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Opinión

Chihuahua, una ínsula

Indudablemente Morena es hoy el partido dominante, de un modo que recuerda algunos de los mejores momentos del PRI del viejo régimen

Luis Javier Valero Flores
Analista

domingo, 13 junio 2021 | 06:00

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Indudablemente Morena es hoy el partido dominante, de un modo que recuerda algunos de los mejores momentos del PRI del viejo régimen.

Sus triunfos ocultan que una parte importante de los electores, incluso en los lugares en los que obtuvo aplastantes victorias, votó por la oposición. Los números finales de la elección federal así lo demuestran. 

Lo que se apreciaba en la discusión pública, de que existía una febril y fuerte polarización, está evidenciado por la decisión de los electores: 

PAN, PRI y PRD obtuvieron 19 millones 477 mil votos, equivalentes al 39.61% de la votación, en tanto que Morena, PT, PVEM y PES (que aunque formalmente no estaba en la coalición gubernamental, se inscribe en ésta) obtuvieron 22 millones 378 mil votos, igual al 45.51% de la votación.

De ninguna manera se regatea que Morena haya alcanzado 16 gubernaturas (a las que podrían sumarse, -si así lo deciden los dirigentes partidarios y los gobernantes- Morelos, en manos del PES, y San Luis Potosí, en las del Verde Ecologista), la mayoría en 20 legislaturas locales y ser la primera minoría en la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores, con la posibilidad de alcanzar “acuerdos” que le permitieran obtener las mayorías absoluta o calificada en los momentos que así lo requiriera.

Es probable que en algunos estados en los que triunfó Morena, el electorado, en las elecciones estatales, apenas esté aplicando el voto de castigo a los gobernantes locales, lo que podría explicar los resultados de prácticamente toda la costa del Pacífico, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit (en el que, coincidentemente, el mismo día de la elección se diera a conocer la detención del exgobernador, Roberto Sandoval), Colima, Guerrero y Michoacán (en caso de concretarse los triunfos de los candidatos morenistas), además de obtener 7 diputaciones federales en Jalisco, igual que MC, por 6 de los opositores.

Semejante explicación también podría usarse para Campeche y Tamaulipas en el otro lado del país, en el supuesto que se confirme el triunfo de la morenista Layda Sansores, con lo que ese estado tendría, por primera vez, un gobernante no priista y, en el de Tamaulipas, que constituye una de las mayores sorpresas de la elección pues Morena ganó la mayoría de las diputaciones federales y locales en juego.

Por si fuera poco, en las elecciones federales de Oaxaca y Chiapas, el partido gubernamental arrasó, excepto en las alcaldías chiapanecas en las que llevaba ventaja el PVEM.

Se consolida la dominancia morenista en el Golfo de México, pues los triunfos en Tamaulipas se suman a los obtenidos en Veracruz, Tabasco y el ya mencionado Campeche, además de ganar 2 de los 5 distritos en Yucatán.

No es poca cosa.

Pero la derrota mayor es en la Ciudad de México y la zona conurbada del EdoMex. 

En la capital del país perdió la mitad de las diputaciones federales. Gobernará solamente 7 de los 16 municipios existentes. La oposición dirigirá las alcaldías que generan el 84% del impuesto predial.

El partido de López Obrador es, además, mayoría en la Asamblea de Representantes de la Cd de México al obtener el triunfo en 19 de los 33 distritos locales y no obstante mantener la mayoría de los distritos federales del Estado de México (24 de 41), en el Congreso local Morena y sus aliados ganan en 22 distritos y los opositores en 23 (con datos del PREP).

A esos resultados se le suman los obtenidos por la oposición en los municipios de Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Huixquilucan, Cuautitlán Izcalli, Toluca y Metepec. 

A cambio, el morenaje triunfó en el oriente (Texcoco, Chalco, Nezahualcóyotl y otros municipios). En total, los opositores obtuvieron 77 alcaldías, por 36 de los oficialistas.

A pesar de la derrota del PRI en las 8 gubernaturas que poseía, este partido se alzó como el triunfador indiscutible de los municipios del EdoMex y, al igual que el PAN, elevó el número de diputaciones federales.

En tan diverso panorama, Chihuahua se convirtió en una de las excepciones, en el que un conjunto de factores adversos al morenaje se acumularon para hacer posible el triunfo de los candidatos opositores: Ganaron en 6 de los 9 distritos federales, en 14 de los 22 locales y en 50 de los municipios, además de una contundente victoria al gobierno del estado.

