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Opinión

El segundo sexo

Para Simone de Beauvoir fue importante reflexionar sobre los feminismos

Jorge Breceda / Analista

sábado, 10 julio 2021 | 06:45

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Para Simone de Beauvoir fue importante reflexionar sobre los feminismos -en una época complicada para hacerlo-, espacio desde el cual luchó y provocó -literariamente- la igualdad de derechos en los géneros. Así como, desde “El segundo sexo” reflexiona sobre la mitad de la población mundial: mujeres, colocando en la palestra del espacio público la potencia del pensamiento emanado desde la mujer.

A raíz de tan esplendida obra, el género femenino comprende que su emancipación social, cultural y económica depende de si misma, no se necesitan hombres para construir una sociedad de respeto a la mujer, se necesita la mínima fuerza que conlleva para edificar su presente y futuro.

Resulta la pregunta ¿cómo? Irrumpiendo en la plaza pública, demandando el espacio que se merecen y que la sociedad necesita, lo anterior, no se suscribe desde la emoción o desde un discurso que descansa en la hipérbole, sino en simple reconocimiento a la representación de la mujer. 

Ahora bien, cabe recordar que en el Estado de Chihuahua se tendrán cambios de gobierno, por lo que estas nuevas administraciones tendrán el peso de la historia en el quehacer de su presente, es decir, su obligación no solo será gobernar sino involucrar al mayor número de mujeres -en cargos de primer nivel- en su sexenio o trienio. 

Tendiendo esta obligación clara, es que se pudiera conformar el mayor gobierno femenino de la historia del Estado y sus municipios, situación que -no tengo duda- darían resultados maravillosos, imagine un gobierno desde la fuerza, la entereza, la virtud, la pulcritud, la inteligencia y el pensamiento que conllevan las mujeres. 

Ilógico sería pensar que la revolución del pensamiento no ha tenido su origen desde la perspectiva femenina, por ello, a continuación, algunas ideas de referentes femeninos cuya adaptación a la administración pública pudieran funcionar.

Imagine una estructura gubernamental desde la denuncia que hizo Hannah Arendt respecto a la existencia de burócratas subsumidos por la banalidad del mal y las razones del porque deben de eliminarse esta característica. 

Simone Waile es otra de las grandes autoras que sin duda debe de ser contemplada en un gobierno conformado desde la revolución gubernamental o reingeniería femenina, de la filosofa en mención debe de tomarse en cuenta la sensibilidad y empatía que siempre le caracterizó en su narrativa respecto a lo político.  

Así como, suponga una serie de instrumentos éticos gubernamentales que contenga la naturaleza de lo planteado por Olympe de Gouges en su Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, argumentos que coloquen de manera toral las prerrogativas que debe tener la mujer en su actuar público.  

Basándose en la idea expuesta en consonancia con el libro de María Zambrano -Persona y democracia- en el que se desarrolla el cómo debe respetar la humanidad sobre la colectividad, en palabras jurídicas sería: obligar a los integrantes de la administración pública a respetar y promover la NMX025 -Norma oficial mexicana-.

Es claro que lo anterior debe tener sustento en la educación de la mujer, ¿cómo se le educa? ¿qué contenidos temáticos se estudian?, lo anterior deberá tener su bajo en la libertad de la mujer. En relación con esto, se puede mencionar la potencia argumentativa de Mary Wollstonecraft y su “Vindicación de los derechos de la mujer”.

La obra señalada no se refería a una categoría particular del género: rica-pobre, nacional-extranjera, etc., sino a la mujer en abstracto, ahora bien, vislumbre que en las capacitaciones -obligación del patrón- gubernamentales, se desarrollen temáticas sobre historia, filosofía, desarrollo emocional e importancia social de la mujer. 

Lo antes descrito cobra mayor importancia, porque por medio de la educación se estaría produciendo una nueva generación de mujeres que seguirán luchando, siguiendo con aquellas grandes generaciones que iniciaron desde la ilustración que pugnó por sacudirse el estigma de florero: “las mujeres solo eran útiles para verse bonitas” o la generación de sufragistas que pugnaron por participar en la vida pública. 

Ahora bien, no se debe tener duda que un gobierno desde la feminidad tendría un éxito garantizado, ya que la mujer si algo puede ser es el “común denominador” social, es decir, ese nodo que se encuentre al centro de la ciudadanía y que permita establecer las pautas para realizar una verdadera comunidad.

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