Opinión

El feminismo: tan influyente como estigmatizado

La violencia contra las mujeres está lejos de ser un fenómeno novedoso, sin embargo, ha sido en los últimos años en los que se ha desarrollado un proceso de discusión

Mayra Chávez /
Abogada

martes, 10 diciembre 2019 | 06:00

La violencia contra las mujeres está lejos de ser un fenómeno novedoso, sin embargo, ha sido en los últimos años en los que se ha desarrollado un proceso de discusión, visibilización y toma de conciencia sobre este gran ataque a los derechos humanos; esto ha permitido una migración de lo que se consideraba asuntos de índole privado o casos asilados, a una conceptualización de problemática social.

Definitivamente, el papel del movimiento feminista ha sido un contribuyente elemental a este significativo más no finiquitado esfuerzo por ir eliminando las barreras que normalizaban conductas violentas hacia las mujeres y, que en ocasiones, con la bandera de no involucrarse en la vida íntima de terceras personas, se propiciaba un clima de vergüenza y desconfianza que no sólo revictimizaba a la mujer que sufría directamente la afectación, sino que también propiciaba la falta de denuncias y con ello, la inexistencia de cifras ciertas sobre la comisión de este delito.

Ante la falta de estadística que impulsara la creación de políticas públicas preventivas, fue que se activaron las fases que formula Kitsuse y Spector (1973) para la identificación de una problemática social. La primera de ellas denominada “agitación” ocurre con el agrupamiento de personas descontentas (por lo general las víctimas) que comienzan a tratar las causas del problema planteado y a convencer a otras personas o grupo sociales. La segunda es llamada de “legitimación” que se genera cuando los agentes sociales o gubernamentales reconocen la problemática impulsada por este grupo y se inicia a atender la causa del descontento. La tercera y última ocurre cuando ya se ha reconocido el objeto del descontento y se está manejando por parte de la autoridad, pero desgraciadamente de forma fallida lo que genera desilusión y reemergencia.

En la actualidad el debate entre el reconocimiento de la violencia contra la mujer como una problemática social o como una situación que afecta a unas algunas cuantas mujeres, desgraciadamente sigue vigente.

Si bien son cada vez más los grupos sociales que han ido vislumbrando el tamaño de la afectación; son también muchas las voces que, de forma permanente, denostan el activismo feminista. Burlas, descalificaciones, insultos, ataques y hasta amenazas, son algunas de las reacciones más comunes causadas por las protestas que independientemente de que se desarrollen de forma pacífica como en el caso de bailes o puestas en escena, o aquellas que por provocaciones externas suben de tono como lo pudieran ser algunas marchas; y que lamentablemente, se escuchan de todo tipo de personas, sin importar grado de escolaridad, condición social, religión, edad e inclusive género.

Comentarios descalificativos y machistas recurrentes en redes sociales (vía electrónica o presencial) cuyo objetivo es limitar participación activa de las mujeres en la lucha por la erradicación de todas las formas de violencia, se hacen presentes al primer intento de reconocimiento de los derechos de las mujeres. Aún más notoria se hace esta descalificación, cuándo los mecanismos de alerta por la desaparición de alguna mujer se activan y el resultado es encontrar a esa mujer con vida. Pareciera que la búsqueda inmediata de mujeres y niñas solamente se justifica si la persona es localizada con alguna afectación a su integridad física ya que si, en el mejor de los casos, es encontrada y el motivo de la desaparición no implica la comisión de un acto de violencia; el descrédito a la existencia de este tipo de mecanismos, al movimiento feminista y hasta a las mujeres, cobra un vigor impresionante que inclusive opaca el vergonzoso número de que dos de cada tres mujeres en nuestro país es víctima de violencia.

Nos encontramos aún en la fase inicial de la identificación de este gran problema de salud pública, como un problema social. A pesar del reconocimiento por parte de organizaciones internacionales, de la creación de legislación específica sobre el tema y de la apertura del micrófono a las víctimas; mientras que como sociedad, permanezcamos ajenos a esta causa que afecta a la mayoría de la población mundial, sin entender que la igualdad de derechos y oportunidades hacia las mujeres no restringe los ya existentes a todos los seres humanos, sino que los engrandece; el feminismo, tan influyente como estigmatizado, será el movimiento que marque la pauta para las grandes transformaciones sociales a desarrollarse internacionalmente.

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