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Opinión

Ya es momento

Debemos avanzar

Lo que comentaré a continuación, puede causar posiciones encontradas entre la sociedad; me referiré a los códigos de vestimenta en las escuelas

Kenya Durán
Catedrática

viernes, 17 marzo 2023 | 06:00

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Ciudad de México.- Lo que comentaré a continuación, puede causar posiciones encontradas entre la sociedad; me referiré a los códigos de vestimenta en las escuelas. Hay factores de seguridad, que incidieron en la determinación del uso de uniformes, tanto en instituciones públicas, como privadas, desde el nivel preescolar hasta el medio superior (preparatoria); no así, en el nivel universitario y de posgrados. Voy de acuerdo también, en que es formativo y un asunto de disciplina interna, para que los niños y jóvenes se identifiquen con su institución, se formen en valores, no hagan distinción entre compañeros, con motivo de las marcas, tipos o colores de su ropa, evitar el clasismo y muchas otras circunstancias que se previenen con la implementación de un uniforme.

Esto viene a colación, por una situación de violencia de género.

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En específico, hago alusión a la experimentada en días recientes, por una joven de Oaxaca, a quien los padres de familia y docentes de una telesecundaria, de nombre “José Vasconcelos” (irónicamente),  no le permiten el acceso a la educación, solamente por llevar pantalón y no falda a su escuela.

Qué de malo tiene, que Paola porte una prenda de vestir u otra. Usar falda, vestido, pantalón o short, no la hace ni más, ni menos, inteligente o capaz. Ni significa que tenga una conducta inapropiada o beligerante. No está dañando derechos de terceros. No la convierte en otra persona. Ni siquiera tiene que ver -necesariamente-, con una preferencia sexual. Esta señorita fue objeto de burlas y discriminación. Tuvo que recurrir a autoridades judiciales, quienes resolvieron que podía asistir, -sin problema-, usando pantalón; posterior a ello, le cerraron el paso en las puertas de su escuela. Suspendieron clases. Llevaron el asunto a evaluación del cabildo municipal. Mediante un reglamento interior, están pasando por alto lo establecido en la Ley General de Educación, que da libertad de portar o no el uniforme, sin que eso sea condicionante para el acceso a la educación.

Sin ofender a nadie, les comparto una expresión que alguna vez utilicé con mis alumnos de maestría: “ser rendichica, no te quita el ser princesa”. En alusión a que puedes dedicarte a cualquier oficio, profesión o actividad, en plena libertad laboral. No hay distinción o no debe haberla. En este caso específico, refiriéndome a la noble tarea de ser despachador de una gasolinera. No hay razón para dejar de lado tu propia feminidad, por dedicarse a actividades que en otro tiempo eran atribuibles solamente a los varones.

Considero que debemos avanzar. 

Aún tenemos muchos estereotipos en nuestra sociedad. Hasta el siglo pasado, no era permitido que las mujeres vistiesen con pantalón, mucho menos, mezclilla y ahora prácticamente todas, usamos esta prenda casi a diario. Todavía hay quienes se “espantan”, al ver a una persona de género masculino, con maquillaje, uñas pintadas, cabello largo y prendas de vestir femeninas. Existe aún intolerancia, hacia personas de la comunidad LGBTTTQ+.

Hablamos mucho de evolución, de avances tecnológicos, de nuevas formas de ser, de progreso, de desarrollo, de comunicación y redes sociales. Y, sin embargo, aún seguimos estancados en algunos aspectos, como el que ahora estoy comentando.

Hace unos días, en una plática con mi hija de 21 años, hablábamos de que aún en este tiempo, seguimos con estigmas. No hablo mal de nadie en específico, pero sí me llama la atención, que las jovencitas, que pertenecen a una nueva generación, más abierta, más libre, anden organizando “la revelación del sexo del bebé”, con humo rosa si es niña y humo azul si es niño. Si quieren celebrar con sus familiares y amigos algo tan trascendental como la llegada de un ser humano a este mundo; adelante; están en libertad de hacerlo, de la manera en que cada quien lo decida. Solo digo, que, debemos avanzar, y desde ahora y en adelante, ir rompiendo esos paradigmas que distinguen a las personas mediante un color. Creo que, como seres humanos, nuestras potencialidades, creencias, conocimientos y pensamientos, son superiores a una definición con base en un color. No debería haber exclusividad en ello. Tan varonil puede verse un caballero de camisa rosa. Como tan femenina puede verse una mujer en traje azul. 

La forma y color de tu vestimenta, no debe ser motivo de burla, de escarnio, de discriminación y mucho menos, de violencia, no solo hacia las mujeres, sino, hacia nadie. Debe prevalecer el respeto y la tolerancia.

Ya es momento, de avanzar como sociedad. De romper esquemas anquilosados. Momento de valorar y apreciar a las personas, por el simple hecho de ser personas. Ya es momento, de respetarnos unos a otros, independientemente de cuestiones de género o preferencias.

Ya es momento…

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