteó durante su campaña, ni Calderón pudo hacer modificaciones importantes a la constitución en materia de seguridad o economía, ni Peña Nieto pudo modificar aspectos importantes en materia de fiscalización tributaria, sin juzgar o hacer juicios de valor sobre si esos cambios o modificaciones eran positivos o negativos para el país, lo verdaderamente trascendente es que la verdadera discusión democrática, plural y diversa, en el Congreso de la Unión fue un contrapeso auténtico, un equilibrio de poder real, que permitió la consideración de posturas encontradas y evitó la imposición de acciones o decisiones potencialmente dañinas para los mexicanos. De eso se trata, de lograr pues un adecuado equilibrio del poder en el Congreso de la Unión en 2021, en donde sí estén representadas adecuadamente todas las fuerzas políticas y corrientes de pensamiento que coexisten en México.

Y el esquema no es muy diferente para Chihuahua. Aquí, los chihuahuenses tenemos la obligación moral y cívica de provocar la mayor participación electoral de que tengamos memoria de modo que, quienes resulten electos, cuenten el suficiente respaldo de una base social amplia y plural, pero sobre todo que tengan muy claro qué es lo que necesitamos, qué es lo que queremos, las líneas de acción a seguir pero lo más importante: que hagan el compromiso ineludible de responsabilizarse por las auténticas demandas sociales, dejando de lado los intereses facciosos de grupo o partidos.

De eso se trata el año que entra en Chihuahua. De la revalidación social a los gobiernos, a los legisladores, a los partidos políticos, a los independientes, a todos. En la entrega del próximo domingo haré un profundo y detallado análisis de las posibilidades reales de cada aspirante, de cada partido, de cada independiente para obtener resultados favorables en junio de 2021. Hasta entonces.

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