Opinión

El apredizaje

No cabe duda que cuando Dios da, ¡da a manos llenas!

Carlos Irigoyen/
Analista

viernes, 03 abril 2020 | 06:00

No cabe duda que cuando Dios da, ¡da a manos llenas!

Nuestra ciudad pasa por momentos críticos y de verdad aún no podemos entender cómo hay personas que sin ningún cuidado salen a la calle a comprar, a realizar actividades que no sean realmente importantes, trascendentes; de no creerse que acudan a las tiendas de autoservicio y no quieran respetar las disposiciones federales de solamente entrar a comprar una persona por familia.

Ha sido un aprendizaje para todos, ha sido un freno en la vida personal; una pausa en una vida que se había tornado agitada, convulsa, difícil, impredecible; el coronavirus ha cambiado para siempre la faz de la vida como la habíamos conocido, las consecuencias de la pandemia son globales pero se han sentido de manera en extremo localistas.

Habrá que buscar lo positivo escondido entre todo lo negativo que tenemos alrededor de la aterradora adversidad que enfrentamos.

Hemos escuchado ya hasta la saciedad los puntos negativos.

Hay que recordar el significado de la palabra crisis: “Situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso”, a las cosas por su nombre y sin ningún tapujo. Pero también crisis es una oportunidad en esta adversidad, una oportunidad de profundo aprendizaje. La pregunta clave no es ¿por qué existe la pandemia?, la cuestión es ¿para qué existe la pandemia?

Y hay que aclarar, la tragedia mundial no es creada por la OMS para tener un nuevo orden mundial, como sugeriría una artista; no son cuestiones de control de masas como dirían algunos ante la superficialidad con la que tratan el tema algunas autoridades; es sin más ni menos una realidad que nos tocó vivir.

En estos tiempos donde permanecer en casa se ha vuelto imprescindible y mandatorio, la convivencia y el conocimiento familiar deberían de ir en aumento, la oportunidad de tratar de ir mas allá de un simple buenos días a realmente cuidarse los unos a los otros debe imperar; a reconocer en los otros anécdotas y esfuerzos que muy pocas veces son reconocidos; es un momento para practicar la apreciatividad por el trabajo de los demás. Las familias ya habían llegado a un punto de desconocimiento interno que tuvo que venir algo tan ancestral como un virus a desnudar la falta de cohesión en esta célula de la sociedad. Hemos evolucionado en los medios de comunicación de una manera impresionante que dejamos de lado la esencia de los mismos, comunicar.  

Esto nos lleva a otra oportunidad, al no poder hacerlo de forma personal. Es importante aprender a desarrollar la cultura digital de una forma más intensa. Nuestras generaciones menores a 15 años son nativas en este concepto, han crecido de la mano de los videojuegos y entienden como pocos la posibilidad de desarrollar la comunicación electrónica… El “home office” que parecía en México una realidad distante se volvió de la noche a la mañana en la forma de desarrollar la cultura de trabajo, provocando que muchas personas tuviéramos que aprender a desarrollar habilidades técnicas y de conocimiento de tecnología que era “algo que era quizá algo bueno”, hoy es la forma del fondo. Se deberá de apelar profundamente a un sistema ético en el desarrollo de las labores, y cobra un sentido especial el profesionalismo con el que todos debemos de desarrollar nuestro trabajo; esto también pondrá a prueba que la misión, visión y valores de los que vive una organización. 

Nuestra sociedad empresarial también está aprendiendo. Ante la emergencia, los modelos tradicionales de comercialización se quedaron en estado estático, la innovación y disrupción en la oferta de productos y servicios se dá como un resultado de una nueva forma de pensamiento estratégico; el juego de la competitividad se redefinió y ahora se expresa en términos de seguridad en la compra así como la velocidad para tener la propiedad del bien o servicio. Nuestra cultura se precia de tener un enfoque fuerte en el servicio al cliente, ahora demanda también innovación y agresividad para aplicación de conceptos “fuera de la caja”.

Tiempo también para poner a punto la responsabilidad social de las empresa. Esa parte que ha sido amenazada por las imposiciones gubernamentales a nivel federal de apretar la forma recaudatoria, sin ponerse a reflexionar en el duro impacto que tendrá sobre la base que sustenta el gravamen que cobra. La reacción empresarial ha sido muy buena, ofrecen posponer pagos, condonar intereses, ofrecer descuentos, apertura para negociar pagos; el ente empresarial ha respondido de forma empática a esta grave crisis, incluso; sosteniendo sueldos aun y cuando las condiciones de consumo están sumamente afectadas. 

Sin tiempos de aprendizaje empático, del aprendizaje que nos debe llevar a reflexionar de los errores para salir fortalecidos de los retos.

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