¿Qué hizo posible la victoria de una candidata sujeta a un proceso penal, acusada de estar vinculada al ex gobernador Duarte -y no sólo por la supuesta inclusión en la nómina secreta- y de ser hostigada severamente por el gobernador Corral?

¿Cómo fue posible que, a pesar de que alrededor de 600 mil chihuahuenses sean beneficiarios de los programas de Bienestar del gobierno federal, el candidato de Morena al gobierno de Chihuahua apenas obtenga un poco más de la mitad de esa cantidad en votos?

Destacan dos explicaciones: Primero, el importante rechazo de la mayoría de los chihuahuenses al gobierno de López Obrador y, segundo, el que lo anterior fue estimulado por un hecho incontrastable, el de la entrega del agua de las presas del Conchos a los EU, decisión que estimuló el siempre presente regionalismo en la entidad y la nunca desaparecida sensación de abandono por la federación, estimulada ahora por la abrupta disminución o desaparición de los distintos programas y presupuestos federales dirigidos a los municipios y a los productores del campo.

Seguramente factor central en la derrota morenista en Chihuahua y la capital del país, es la incapacidad del presidente López Obrador para interpretar a la sociedad, más allá de los sectores a los que su gobierno apoya directamente.

Ahora, para explicar la derrota de Morena, allá en el centro del país, recurrió al mismo argumento usado para explicar las razones del surgimiento del fuerte rechazo a la extracción del agua de las presas de la localidad: El de que las capas medias fueron manipuladas por la prensa y sus adversarios, tal y como lo dijo en varias ocasiones en el movimiento por el agua de Chihuahua, cuando les espetó a los productores ser manipulados por la oposición, explicación que fue secundada por el candidato de Morena.

No, el rechazo al gobierno de López Obrador en Chihuahua llevó a que una mayoría de electores votaran por Maru Campos a pesar de la vinculación a proceso. 

No les importó, y en esa decisión, seguramente, pesó notablemente el hecho de que se convirtió, porque Javier Corral así lo determinó, en la principal opositora al actual gobernante, en tanto que Juan Carlos Loera y sus principales colaboradores, a lo largo de muchos meses, crearon la percepción de ser de los principales aliados del mandatario del “Nuevo Amanecer” chihuahuense.

Solo hasta que estalló el conflicto de las presas, Loera y los diputados de Morena se convirtieron en opositores a Corral.

Hay otros dos factores que explican que Morena de Chihuahua no forme parte de la oleada nacional: Fuera de las candidaturas en las alcaldías de Juárez y Chihuahua, la mala selección de candidatos y la catastrófica política de alianzas.

Ahora es evidente que se equivocaron en la selección de candidato a gobernador -y de muchos puestos-. En cambio, sus adversarios seleccionaron a su candidata más competitiva, lo que llevó a la exasperación política al gobernador.

Hoy lo están pagando.

Así, a muchos chihuahuenses se les despejaron las opciones, pues votar en contra del presidente y del gobernador en un solo acto se constituyó en, quizá, el factor central para la definición electoral, pues eran los gobernantes con las peores calificaciones en Chihuahua.

Intencionalmente se ha dejado al final lo que es un hecho indubitable. El de que la mayoría de la sociedad chihuahuense ha dado un giro a la derecha, (corriente política en la que se inscribe la ahora ganadora de la elección, de ahí el caudal de votos obtenidos) y no solo porque ya existía una base social para ello, sino porque a ese fortalecimiento ha contribuido, como pocos, el presidente López Obrador, a quien identifican como de izquierda.

No lo es.

Finalmente, y quizá en Chihuahua no haya sido factor central, pero en el Valle de México sin duda lo fue, el del absolutamente equivocado manejo de la pandemia.

Tan solo en el mes de enero de este año, 11 mil personas murieron a causa de la pandemia en la Ciudad de México, muchas de ellas a bordo de los vehículos; otras en sus casas, o en las afueras de los hospitales; al tiempo que decenas de miles deambulaban por la ciudad en busca de una cama hospitalaria para sus enfermos, en tanto que decenas de miles hacían interminables filas para obtener el preciado oxígeno que significaba la diferencia entre la vida y la muerte.

Esas son las verdaderas explicaciones a la debacle electoral morenista y no el giro “al conservadurismo” de las capas medias de la Ciudad de México, aducido por López Obrador.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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