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Opinión

Cuando la política sí funciona…

No hay nada más remoto y milenario que el conflicto entre los seres humanos

Francisco Ortiz Bello
Analista

domingo, 24 octubre 2021 | 06:00

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No hay nada más remoto y milenario que el conflicto entre los seres humanos. Quizá sea de las pocas cosas que se remontan al origen mismo de la humanidad, lo que hace de esa condición uno de los elementos casi inseparables del ser humano y que, al paso de los siglos, no solo se ha fortalecido y arraigado, sino que se ha convertido en uno de los signos propios de la naturaleza humana.

Todos los seres humanos somos conflictivos, por naturaleza. Unos más otros menos, y algunos que alcanzan niveles de espanto, pero todos adolecemos de lo mismo, de esa proclividad a entrar en estado combativo, belicoso, beligerante, a la menor provocación y casi por cualquier razón.

Pero ¿qué es el conflicto? De acuerdo con la gran mayoría de diccionarios temáticos o conceptuales, es una situación, permanente o temporal, en la que dos o más personas entran en confrontación, abierta o soterrada, debido a diferencias en opiniones, intereses, creencias políticas o religiosas, causas o pensamientos, o hasta por sentirse inseguros unos de otros, lo que los lleva a todos a manifestaciones de enfrentamiento, violencia, agresividad o clara animadversión hacia el otro u otros. Eso es un conflicto, ni más ni menos.

Debo decir que, según la mayoría de teorías o estudios psicológicos sobre la conducta humana, el conflicto por sí mismo no es bueno, ni malo, carece en su naturaleza propia de alguna connotación intrínseca, positiva o negativa, sólo es eso, una situación de desencuentro, de diferencia, de disociación de intereses, que fácilmente puede ser superado mediante el diálogo y el acuerdo.

De hecho, así es como todas las sociedades o comunidades en el mundo han crecido y alcanzado altos niveles de civilización, es decir, una gran capacidad de convivencia social sana, armónica, ordenada, creativa, productiva y organizada, logrando superar las múltiples diferencias entre sus individuos.

El conflicto pues, ha sido el catalizador de mecanismos y sistemas que le han facilitado a la sociedad su desarrollo integral, cuando encuentra el cauce adecuado. 

Sin embargo, también existe la otra posibilidad, que ante la intensidad de las diferencias o de los reclamos, o de las actitudes de confrontación, las personas en conflicto no encuentren la salida idónea y, entonces, se deriva en un rompimiento total de cualquier vía de comunicación, en una mezcla fatal de resentimiento, ira y sed de venganza, lo que invariablemente lleva a situaciones en extremo riesgosas por la volatilidad de las emociones, que pueden incluso desencadenar en agresiones físicas o consecuencias peores aun.

Una vez analizado lo anterior y entendiendo que el conflicto es parte de la naturaleza humana, solo queda preguntarnos ¿por qué un conflicto no se podría resolver? Básicamente por una sola razón: comunicación. Ya sea que esta no exista de plano o que sea defectuosa, insuficiente, pero siempre será la comunicación, en un sentido o en otro, el factor determinante en la resolución de conflictos.

Una vez respondida la pregunta anterior, el siguiente cuestionamiento sería ¿Qué motivo o motivos originan la falta de comunicación entre dos o más personas en conflicto?

Pueden ser varios, entre los más comunes destacan la soberbia, el temor, el desconocimiento, los prejuicios o causas inducidas, entre los más comunes, siendo la primera de ellas la más frecuente causa de incomunicación entre personas.

En efecto, un exceso en el sentimiento de autovaloración de las personas por sobre los demás, traducido como soberbia u orgullo, nos lleva a bloquear desde nuestra visión, cualquier posibilidad de comunicación con quien, sentimos o creemos, nos está confrontando o agrediendo con sus ideas o intereses, y entonces, en automático activamos la estrategia defensiva con un tajante “pues si quiere que me busque él (o ella), porque yo no tengo porque buscarlo”, y el otro u otros, pensando exactamente lo mismo. Comunicación completamente bloqueada, el conflicto crece a niveles insospechados.

