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Opinión

Cultura de la paz para el buen vivir

Del duelo del divorcio a la apreciación del cónyuge

Es alentador observar a las parejas a punto de divorciarse platicar tranquilamente de sus cosas que hasta puede sonar increíble, pero sucede

Margarita Patricia Velázquez Osuna

lunes, 26 julio 2021 | 06:31

Es alentador observar a las parejas a punto de divorciarse platicar tranquilamente de sus cosas que hasta puede sonar increíble, pero sucede. 

El mes pasado, Cecilia solicitó el servicio de mediación para tramitar su divorcio tras 2 años de separación. En la entrevista inicial, platicó que cuando ella y Sebastián se conocieron, compartían su viudez y la paternidad de hijos mayores de edad; como disfrutaban estar juntos, decidieron casarse.   

Al principio todo era lindo, hasta que la hija menor de Sebastián les pidió asilo porque su marido la maltrataba a ella y a sus hijos. Esto incrementó las visitas de los demás hijos y aumentó el entrometimiento de ellos en su relación hasta llegar a ser insoportable para Cecilia, sobre todo porque Sebastián no se animaba a ponerles el alto a sus hijos por temor a perder su amor, así que Cecilia decidió dejarlo.

El proyecto de vida que ellos planearon se perdió, y al parecer ambos todavía sufren su duelo. 

En una mediación de conflictos familiares usualmente se reciben duelos, se escuchan historias donde, por lo general, la persona que la cuenta es la buena y culpa a las demás por todas sus desgracias. Si bien las partes necesitan apoyo y percibir que son comprendidas, también les es útil salir de la mediación, en medida de lo posible, con una nueva mirada de sí mismos y de los demás, para sanar y reconocer su experiencia como un aprendizaje para convertirse en mejor persona.

Para que esto suceda, es necesario que el o la mediadora pueda ayudar a las partes a tomar conciencia de su protagonismo en el conflicto, sobre lo que dijeron o dejaron de decir, sobre lo que hicieron o dejaron de hacer, sobre lo que hoy lamentan. Para facilitar este proceso hay que acompañarlos a que contacten con las vulnerabilidades propias y con las de los demás para que humanicen a la otra persona. Todo esto fortalece tanto la estima y dignidad propias como las de la otra parte. 

Pero ¿cómo lograr esto?

Es un proceso que se va construyendo en andamiaje, usualmente en 3 sesiones, dos individuales y una conjunta. Se recomienda que todo lo siguiente se dé sin importar el orden, a excepción del primer punto: 

1. Asegura un entorno de expresión seguro para el crecimiento, el descubrimiento y la transformación. 

2. Reconoce las aportaciones positivas de las partes, para que identifiquen y aprecien sus fortalezas y su potencial

3. Presta atención en lo que dicen y en lo que no expresan, sus matices y significados.

4. Aprovecha lo que sucede en la sesión para facilitar la conciencia de acciones positivas y apropiadas.

5. Pon atención sobre cómo comunican su compromiso e intereses; repíteselos enfatizando.

6. Clarifica significados, malentendidos y sobreentendidos.

7. Reenfócalos en lo que quieren resolver.

8. Invítalos a pensar en más opciones.

9. Ayúdalos a identificar y construir las relaciones y sistemas de apoyo que harán sostenible su progreso.

De esta manera se logra que las partes reconozcan su valor personal y aprecien el valor de los demás en la solución de su conflicto.

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Cultura por la Paz es un proyecto de El Diario de Juárez en alianza con el Tecnológico Nacional de México, campus Juárez;  el Comité de Pacificación  y Bienestar Social (Copabis), y el Centro Familiar para  la Integración y Crecimiento A. C. (CFIC).

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