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Opinión

Corral ¿bienvenido en Morena y la 4T?

Ni cómo ayudarles. Fue el presidente López Obrador quien reabrió la cloaca al mencionar a Javier Corral como uno de los posibles receptores de una designación en el servicio exterior

Luis Javier Valero Flores
Analista

domingo, 23 enero 2022 | 06:00

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Opacidad e irresponsabilidad en el manejo de la salud del presidente

Ni cómo ayudarles. Fue el presidente López Obrador quien reabrió la cloaca al mencionar a Javier Corral como uno de los posibles receptores de una designación en el servicio exterior. Pero no se pudo, dijo, porque “tiene doble nacionalidad”.

Esa mención, además de las implicaciones legales que despertará, junto con las declaraciones de Javier Corral, ofrecidas en una entrevista al periódico Reforma, evidencian el deferente trato otorgado por el presidente al exgobernador, al que le ofreció -según las declaraciones de Corral- “distintas alternativas para mí”. (Artículo de Mayolo López, 20 enero 2022).

“… me hizo una invitación para participar en su Gobierno, para sumarme a su proyecto, cuando yo estaba en las postrimerías de mi Gobierno”. (Ibídem).

Es de no entenderse la conducta del presidente. 

Luego de despotricar durante años contra la mafia del poder y el PRIANRD, ha llenado, no solo a su gobierno, sino, acaso sea más nocivo, a su partido, -Morena- de miembros de esa triada, en un inusitado e inesperado reciclaje de la clase política por parte de quien menos se hubiese esperado: de la izquierda y su único candidato presidencial triunfante.

¿Se trata de un reciclaje, o de una reconstrucción de la clase política, bajo un nuevo ropaje?

¿Sobre qué base realiza sus evaluaciones el presidente a distintos protagonistas emergidos de esos partidos que le resulten elevadamente positivas, al grado de invitarlos a sumarse a la 4T?

¿Cómo es posible eso?

¿Bajo qué parámetros, que midiesen el buen desempeño de un gobernante como Javier Corral, es que el presidente llegó a la conclusión de la buena actuación gubernamental del aún panista?

No hay un solo aspecto en el que haya obtenido buenas calificaciones, y menos en los dos aspectos que más le gustan al presidente, el del combate a la corrupción y a la desigualdad. 

¿De veras cree AMLO que Chihuahua es menos desigual que cuando Corral llegó al gobierno, o qué hay menos corrupción?

Para llegar a la conclusión de que el exgobernador sería una buena adquisición para su gobierno, bastaría con que le pidiera al director del Inegi (funcionario de todas sus confianzas) para tener una idea aproximada del gobierno del “Nuevo Amanecer”.

Esa medición se haría sobre la base de las cosas mensurables de un gobierno, pero si recurriera a la percepción de los chihuahuenses, se encontraría que menos de 20 de cada 100 encuestados calificaron bien a Javier Corral.

Esa manera de evaluar, subjetiva absolutamente, con toda seguridad, es la aplicada en la selección de los candidatos a las gubernaturas en disputa este año, en las que, de las seis, cuatro de los abanderados provienen, casi directamente, o del PRI, o del PRD, y en este caso, no precisamente de las corrientes perredistas más rescatables.

Y así como de inexplicable es la conducta presidencial, para justificar sus invitaciones, lo es, también, la del delegado del Bienestar en Chihuahua, Juan Carlos Loera.

Loera adujo que Javier Corral “nunca” negó haber nacido en El Paso.

¡Válgame!

Bastaría con que Loera encargase a alguien de su equipo le obtuviera el acta de nacimiento con la que Corral accedió a una diputación local, una federal, una candidatura a gobernador y otra senaduría. 

En todas esas elecciones presentó, ante los organismos electorales, un acta de nacimiento en la que afirma haber nacido en Juárez, luego presentaría otra en la que declara haber nacido en El Paso, Texas.

Así lo dijo el representante del presidente López Obrador en Chihuahua: “… Desde luego que el presidente se ha expresado bien del exgobernador, me parece que la razón (es), todos (sic) lo conocemos, todos (sic) sabemos que Javier Corral nunca ha negado, al igual que muchos fronterizos, que nació en El Paso, si eso no hubiera sucedido, me parece que sería bienvenido en otra posición del gobierno”.

Loera debería haberle presentado al presidente una evaluación del gobierno de Corral, que le sirviera a López Obrador para sustentar sus acciones. 

¿O acaso es que el delegado tiene una evaluación distinta a la de mayoría de los chihuahuenses, de ahí su satisfacción de que el presidente lo hubiese invitado?

