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Opinión

OPINIÓN

Cayó de la gracia por echarse más que un ‘coyotito’

En repetidas ocasiones su jefe de escoltas, el capitán Jesús Manuel Escamilla León, ha sido sorprendido en el área de monitores echándose algún coyotito o de plano profundamente dormido

LA COLUMNA
de El Diario

jueves, 28 mayo 2020 | 06:00

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-Cayó de la gracia por echarse más que un ‘coyotito’

-Toma AMLO de nuevo bajada hacia el cuatro

-Les arrebatan el calendario a gobernadores

-Tras la paralización sigue el receso en Congreso

No es casualidad el descuido generalizado en el entorno del gobernador, Javier Corral Jurado. En repetidas ocasiones su jefe de escoltas, el capitán Jesús Manuel Escamilla León, ha sido sorprendido en el área de monitores echándose algún coyotito o de plano profundamente dormido.

Esa es la parte cómica que probablemente no ha provocado más allá de algunas burlas y chanzas malsanas a voz baja de sus agentes y seguro hasta del propio gobernador.

Corral ha sostenido contra viento y marea a Escamilla León a pesar no de los coyotitos, las siestas que le exigen el cuerpo ventrudo y la edad, sino de los múltiples líos en los que lo ha metido en eventos donde públicamente ha debido regañarlo. Su trato no es el de un agente discreto de resguardo, sino de aquel jefe de policía acusado por el asesinato de varios jóvenes en Ciudad Juárez. Es rudo y agresivo.

Nos aseguran fuentes de Palacio de Gobierno que durante las últimas semanas el gobernador le ha bajado varias rayitas de proteccionismo a su jefe de escoltas porque a lo anterior se ha sumado la fuga de varios agentes que no han soportado el despotismo de Escamilla y recientemente han vuelto a sus corporaciones de origen, la Fiscalía y la Policía Municipal de Chihuahua, entre ellos se cuenta a Víctor Valenzuela, Antonio Castillo Olague, Gregorio Espíndola, Benjamín Cota, etc.

No es todo, también han surgido “detalles” fuertes con el junior de Escamilla en la Secretaría de Salud. “El Capi” no se cansa de exigir a sus subordinados que no cometan actos de influyentismo entre las distintas áreas de gobierno pero él ha logrado convertir a su hijo, Isaac Manuel Escamilla Enríquez, en jefe del almacén de los Servicios de Salud. (Foto de ambos en versión digital de La Columna).

Ahora entendemos por dónde andan extraviados parte de los insumos contra el Covid-19 reclamados hasta el cansancio por el personal médico y administrativo de la Secretaría de Salud estatal.

Y si concluimos que Corral esté planeando relevar a Escamilla, no andaríamos muy lejos de la realidad. Entre los escoltas y personal de la Secretaría Particular ha trascendido inclusive el posible suplente, el comandante Netzahualcóyotl Contreras Madrid, compadrito de Escamilla pero de trato completamente distinto al de su jefe.

Quizá luego se le pase la corajina al gobernador y regrese la confianza a su jefe de escoltas pero con tanto fierro en la lumbre e iniciando una etapa político-electoral donde debe prevalecer sí la mano firme pero también la diplomacia, no creemos que “El Capi” sobreviva. Particularmente los panistas harían fiesta.

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Siete días seguidos de bajas en la aprobación presidencial reportó ayer la encuestadora Consulta Mitofsky. En su tracking diario ubicó a Andrés Manuel López Obrador con apenas un 49.7 por ciento de respaldo popular.

Desde el comienzo de la crisis sanitaria y las medidas de sana distancia han transcurrido nueve semanas. En ese tiempo la imagen del presidente ha tenido altibajos importantes cuyas repercusiones vendrán en los siguientes meses preelectorales.

Empezó con un 54 por ciento de aprobación al comienzo de la crisis. Cayó hasta el 48.5 por ciento hace un mes y hace 15 días alcanzó el 50.7 por ciento. Por encima estuvo su calificación más alta del período, el 51.3 hace justo una semana. Notable su leve recuperación en medio de la pandemia.

Pero las cifras están muy lejos del 64.5 por ciento de hace un año (entre abril y mayo de 2019). Ni se diga de los niveles con los que llegó al poder tras ganar la elección de 2018, que fluctuaban entre el 70 y el 85 por ciento. El desgaste del ejercicio público y las campañas opositoras han pasado la factura.

Ahora los siguientes días son clave. Desde hoy y hasta el domingo -en lo que se definen los mecanismos y normas de la reapertura del país- estará expuesto el jefe del Ejecutivo federal a la aprobación o rechazo de las medidas.

Más complejas aún serán las semanas después del reinicio de actividades, pues la crisis económica, los riesgos de nuevos brotes, el descontrol de la curva epidémica y otros factores van a incidir de forma definitiva en los niveles de aprobación y rechazo presidencial.

El mismo López Obrador ha dicho ante compañeros de su partido que debajo de un 40 por ciento de aprobación le daría vergüenza mantenerse en el cargo. Imposible que sus decisiones de ahora en adelante no vayan cuidadosamente ligadas a reponerse de esas bajas o a cuando menos a contenerlas.

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Precisamente será la federación la que, tras las decisiones del Consejo de Salubridad General, maneje el semáforo de la reactivación en el país. No quedará sujeta a las ocurrencias de los gobernadores, así que toda la responsabilidad recaerá en el plano federal.

Tal fue el mensaje de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en la reunión virtual con los mandatarios estatales, entre ellos el de Chihuahua, Javier Corral. La funcionaria les quitó el calendario y la agenda de la pandemia para seguir una ruta trazada a nivel federal.

No fueron necesarias muchas explicaciones en dicha reunión realizada el pasado martes. Simplemente si se permitiera que cada estado tomara sus decisiones aparte, el país sería un caos.

Hay gobernadores que ya quieren abrir, otros más que quieren mantener el confinamiento y otros tantos que en vez de gobernar ya se quedaron el papel de showman y les gustó la publicidad gratis todos los días con el tema de la pandemia. No hace nada más que aparece en tele restringida tres días por semana.

Entonces será a partir de hoy cuando se definan los estados y regiones con riesgo máximo, riesgo medio, riesgo bajo y sin riesgo, así como la gradualidad de la reapertura en cada caso.

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La Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, encabezada por el panista Fernando Álvarez Monje, se reunió ayer para ponerle fin al período de sesiones.

Será el domingo en sesión solemne cuando los legisladores -al menos una mayoría de forma presencial- se reúnan para clausurar el ordinario e instalar la Diputación Permanente, que ya de entrada tendrá la tarea de convocar a varios periodos extraordinarios. Más de tres sí van a ser, pues la actividad legislativa si bien no se ha suspendido del todo sí se ha visto frenada.

Así que los diputados van a pasar de la paralización decretada desde el 18 de marzo al receso legislativo formal, pues no habrá extensión del periodo ordinario como lo proponían tímidamente algunos.

Los temas de los periodos extraordinarios sin duda podrán resumirse en uno solo: la reforma electoral con la que está empecinado el gobernador Javier Corral, con el fin de cerrarle el paso dentro del PAN a la alcaldesa Maru Campos. En eso habrá de centrarse todo.

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