Opinión

¿Brt? ‘… si yo ni a Anapra voy’

¿Cuántas veces a la semana se nos echan encima los camiones urbanos, los vemos jugar “carreritas”, ocupan dos carriles...

Elvira Maycotte
Escritora

miércoles, 20 noviembre 2019 | 06:00

¿Cuántas veces a la semana se nos echan encima los camiones urbanos, los vemos jugar “carreritas”, ocupan dos carriles, dejan una estela de humo intoxicante o, simplemente, dejan de recoger pasaje a la hora que les place?

Desde hace algunas semanas se ha venido difundiendo el proyecto de la segunda ruta troncal del llamado transporte BRT (Bus Rapid Transit) que pretende aliviar el exasperante caos vial que vivimos día a día y ser una opción viable para mejorar el transporte público de la ciudad. Obviamente, las diferentes posturas no se hicieron esperar.

De acuerdo al proyecto del que se dice es incluyente, equitativo y sustentable, la ruta iniciará en el aeropuerto y la última estación estará en la calle Oro, pasando por la avenida Tecnológico, la Paseo Triunfo de la República y la 16 de Septiembre; en su cruce con el bulevar Gómez Morín se conectará para recorrer esa vía hasta llegar a Zaragoza.

Como todo proyecto de este tipo, se requiere que las unidades transiten sobre un carril confinado exclusivo para el sistema que se propone: a propósito no mencioné que será exclusivo para el BRT, sino para el sistema, porque en algunos tramos transitarán también otro tipo de unidades que formarán parte de él, es decir, alimentarán al BRT al acercar a personas desde distintas zonas de la ciudad que no tendrán que pagar más por tomar las rutas que requieran en un viaje. En lo que respecta al carril confinado, dada la amplitud de la sección que de estas vialidades y el camellón central que ambas poseen lo hace posible aun dejando los carriles de circulación existentes: esto lo dicen no sólo quienes promueven el proyecto, sino especialistas nacionales e internacionales; de hecho quien ahora escribe, escuchó de viva voz a especialistas en el tema de movilidad que en su visita a nuestra ciudad para fines académicos allá por el 2007, se sorprendió del ancho de las calles y de que no se nos hubiera “ocurrido” aprovecharlas para implementar sistemas de trasporte modernos.

El proyecto ha resuelto ya los problemas que la ruta Troncal I enfrenta: de hecho, todos sabemos que su implementación en el 2013 fue muy accidentada pues pasaron de largo problemas técnicos que, por cierto, se tiene el ánimo de remediar cuando inicien los trabajos de la Troncal II. Tristemente, las personas piensan que el nuevo sistema funcionará con las deficiencias que actualmente vemos, pero no será así. Se atiene solución desde ahora sobre cómo se resolverán las vueltas hacia la izquierda de manera indirecta, como se hace en otras ciudades de México para ordenar el tráfico pero que aquí nos negamos a adoptar.

El costo que la ciudad carga actualmente por un sistema de transporte ineficiente es mucho: contaminación, pérdida de competitividad, y personas, sí, personas como usted y como yo que pasan hasta cuatro horas al día sobre unidades que se descomponen cada lunes y martes también, que pagan hasta una tercera parte de su salario por un transporte que no sabe a qué hora pasará. No basta con pintar las unidades actuales ni siquiera comprar nuevas como algunos proponen -eso me recuerda el tiempo en que se pensó que con pintar las casas de blanco en el poniente de la ciudad la gente viviría mejor-, es necesario brindar opciones para que el transporte mueva más personas en menos tiempo; no se trata de quitar el negocio a nadie, se requiere de una reingeniería en la que concesionarios, usuarios y la ciudad en general gane.

La modernización es inminente: si la memoria no me engaña cuando se presentó el proyecto del Metrobús sobre la avenida Reforma las protestas que se escucharon quedaron atrás ante un proyecto del que nadie duda su eficiencia; aquí en Juárez hace unos 17 años se pretendió hacer paseos dominicales por la Ejercito Nacional y tuvieron que suspenderse pues los comerciantes del área alegaron que alejaba a sus clientes: hoy se sabe que es al contrario pues los peatones reconocen los comercios y alientan las ventas. Pareciera que de ninguna manera nos dejamos quitar las ataduras para dar un paso hacia adelante. Y sí, quizá en la zona donde muchos de nosotros vivimos encontramos muchos de nuestros satisfactores y no tenemos que ir a Anapra, como dijo una señora, para conseguirlos; pero si los que viven en Anapra son más ¿podemos prestarles “nuestra ciudad” aunque vengan en camión? Eso es, precisamente, equidad e inclusión, entre otras cosas.

 

 

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