Es precisamente cuando la política, como disciplina social, encuentra su razón de ser. Para Maquiavelo en De Principatibus (El Príncipe), la política es el territorio natural para que las personas encuentren la solución a sus diferencias, para conciliar intereses disímbolos, para alcanzar acuerdos, ya que para el florentino el fin último es mucho más importante, trascendente, que los fines intermedios, de ahí que se le considere el padre de la politología moderna.

Para Carl Schmidt, politólogo postmoderno, la política se reduce al antagonismo amigo/enemigo que conlleva la necesaria dualidad de la comunicación/no comunicación, pero que se acerca mucho al Príncipe en cuanto a la definición de establecer estrechos vínculos de comunicación para unificar ideas, proyectos, intereses, etcétera.

En fin, hay una enorme variedad de pensadores, politólogos y estudiosos del tema que han escrito sobre la definición o significado de política, pero casi todos más o menos coinciden en lo fundamental: es una actividad del ser humano mediante la que se logran acuerdos, puntos comunes, entre posturas distintas o hasta antagónicas.

Y aquí en Chihuahua, recientemente, acabamos de ser testigos de la mejor demostración sobre lo que es la política en la práctica y en la realidad, y la forma correcta de practicarla. 

Luego de poco más de un año de un acendrado conflicto por el agua de las presas de la región centro-sur del estado, el pasado viernes la gobernadora del estado Maru Campos anunció el fin de la “guerra por el agua” en el estado, mediante un importante acuerdo político de alto nivel.

“La política se trata de unir por encima de las diferencias y construir acuerdos; estamos aquí para darle vuelta a un instante complejo en la historia de Chihuahua y poner en el centro lo que más importa, que son los ciudadanos”, dijo la gobernadora al salir del despacho del secretario de gobernación, Adán Augusto López.

“Yo felicito la actitud de la gobernadora, su convicción, ella sabe hacer política, y a su equipo de trabajo, pero si no hubiese la convicción de ella con esa altura de miras, con visión social, pues esto no hubiera sido posible”, dijo el Secretario López Hernández.

Recordaremos que este conflicto por el agua de las presas, iniciado en septiembre de 2020, se recrudeció a niveles de tragedia, cuando un joven matrimonio que participó en las manifestaciones en defensa del agua, fue baleado por elementos de la Guardia Nacional, perdiendo la vida Jessica Silva, además llevó a prisión a tres productores del municipio de La Cruz: Rosendo Lerma Lechuga, Juan Lechuga Montes y Juan Rivera Márquez, asimismo al líder de los módulos de riego, Andrés Valles.

La gobernadora del estado y el secretario de gobernación, firmaron el convenio para establecer un marco de paz y canales de comunicación con el fin de fijar por las vías legales la preliberación de los productores que se mantienen presos por el problema del agua, así como retirar el bloqueo de las instalaciones de La Boquilla, en el municipio de San Francisco de Conchos, tomadas desde hace más de un año.

En resumen, por la vía del diálogo, la apertura y la negociación política se alcanza un acuerdo legal que permite resarcir, en la medida de lo posible, los daños que cada una de las partes involucradas sufrió, pero, sobre todo, establece una ruta futura de diálogo, coordinación y colaboración que impida que algo similar vuelva a ocurrir. La política al servicio de la sociedad. La Real Politik.

Al final de cuentas, poco importa qué hizo cada uno de los involucrados para alcanzar este memorable acuerdo, lo que todos recordaremos es que cada uno contribuyó con algo en el ámbito de sus funciones y representatividad, logrando así que termine una etapa desagradable en la relación estado-federación.

Se puede decir mucho sobre esto, pero ante la contundencia de los hechos, no me queda más que expresar un amplio reconocimiento, desde la visión periodística, a la gobernadora María Eugenia Campos, al delegado del Gobierno de México en Chihuahua, Juan Carlos Loera, al secretario de Gobernación Adán Augusto López, a los líderes agrarios como Salvador Alcantar o Alexa Jiménez, porque todos tuvieron la altura de miras y de espíritu, para vencer cada uno sus propios egos o intereses en bien de todos los chihuahuenses. Ojalá sigamos por ese rumbo. ¡Enhorabuena!

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