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Opinión

Construir la paz

Vivimos en una vorágine que nos consume. Nuestros días se pasan muy rápido

Laura Elena García García

lunes, 10 mayo 2021 | 06:00

Vivimos en una vorágine que nos consume. Nuestros días se pasan muy rápido. Cada vez tenemos menos tiempo. Buscamos múltiples formas de ahorrarlo. La modernidad nos ha ayudado. En lugar de una salsa molcajeteada, la hacemos en licuadora; tenemos hornos de microondas que nos ahorran tiempo para calentar comida; los centros comerciales nos ofrecen áreas de comida rápida. Nos desesperamos cuando la computadora tarda en encender o procesar, cuando antes podríamos pasar días en hacer algún trabajo. En muchas familias se ha optado por comprar hecha la cena de navidad en lugar de pasarse horas cocinando. Lo paradójico es que entre más se agilizan estos procesos, menos nos alcanza el tiempo.

Te invito a hacerte las siguientes preguntas: ¿Hace cuánto no llamas a tus seres queridos, familia, amigos por falta de tiempo? ¿Has pensado que es mejor mandarles un mensaje de voz que llamarles porque te entretienes? ¿Platicas con tus hijos, con tu esposo o esposa? Vivir tan aprisa nos ha llevado a perder espacios que son muy importantes en nuestras vidas. Es muy probable que nos estemos perdiendo de lo más importante de nuestra existencia por llevar este ritmo y que nuestras interacciones con los demás se tornen agresivas y/o violentas.

Martin Seligman, pionero de la psicología positiva, menciona que para ser felices es importante considerar tres aspectos: un rango fijo de felicidad, las circunstancias de la vida y la voluntad. Con rango fijo de la felicidad se refiere a una predisposición heredada que tenemos los seres humanos para llegar a un máximo de felicidad. A partir de muchas investigaciones, llega a la conclusión de que este rango puede ser modificado mínimamente. Entre las circunstancias de la vida que él contempla están: situación económica, estar casado, contar con una red social y tener alguna adscripción religiosa. Tras indagar en estas cuestiones, menciona que tener dinero incide en la felicidad de la personas si para ésta el dinero es importante; de los otros aspectos observa que si bien quienes están casados (y llevan un matrimonio satisfactorio), los que cuentan con una red social y los que tienen alguna religión suelen ser más felices, no se ha comprobado que estos factores en sí incidan en la felicidad. Queda el aspecto de la voluntad, que de acuerdo con el autor, es la manera en que gestionamos nuestro presente y apreciamos nuestro pasado y futuro. Estos sí incide en el aumento de felicidad.

Me detendré en la forma de gestionar el presente. Seligman recomienda desacelerar, incluso pausar para disfrutar. Simplificarnos tanto la vida le ha restado gratificación. A veces no nos percatamos de lo que dejamos fuera al ahorrarnos tiempo. Por ejemplo, la elaboración de la cena navideña comprende un espacio de convivencia que se queda fuera si se compra hecha; ir a comer al área de comida rápida anula la sobremesa. Otro aspecto importante que señala el autor es en lo fundamental llevar una vida gratificante. Esto tiene que ver con hacer algo que nos edifique, nos llene de satisfacción. Estas acciones casi siempre involucran al otro, desde tener una muestra de amabilidad hasta apoyarlo, ser solidario; este tipo de acciones nos llena de felicidad que perdura. Recuerdo en el terremoto del 2017, entre tanta tragedia el contraste de lo sublime, las personas que ayudaron a encontrar a las que estaban enterradas, el silencio amoroso que se hacía ante la sospecha de alguien con vida. Considero que esta forma de proceder promueve el amor y construye la paz. ¿Qué tanto de esto hay en tu vida? ¿Cómo sería incorporarlo?

Cultura para la Paz es un proyecto de El Diario de Juárez en alianza con el Tecnológico Nacional de México, campus Juárez, el Comité de 

Pacificación y Bienestar Social (Copabis) y el Centro Familiar para la integración y Crecimiento A. C. (CFIC).

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