¿O es que Corral y Loera saben cosas que no sabemos el resto de los chihuahuenses, entre ellas el rumor que creció a lo largo de la campaña electoral, -desestimado por el escribiente- en el sentido de que el exgobernador apoyó al delegado, de ahí que durante largas semanas, morenistas de distintas regiones del estado impulsaran la campaña “anticorrupción”, en la que el énfasis estaba puesto en combatir a la candidata del PAN, Maru Campos, dejando de lado lo que eran verdaderas corruptelas del gobierno encabezado por Corral, y que una vez finalizada la campaña electoral, los grupos morenistas anticorrupción dejasen de lado sus actividades?

¡Híjole!

Ni modo de catalogar al presidente de ingenuo, o de desinformado y que en función de eso diera a conocer los motivos de la no-designación de Corral.

No, sabía que sus palabras se convertirían en petardazos políticos que golpearían inmisericordemente la línea de flotación del ex gobernador, al PAN y darían margen al enjuiciamiento, no solo político del ex mandatario.

Además ¿qué caso tenía informar de ese hecho pues nadie tenía en mente la probable designación de Corral, luego del rumor de las semanas previas?

Pero ambos políticos -Corral y López Obrador- nos han ofrecido, ahora, suficiente información como para encontrar explicaciones a la conducta del presidente pues, por lo informado por Corral en la entrevista concedida a Reforma podemos inferir la existencia de varias conversaciones entre ellos, en las cuales, con toda seguridad, y no solo para quedar “bien” con el presidente, Corral develó sus críticas al PAN, a la alianza con el PRI y el PRD y, probablemente, matizó sus críticas al presidente y su proyecto de gobierno.

Además, su intención de unirse a Movimiento Ciudadano (MC), partido al que el presidente trata de manera por completo distinta a los otros, lo que en la óptica presidencial podría potenciar -que, junto con la de otros protagonistas, no necesariamente siguiendo a Corral- la pérdida de votos de la alianza opositora, mediante la fractura y divisiones en el blanquiazul.

Tal propósito se ve reforzado con la inocultable presión presidencial al PRI para que vote a favor de su reforma eléctrica, por un lado, y para ello designó a otros exgobernadores priistas como embajadores.

Por otra parte, el inefable Javier Corral, como si fuera un protagonista ajeno a priistas y panistas, tiene la cachaza como para asentar que “… Así sean todos los corruptos del país y hagan un solo frente (el PRIANRD), por más fuerte que sea ese frente, va a ser muy poco probable que triunfen”.

Listo para pontificar, alzándose como el paladín de la moralidad política, reconoce que “hay cientos de compañeros panistas que siguen dando la batalla, que creen que el PAN puede tener remedio, pero yo ya no creo en eso”.

En ese afán de descalificar a todos, dijo que nunca se vio “dentro de Morena porque no sé si ya está igual o peor que el PRIAN”.

Descalifica a todos, menos, por supuesto, a quienes han ido junto a él, en cualquiera de las aventuras políticas emprendidas a lo largo de su vida, pero siempre al lado de su principal impulsor -y quizá el único a su lado a estas alturas-, Pancho Barrio, con quien recorrió el Camino a Santiago, el tradicional rito de los católicos en el que recorren más de 250 kilómetros, allá, en la “Madre patria”.

—o—

MENTIRAS, OPACIDAD E IRRESPONSABILIDADES.- Resultó que el examen “de rutina”, de esa manera informado por el vocero presidencial, efectuado al presidente, era todo, menos rutinario. 

La verdad del incidente fue develada -a medias- por el presidente. 

Dijo que le realizaron una prueba de esfuerzo, 15 días atrás, y que sus cardiólogos indicaron realizarle un cateterismo (para descartar obstrucciones en las arterias coronarias, las que irrigan el corazón). 

Durante largas horas la salud de López Obrador se mantuvo en secreto, en lugar de alertar y poner en funcionamiento todos los mecanismos a fin de que la marcha del gobierno no tuviera contratiempos.

Si los cardiólogos recomendaron un estudio más certero es porque la prueba de esfuerzo monitoreada por el electrocardiograma mostró fallas cardíacas, entre las que podían estar la obstrucción coronaria -que podría desencadenar un infarto cardíaco- o problemas en el ritmo cardíaco, el electrocardiograma desató la preocupación de los médicos, no sin motivo dados los antecedentes del presidente, del infarto previo y de padecer hipertensión, factores a los que deberá sumarse el continuo estrés a que es sometido el presidente.

Frente a panorama tan serio y tan complejo optaron por la vía del ocultamiento y la mentira.

Y ahora el presidente nos sale que ya preparó su testamento político. Pues si es personal no hay objeción, pero si se refiere a lo derivado de su cargo se equivoca. 

En todos los casos -de gobierno o de partido- las decisiones ya no le corresponden, esas estarían en el ámbito de órganos colegiados, el Congreso de la Unión y el Consejo Nacional de Morena, de ninguna manera del modo que se hacen en las monarquías o en las dictaduras.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Fuente de citas hemerográficas antiguas: Información Procesada (INPRO)

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