El espejo de las lacras

Dos hechos bochornosos de esta semana ilustran con claridad la codicia de políticos en Chihuahua y México.

El primero se trata de una publicación de El Diario de Chihuahua en la que se detalla el incremento de empleados del PAN en el Congreso local, que engordan la nómina del Poder Legislativo.

Por respeto a algunos de ellos que por años han sido empleados y soporte esencial en el trabajo legislativo de la bancada panista, es justo reconocerles su antigüedad. Al menos una tercera parte del centenar que menciona el rotativo.

En las dos últimas legislaturas Acción Nacional ha tenido la primera minoría, por ende, el control administrativo del Congreso del Estado, tiempo en que se ha triplicado el número de “asesores” azules, con sueldazos de ensueño.

Cabe señalar que el Congreso de Chihuahua cuesta a los contribuyentes más de 330 millones de pesos anuales, dinero que se reparten diputados (33), funcionarios y empleados que superan los 600. La lógica diría que cada legislador cuesta 10 millones anuales y cuenta con 18 empleados en promedio.

Lo deleznable del asunto, amén de las complicidades que ahí se dan para endeudar a la entidad, es que ese poder sigue siendo el reducto para el pago de favores políticos y carnales del partido que controla cada legislatura.

El Congreso local no debería tener más de 25 diputados y cuando mucho 280 empleados. El presupuesto se puede reducir a dos terceras partes de lo que cuesta a los chihuahuenses hoy en día.

Lo penoso de esta historia es que sea Acción Nacional el que haya capitulado en sus principios y continúe con las sucias prácticas que caracterizaban al PRI. Es un mal mensaje el que envía a su militancia y a la democracia.

El otro escándalo, en progreso, es el que estelarizan el coordinador de la bancada de Morena en el Senado de la República, Ricardo Monreal y Martí Batres, el todavía presidente de la mesa directiva.

Ambos cercanos al presidente de México, sólo que uno sí es de la izquierda histórica y el otro, como muchos que ahora buscan o roen el hueso, llegó del PRI.

La bronca se da porque Batres quería reelegirse en la mesa directiva. Mal porque las dos cámaras del Congreso de la Unión, en manos de Morena, la controlan varones. En la Cámara de Diputados preside Porfirio Muñoz Ledo y coordina al GP de Morena, Mario Delgado.

La conformación de las mesas directivas de ambas cámaras cambia el 1 de septiembre, y al menos en la “alta” será una mujer. Sin embargo, el primer año de sesiones no cumplió con el discurso de equidad que tanto defiende la 4T, toda vez que los cuatro cargos más importantes recayeron en varones.

El senador Batres culpa a Monreal de obstaculizar su desempeño en la Cámara y lo acusa de haber cometido fraude en la elección interna para elegir al nuevo presidente de la mesa directiva del Senado que presidirá los trabajos para el segundo año de sesiones.

En la disputa por la mesa directiva del Senado de la República, la que dispone de más de cuatro mil millones de pesos anuales, ha tomado partido en favor de Batres, la dirigente nacional Yeidkol Polenvsky, enemiga cantada de Ricardo Monreal, el expriista que aspira a ser presidente de la República con las siglas de Morena.

Extrapolando esa rispidez nacional en Chihuahua, el primer sobrino del estado, por aquello de que algunos se cuelgan de sus familiares famosos para regentear el apellido, reclama el pastoreo estatal, o lo que sea, arguyendo un incipiente sello de fierro.

A dos años de la elección para gobernador, las huestes provenientes del PAN y PRI le disputan encarnizadamente el control de Morena a los que tienen acta de nacimiento de esas siglas, para agenciarse las candidaturas más prometedoras.

Así las cosas esta semana con los dos partidos con mayor presencia en México. Lo que importa es el poder a cualquier costo, por encima de lo que sea, o ¿acaso están dispuestos a ser congruentes con sus postulados y la historia? ¿Serían capaces de comportarse a la altura de la ética? ¿De qué tamaño es el amor y respeto por los ciudadanos?

Es cuanto.