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Opinión

El testamento de Andrés Manuel

Eso de que el pecho del presidente Andrés Manuel López Obrador no es una bodega genera más problemas que beneficios

Raymundo Riva Palacio
Periodista

lunes, 24 enero 2022 | 06:00

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Eso de que el pecho del presidente Andrés Manuel López Obrador no es una bodega genera más problemas que beneficios. No es un acto de honestidad, sino a veces de irresponsabilidad -como cuando revela documentos confidenciales de otros gobiernos-, o en ocasiones transmite el mensaje contrario al que uno piensa que pretende. Tal fue el caso el sábado, cuando después de regresar a Palacio Nacional tras un cateterismo, sugirió que su salud no había estado bien en los últimos momentos, que no había estado gobernando plenamente y que aunque ahora se había recuperado por completo, había escrito un “testamento político” para que, si muriera en el cargo, se mantuviera la estabilidad en el país y continuara el proyecto que llama cuarta transformación.

Su candor generó muchas preguntas sobre su salud y sobre lo que tiene en la cabeza para mantener al poder, si no de manera directa, a través de instrucciones post-mortem, que denominó como su “testamento político”. ¿Qué lo impulsó a hablar improvisadamente sobre un tema tan delicado? Sigue sin entender que, como Presidente, su palabra tiene un gravitas diferente al del resto de los mexicanos, y dejar sobre la mesa la posibilidad de su muerte en el cargo, no genera certidumbre sino lo contrario.  

Hay dos ejes preocupantes, el que tiene que ver con su salud en específico, y el del proceso de transición constitucional en caso de muerte. Ambos tienen que ver con la seguridad nacional. Para el presidente, como dejó claro en un mensaje videograbado el sábado, su vida y la transición van encadenadas, pero no por la vía institucional, sino de la imposición política. Sus palabras textuales fueron claras: “Yo tengo un testamento político, no puedo dejar un país en un proceso de transformación, no puedo actuar, por responsabilidad… con estos antecedentes del infarto, la hipertensión, mi trabajo que es intenso, sin tener en cuenta la posibilidad de una pérdida de mi vida, ¿cómo queda el país? Tiene que garantizarse la gobernabilidad, entonces tengo un testamento para eso”.

¿Qué significa su “testamento político”? Hoy va a tener que precisar a qué se refería, porque lo que puede interpretarse, es que deja amarradas las cosas para que el Congreso de la Unión elija como presidente sustituto a quien él quiera para que continúe su obra. El “testamento político” no significa necesariamente una ruptura constitucional, como algunos lo vieron, ni haber hecho a un lado el artículo 84 que establece que en caso de falta absoluta del Presidente, el Congreso de la Unión nombra a un interino -si se da en los dos primeros años de gobierno- o a un sustituto -si sucede en los últimos cuatro-, en un plazo no mayor de 60 días, durante los cuales el cargo la asumiría provisionalmente quien encabece la Secretaría de Gobernación. La designación se haría por medio de una votación, que requiere mayoría calificada.

Nada de esto le impedía hacer bien su trabajo, aunque en el video sugirió otra cosa. “Los medicos me dicen que puedo hacer una vida normal. Es decir, que me puedo aplicar a fondo y que hay presidente para un tiempo, el necesario, indispensable, el básico para llevar a cabo los cambios, la transformación”, señaló. ¿Qué dijo exactamente? ¿Qué los doctores pronostican que su horizonte de vida le permitirá terminar su sexenio? Si esto fuera cierto, ¿el diagnóstico es infalible?

“Estoy muy tranquilo y muy contento porque tenemos que consumar la obra de transformación”, agregó. “Pero nos falta un tramo, hasta setiembre de 2024, sí así lo dispone o lo sigue disponiendo el Creador, la Ciencia, la naturaleza”. Ciertamente, los mexicanos necesitamos que López Obrador disipe la tolvanera que levantó y explique lo que, ya con más aplomo, quiso decir.

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