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Opinión

Así las cosas aquí

Cuando se trata de medir el desarrollo de un país, son cuatro los indicadores básicos que se consideran: los ingresos, la educación, la salud y la vivienda

Elvira Maycotte
Escritora

miércoles, 05 mayo 2021 | 06:00

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Cuando se trata de medir el desarrollo de un país, son cuatro los indicadores básicos que se consideran: los ingresos, la educación, la salud y la vivienda. Lo mismo aplica para una ciudad y aunque todos sabemos que los tres primeros son fundamentales, la vivienda en sí misma, y cómo vivimos, lo es de igual manera.

En el orden antropológico, no hay la menor duda de que la vivienda es elemental: ¿qué ser vivo sobre la tierra no requiere de un lugar para vivir? Ahora, en el ámbito social y urbano su rol es protagónico toda vez que es ahí, en la vivienda, donde los miembros de la familia se desarrollan de manera integral y establecen lazos que finalmente los lleva a socializar en comunidad. Por otra parte, en el orden urbano, su importancia estriba en que el uso de suelo habitacional ocupa el mayor porcentaje en relación con los restantes, esto de acuerdo con el Plan de Desarrollo Urbano Sustentable para Ciudad Juárez, publicado en 2016.

Sin embargo, a pesar de que el suelo habitacional está repartido a lo largo y ancho de toda la ciudad, el nivel de bienestar es bastante disparejo. Para conocerlo se toman en cuenta los 15 indicadores que lo componen: servicios, relaciones sociales, educación, balance vida-trabajo, ingresos, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción con la vida, seguridad, empleo y vivienda. Considerando todo ello tenemos que en el norte se concentra el muy alto, en colonias como El Campestre, Nogales y la zona Valle del Sol; el alto, también al norte y hacia el centro y oriente en colonias como Álamos de San Lorenzo; el nivel medio, de manera concéntrica respecto al centro de la ciudad, ocupa unas manzanas hacia el poniente y colonias como Paraje del Sol y Hacienda de las Torres Universidad. Allá, por Sendero San Isidro, Riberas del Bravo y hacia el poniente encontramos un nivel bajo de bienestar y muy bajo hacia la zona surponiente -conocida como los kilómetros-, en Anapra y Lomas de Poleo. 

No nos debe sorprender, entonces, que la manera en que se vive en cada una de estas zonas de la ciudad sea tan diferenciada como los niveles de bienestar. Los alumnos de la materia Diseño de la Vivienda Social del programa de Arquitectura de la UACJ se dieron a la tarea de levantar una encuesta con cobertura en toda la ciudad: los resultados fueron igual de contrastantes. Encontraron que en la vivienda de tipo popular, es decir, la que se ubica en las zonas con nivel de bienestar muy bajo, se tiene muy poco nivel de hacinamiento, es decir, dos o más personas por dormitorio, eso sí, el 64% de las familias restringe sus gastos en cuestiones básicas como alimento, vestido y salud a causa de su erogación por concepto de pago por su vivienda, aún cuando sea en renta. El 22% no puede separar a sus hijos por género en los dormitorios, pero en cambio solo el 5% percibe que la vivienda no da suficiente privacidad a los miembros de la familia. 

En el caso de la vivienda social, la que se ubica en la zona de nivel de bienestar bajo y en algunos casos medio, representada en buena medida por el suroriente de Ciudad Juárez, el 12% vive en condiciones de hacinamiento y el 55% se limita en gastos básicos a causa del pago por concepto de vivienda; el 44%, sí, muy alto porcentaje, no tiene la posibilidad de separar los dormitorios de sus hijos de acuerdo a su género y también un muy alto porcentaje de las familias manifestó que en su casa no pueden tener privacidad. Sus condiciones de vida son bastante inferiores a las de aquellos que viven en vivienda de tipo popular.

La vivienda media tiene otra historia: el nivel de hacinamiento es bajísimo, poco mayor al 1%; el 27% se ve limitado en sus gastos, a veces, a causa de su pago de vivienda; solo el 15% no puede otorgar dormitorio a sus hijos de acuerdo con su género y el 2% no siente privacidad al interior. Obviamente, la vivienda residencial tiene otro cantar: cero hacinamiento, el 20% se restringe a veces en gasto básicos y por supuesto, solo el 5% no puede separar a sus hijos en dormitorios de acuerdo a su género. De la privacidad al interior de la casa solo el 2.5% expresó no tenerla.

Esta es la manera de vivir de los juarenses, muy dispareja, de acuerdo con la muy directa y diferenciada correspondencia entre la vivienda y el nivel de bienestar. Solamente para recordar, pensemos que el porcentaje de viviendas de tipo social, como las del suroriente, lo más crítico, representa el 70% del total de las viviendas en las ciudades. Así las cosas. 

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