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Opinión

De política y cosas peores | ¿Cómo sabes que traigo dinero?

El indigente del pueblo halló tirada una cartera que contenía varios billetes de alta denominación

Armando Fuentes
Escritor

domingo, 24 octubre 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- Doña Trisagia era señora muy piadosa, devota e iglesiera. Por eso sus amigas, socias como ella de la Cofradía de la Reverberación, se sorprendieron cuando les anunció que iba a hacer un viaje a Las Vegas. No les comunicó su secreta intención: había oído decir que Las Vegas era "La Ciudad del Pecado", y quería conocerla para luego huir de ella. A ese propósito ahorró durante cuatro años. Cumplió su deseo: hizo el viaje por todo lo alto, en línea aérea de lujo, y se hospedó en uno de los mejores hoteles. De regreso en el pueblo sus compañeras organizaron una merienda con tamales y atole champurrado a fin de que les contara las experiencias de su viaje. "Vengo escandalizada -manifestó doña Trisagia-. Las Vegas es verdaderamente la meca del vicio, la crápula y la perdición. Hay hombres que en plena calle besan a otros hombres. Les dicen 'gays'. Hay mujeres que en público besan a otras mujeres. Les dicen 'lesbianas'.  Hay muchachas guapas que cobran por acostarse con hombres que podrían ser sus padres. Les dicen 'call girls'. Y hay mancebos jóvenes y apuestos que por dinero les dan sexo a señoras mucho mayores que ellos".  Preguntó una de las amigas: "Y a ésos ¿cómo les dicen?". Contestó doña Trisagia. "No sé las demás. Al mío yo le decía 'darling'". "Queremos comprarles todas sus tierras -le dijo el enviado del gobierno a Toro Sentado,  el gran jefe de los pieles rojas-. Les daremos 100 dólares por ellas". Con voz grave respondió el guerrero "Ojo de pato". Prosiguió el comisionado: "También queremos comprarles sus montañas, pues nuestros hombres han descubierto ahí unas feas piedras de color amarillo que a ustedes no les interesan y a nosotros sí. Por las montañas les pagaremos 75 dólares". "Ojo de pato" -repitió el piel roja, adusto. Continuó el enviado: "Y deseamos también comprarles sus bosques y sus ríos, porque hay en ellos abundancia de animales como castores, zorros plateados y visones, cuyas pieles a nuestras mujeres les gustan mucho, en tanto que las de ustedes sólo aprecian las del búfalo y el oso. A cambio de los ríos y los bosques les daremos 25 dólares, tres damajuanas de whisky de maíz y una navaja". Volvió a decir Toro Sentado: "Ojo de pato". El comisionado no había entendido esa rara expresión, tres veces repetida, y le pidió al intérprete que se la explicara. "Lo que sucede -le dijo el traductor- es que el gran jefe no domina la lengua del hombre blanco, y se le confunden las vocales. Cuando dice 'ojo de pato' lo que en verdad quiere decir es 'hijo de p.". Don Mercurio era dueño de una pequeña fábrica de ropa, tan pequeña que sólo tenía dos vendedores. Cierto día los llamó a su despacho y les habló. "Muchachos: las ventas están muy bajas. Si seguimos así la empresa quebrará. He decidido hacer un concurso entre ustedes. El que en este mes venda más se ganará una noche de placer". Preguntó uno: "Y ¿qué sucederá con el que venda menos?". Contestó don Mercurio: "Ése será el encargado de proporcionarle al ganador la noche de placer". El indigente del pueblo halló tirada una cartera que contenía varios billetes de alta denominación. Se compró ropa finolis y zapatos nuevos, se acicaló, fue a la mejor fonda del villorrio y pidió comida y vino de lo caro. Pagó y dejó una propina generosa. Luego echó a deambular con paso de potentado. De repente sintió en la entrepierna una tumefacción que antes no solía experimentar. En ese preciso instante iba pasando por la casa de mala nota del lugar. Dirigiéndose a su erizada parte le dijo en tono de reconvención: "¿Y 'ora tú? ¿Cómo sabes que traigo dinero?". FIN.

         MIRADOR.

                   Por Armando FUENTES AGUIRRE.

                   Historias de la creación del mundo.

         Adán estaba pensando.

         Al parecer su pensamiento era profundo, pues el hombre estaba sumamente concentrado. Con la mirada perdida en el vacío no miraba nada; todo lo que veía estaba dentro de él.         

         El Espíritu lo encontró así, ocupado en una tarea interior de suma trascendencia. Le iba a preguntar en qué estaba pensando; qué era lo que lo tenía en tal estado de concentración.

         En eso, sin embargo, llegó el Creador y le impuso silencio. 

         -¡Pst! -le dijo-. No lo distraigas, Me está haciendo a su imagen y semejanza.

         ¡Hasta mañana!... 

MANGANITAS.

Por AFA.

". La CFE está en bancarrota.".

         Según varias opiniones

         que el público ya celebra,

         pa' que no se vea la quiebra

         producirán apagones.

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