Opinión

Derechos Humanos en Juárez, una asignatura pendiente

En días pasados el Colegio de la Frontera Norte invitó a un diálogo entre un grupo muldisciplinario de activistas...

Carlos Murillo
Abogado

domingo, 06 octubre 2019 | 06:00

En días pasados el Colegio de la Frontera Norte invitó a un diálogo entre un grupo muldisciplinario de activistas, autoridades, instituciones y académicos relacionados con los Derechos Humanos (DDHH) en Ciudad Juárez, con la finalidad de integrar una red de derechohumanistas.

El primer gran reto del día fue intercambiar miradas sobre los DDHH. Quienes participamos, realizamos actividades que tienen el mismo eje transversal. Sin embargo, cuando necesitamos explicar cuál es ese punto de unión –en este caso los DDHH–; hay coincidencias, pero son muchas también las divergencias. Quizá es más fácil decir lo que no son los DDHH.

La razón de esta pluralidad de ideas, es porque los DDHH son como el ser humano, complejos y contradictorios. Sin embargo, en este diálogo encontramos tres grandes grupos de miradas sobre los DDHH. Hay quienes dicen que los DDHH están en el sistema jurídico, tanto nacional como internacional, es una visión legalista que se conforma con verlos escritos en un instrumento jurídico; otro grupo, considera que los DDHH en el papel son promesas y que únicamente los derechos que el Estado garantiza pueden considerarse DDHH; y, una tercera posición, son quienes consideran necesario un activismo que permita visibilizar las violaciones a los DDHH para presionar al Estado y que, así, se garantice el cumplimiento de estos derechos.

Entre estas tres posiciones hay puentes, pero también hay brechas que los separan. Lo importante, para esta red de DDHH que se está conformando en Ciudad Juárez, es privilegiar las coincidencias, sobre las divergencias.

Otro de los puntos de unión entre los participantes, fue el enfoque con los grupos en situación de vulnerabilidad ya que, de todas las violaciones a los DDHH que se presentan en nuestra ciudad, es con estos grupos que es más necesario el trabajo comunitario, en ese sentido, la agenda que se está construyendo está dividida en juventudes, justicia, migraciones, equidad de género, pueblos originarios, comunidad LGTTTBQ+ y personas de la tercera edad.

En cuanto a las personas que participan en la mesa por parte de la sociedad civil, hay tres grandes grupos; el primero, tiene una tradición centenaria, es el altruismo religioso, que desde la época de la colonización española tiene el interés de cumplir con la misión humanista, es por eso que se relacionan con temas como migración, tortura, educación, primera infancia, pueblos originarios y adicciones; por otro lado, están los grupos de sociólogos y trabajadores sociales, influidos por la teoría de la liberación, que se proponen emancipar a la sociedad a través de la educación, con un pensamiento de izquierda progresista, ellos también se relacionan con juventudes, violencia de género, justicia, derechos sobre el territorio, medio ambiente y educación; finalmente, otro gran grupo de la sociedad civil, son los empresarios, aquí se concentra la administración de los recursos que el Estado, los empresarios y los organismos internacionales invierten en seguridad, desarrollo social y justicia.

Por otro lado, están las Comisiones Estatal y Nacional de DDHH, su función principal es participar como observadores en las relaciones que hay entre el Estado y el gobernado, principalmente en los procesos de justicia, y, eventualmente, emiten recomendaciones, pero sus facultades, como la de instituciones autónomas de este tipo, se limitan a un trabajo de gabinete que difícilmente logran ser significativas, probablemente, las limitaciones legales que tienen son en una camisa de fuerza.

En el caso de los académicos, generalmente se encuentran desvinculados del trabajo de campo, muchos de los docentes son fervientes promotores de los DDHH en las aulas, pero no tienen mayor vinculación con la realidad, ni participan en proyectos comunitarios, ni en procesos de justicia. El reto que tenemos los académicos es romper esa dinámica.

Y, finalmente, el Estado donde un grupo minoritario de funcionarios intenta garantizar los DDHH –desde oficinas que atienden a segmentos de la población en situación de vulnerabilidad–, pero otro grupo mayoritario son autoridades que violentan con frecuencia los DDHH. En esa contradicción constante del policía bueno y el policía malo se debate el Estado.

Algo que debemos tener claro es que el Estado es una organización política que ejerce el poder y, en esa lógica, usa la violencia para someter a los propios ciudadanos. Las autoridades, por regla general, imponen sus decisiones a los gobernados y, eventualmente, lo pueden hacer usando la violencia. Por otro lado, la visión romántica del Estado benefactor es un discurso que busca legitimar a un gobierno, pero regularmente falla.

Entonces, estos son los actores visibles que promueven los Derechos Humanos desde miradas distintas, desde trincheras diversas y desde alcances variables, pero todos tienen un punto de unión, desean un lugar más justo, con más oportunidades para todas y todos.

Ahora, lo que sigue es intentar articularnos, mantener estos puentes de comunicación, fortalecerlos y sobre todo, convertirlos en caminos útiles para la justicia en nuestras comunidades; esa es la esperanza.

Al final, más allá de las definiciones de DDHH o de lo que hacemos, coincidimos que es indispensable la buena voluntad para que esta red nos permita aprender de los errores del pasado, pero también de las buenas prácticas que permiten alcanzar las metas.

Y, más que una ambigüedad, entendemos que cada postura sobre los DDHH tiene validez mientras tenga los principios éticos de la humanidad, que para Kant se pueden resumir en dos imperativos categóricos: no hagas lo que no quieras que te hagan y piensa si lo que vas a hacer es tan valioso para la sociedad que debería convertirse en un principio general.

El compromiso de todos y de todas, es mantener la lucha contra la discriminación, la desigualdad, la intolerancia, la injusticia, la corrupción, la violencia, la impunidad, el autoritarismo, la demagogia y la pobreza, estamos en contra de las miserias humanas en cualquiera de sus versiones, porque eso nos lastima todos.

En este sentido, los DDHH en Ciudad Juárez son una asignatura pendiente, porque no hemos logrado garantizar la paz, la seguridad y la justicia. Pero es un deber ético seguir luchando.

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