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Opinión

El regreso a las aulas

Ante situaciones como éstas, valdrá la pena que el presidente escuche lo que tiene que decir la sociedad civil, nada descabellado, todo basado en la realidad

Yuriria Sierra
Analista

viernes, 16 julio 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- “Hay un pequeño rebrote de contagios, pero ya tenemos más vacunación y, por lo mismo, hay menos riesgos de contagios y ya no podemos seguir con las escuelas cerradas, necesitamos abrir, de modo que el reinicio a clases se va a dar y vamos a dar aquí para la semana próxima una propuesta para que con tiempo nos preparemos todos, madres, padres de familia, autoridades, todos (...) Vamos a reiniciar las clases así en definitiva, no hay nada que lo impida...”, dijo Andrés Manuel López Obrador el miércoles por la mañana. La próxima semana una propuesta, advierte, imagino que estarán trabajando a marchas forzadas, porque en los últimos meses hemos visto el desbalance que hay en materia de comunicación respecto a este asunto (bueno, tantos más). Aunque, sobre materia educativa, algunas entidades que se atrevieron al regreso a las aulas debieron cerrar al primer contagio; otros que lo siguen evaluando o aquellos que ni por enterados se han dado de las condiciones en que se encuentran las instalaciones. En Imagen Noticias, por ejemplo, reportamos hace unas semanas la situación de algunas escuelas en Veracruz: las aulas sin techo; en abril pasado, se reportó el saqueo de al menos 60 planteles en esa entidad.

Ante situaciones como éstas, valdrá la pena que el presidente escuche lo que tiene que decir la sociedad civil, nada descabellado, todo basado en la realidad. Los siguientes datos no fueron sacados al vapor, los arroja un estudio realizado por Mexicanos Primero a niñas y niños de entre 10 y 15 años: “siguieron muy poco las transmisiones del programa Aprende en Casa, porque la señal de televisión no estaba en los aparatos de sus casas; hubo fallecimientos en el 90% de las familias que encuestamos; en un cuarto de ellas falleció el abuelo, en 8 de cada 100 la madre o el padre y, entonces, la situación emocional de los alumnos en este momento es muy endeble, difícil. Tienen muchas ganas de regresar, pero a la vez tienen miedo de lo que pueda ocurrir con sus familias y, sobre todo, el logro del aprendizaje: vemos que no solo no se logró lo de este año, sino que hay retroceso en aquello que más o menos se podría contemplar que lograban estas mismas niñas y niños...”, me explicó David Calderón, presidente de esta organización, en Imagen Radio.

La pregunta es: ¿qué hacer? Las consecuencias de este rezago no solamente se miden en lo inmediato, porque el mayor nivel de éstas se verán en el futuro. Una generación que no solo tiene que librar las condiciones de salud, sino que llegará menos preparada a los años próximos y así enfrentará las condiciones económicas: “es crucial cobrar sensatez, el plan de estudios mexicano es enciclopédico, es desbordante, son demasiados temas, nos estamos peleando por los libros de texto, cuando es el momento de irse a lo muy fundamental: las niñas y los niños necesitan sentirse seguros, queridos, necesitan discernimiento, sociabilidad, lectura, escritura y matemáticas, eso necesitan (...) deberíamos poner en pausa muchas de las tradiciones y acercarnos a aquello que es muy fundamental, apoyar a los maestros para que tengan estas herramientas en lo socioemocional y entiendan que su papel en el mundo del futuro ya no es de expertos temáticos, sino de conductores de grupo...”. 

No se trata solo de pintar las paredes, colocar nuevos pupitres, pizarrones y cajas de gises. No se trata de fijar protocolos para las ceremonias del lunes por la mañana y actividades deportivas. Se trata de haber aprendido, de leer las fallas y las carencias de un sistema que no pasó la prueba por la pandemia, porque alimentó las brechas que justo la educación busca cerrar. No se trata de seguir con los mismos temarios y vías de estudio, menos de repartir guías de ética. Se trata de regresar a los pequeños a las clases, en cualquiera de sus modalidades, pero ya no como un plan de contingencia, sino siguiendo un camino que verdaderamente alimente su espíritu y despierte su curiosidad. Uno donde no se ponga en riesgo a los alumnos, pero en donde se alimenten los métodos de aprendizaje. No podemos ser los mismos. A ver qué es lo que anuncian en próximos días.

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