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Opinión

El semáforo descompuesto

Ver las notas respecto a la pandemia está generando una crisis de información

Carlos Irigoyen
Analista Independiente

viernes, 05 junio 2020 | 06:00

Vaya vaya… inauguramos un semáforo esta semana pero… sólo tiene una tonalidad, entonces, ¿qué tan real es el semáforo? Ver las notas respecto a la pandemia está generando una crisis de información y como diría aquel famoso personaje de la “canaca” ¡apúntele!, a nivel nacional hay una falta de liderazgo descomunal.

Recién la semana pasada, se habló de “regresar” a la nueva normalidad, de no ir desbocadamente a salir de las casas, se pidió que de la forma más ordenada se hiciera caso de las recomendaciones para evitar un rebrote (¿?) de la propagación de la enfermedad; ¡cuanta demagogia en los discursos oficiales!, y ¡cuánta terquedad e ignorancia en algún sector de nuestra sociedad!

Y por si fueran pocas las malas noticias, México no solamente ha sido puesto como un importante centro de contagios y desarrollo del Covid-19; el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal AC declaró en  su página de internet, “México es el epicentro mundial de la violencia”. Lapidario el título, Juárez aparece en segundo lugar, en primero Tijuana. Vaya panorama, las dos ciudades fronterizas más fuertes económicamente están enfermos de Covid-19 y violencia a granel; además del desempleo, baja del poder adquisitivo, mortandad empresarial, pesimismo social, violencia familiar; el proceso de la necrosis social de no implantarse medidas urgentes de protección social está a nada de acelerarse la necrosis social. Cuando el presidente dice que busquemos el desarrollo espiritual ante lo fuerte de la crisis quizá puede tener un dejo de razón, aunque Maslow antes de cubrir las necesidades de seguridad y pertenencia no deja descubiertas las fisiológicas, ¿costará mucho trabajo entender que como padres nos doblamos cuando no hay que darles de comer a los hijos y que el problema es que no hay dinero para comprar alimentos? ¿Costará mucho tener empatía con los miles de empresarios –formales e informales- que ya no pueden pagar la nómina ni las rentas porque se acabó el “guardadito” o las líneas de crédito son muy costosas? ¿Será muy difícil decir la verdad e involucrar a la sociedad en la solución a la grave crisis sanitaria que estamos pasando? Y vemos la tempestad y no nos hemos hincado, la violencia no cede, no da margen, sigue lastimando a nuestra sociedad y sigue infectando el tejido social que está desarmado en la integración familiar y el núcleo educativo, el riesgo de la escuela virtual incluye el desapego a las autoridades escolares, al amor por el conocimiento, a la abierta provocación de ser curiosos, al reto de cambiar y adaptar los esquemas mentales para aprender de los problemas y construir soluciones más integrales. La razón de porqué en algunas zonas de Brasil o El Salvador se ha mejorado en cuestión de seguridad, la establece claramente el Consejo Ciudadano: “La razón de esta diferencia es simple: apapachar criminales o aplicarles la ley”. Entonces agreguemos otra situación, la corrupción y la impunidad están tomadas de la mano en nuestra sociedad.

Hace más de 10 años junto con un grupo de estudiantes del Tec de Monterrey hicimos un estudio para ver de forma cualitativa cuáles eran las perspectivas de la violencia y su impacto en el desarrollo social; ver que un infante de siete años describiera la violencia como una persona apuntando a otra en la cabeza y dejando un charco de sangre, tener el informe del panorama de una juventud “secuestrada” en sus hábitos y comportamientos, así como una madurez confundida hasta cierto nivel, no tener claro que nos podía esperar; eran los tiempos de la inestabilidad económica de finales de la primera década de los 2000 y el latigazo de la violencia que en Juárez nos condujo a ser estigmatizada como la ciudad más violenta del mundo por tres años consecutivos y por ahí se coló aquella famosa forma de influenza H1N1. Entonces, en esquemas con cierto grado de similitud, ¿por qué no aprendimos el manejo de estas situaciones como gobierno, empresas, instituciones educativas y por supuesto, como sociedad?

¿Quién tiene las respuestas? ¿Qué debemos paliar primero? ¿La crisis sanitaria, la económica, la de valores? ¿Cuál? Y es que en medio de todas estas cuestiones tan delicadas y sumamente importantes, ya hay personajes que andan volteando a ver los esquemas políticos que se vienen para 2021, personajes que están más preocupados por que los vean constantemente en los medios, en ganar aparadores de donde colgarse porque el 2021 es un botín político para muchos cuando la realidad es que para otros tantos quizá no exista 2021, simplemente no estarán vivos para aquel entonces.

De ahí la importancia de las prioridades, a estas alturas pelearse por quien trae el bote de agua en medio del incendio es en ocasiones ridículo e irrelevante. Hay que extremar cuidados de todo tipo; de salud, de valores, económicos, de convivencia, de empleo, de la familia. El semáforo no está descompuesto, es que simple y sencillamente no hay las condiciones que avalen la aparición del semáforo, estamos en un plano de alta sensibilidad, hoy más que siempre necesitamos de la fraternidad, la resiliencia, el compromiso y sobre todo, las agallas de los juarenses para imponernos a estos retos de la “nueva normalidad”.

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