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Opinión

OPINIÓN

Aparece el 'fiscal de Dios' en la baraja nueva

Profesa algún culto vinculado al protestantismo, no con el 'Padre, el Hijo y el Espíritu Santo' de los católicos al momento de trazar la cruz sobre rostro y pecho

LA COLUMNA
de El Diario

domingo, 29 enero 2023 | 06:00

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Si hablamos de Gilberto Ontiveros Lucero, “El Greñas”, allá por mediados de la década de los 80; o si hablamos en ese mismo tiempo de Rafael “Rafa” Aguilar Guajardo; o igualmente si hablamos de “La Quina”, Joaquín Hernández Galicia, a finales de esa década ochentera, necesariamente es hablar de Carlos Manuel Salas, el nuevo fiscal del estado en la zona norte.

Ahora es conocido Salas como el “Fiscal de Dios”, por religioso y santiguado; bueno, más por religioso que por persignado; profesa algún culto vinculado al protestantismo, no con el “Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” de los católicos al momento de trazar la cruz sobre rostro y pecho.

Esa cercanía del recién nombrado fiscal de la zona con asuntos de creencias, evangelios y misticismos no debe confundir ni a pacíficos ni a los llamados enemigos de la sociedad. No mezcla un solo mililitro ni un solo miligramo entre los asuntos de Dios y los asuntos del César, como suele decir la política expresión.

Javier Coello Trejo fue el subprocurador de la Lucha contra el Narcotráfico con Carlos Salinas de Gortari. Era el jefe favorito del presidente para ese tipo de asuntos y otros igual de complicados.

El favorito de Coello como Ministerio Público era un “chavalón” del norte del país, criado en Ciudad Juárez por su madre, pero luego estrella ascendente en la Ciudad de México como abogado, Salas. Es “buena onda”, relajado, pero nada débil y menos, mucho menos, piadoso.

Salas dirigió personalmente el operativo contra “La Quina” en enero de 1989 e ingresó también en aquella época al ahora Cereso estatal 3 para sacar de su celda VIP a “El Greñas” y trasladarlo a Almoloya, donde duró recluido casi dos décadas.

En aquel tiempo era Ontiveros Lucero el moderno Ernesto “Alfredo” Piñón de la Cruz, “El Neto”. Controlaba plenamente la prisión hasta que adquirió el libertinaje matices de escándalo público y la Federación optó por llevárselo a la cárcel de “máxima seguridad”. No eran tiempos de motines y ni siquiera de pandillas como son conocidas ahora, pero los actos delictivos no por escasos dejaban de ser de alto impacto.

Los Aztecas, abuelos de La Empresa y Los Mexicles, empezaban a formar incipientes alianzas de entendimiento y operativas con el posteriormente robusto Cártel de Juárez y su extraordinaria expansión en el país, centro y Sudamérica. “El Greñas” era ubicado como una de sus principales bujías en esta frontera. Presumiblemente fue requerido por la DEA, pero nunca lograron extraditarlo.

Luego de su exitoso periplo entre las brasas ardientes del bajo o alto mundo policíaco y de haber conocido como muy pocos las entrañas del crimen organizado afuera y adentro del gobierno, Salas fue ampliamente recompensado con la delegación federal de Economía en Ciudad Juárez, justo en momentos del boom maquilador que llenó la ciudad de fábricas extranjeras y potenció como nunca las “exportaciones” esencialmente a los Estados Unidos.

Innegablemente un individuo habilidoso y preparado; al día en las noticias. Conocedor de espinosos temas políticos, desde luego los policíacos... y después los económicos, en cuyos aspectos fue también protagonista durante una década. Los manejó con soltura.

Con la llegada del PAN a la Presidencia de la República, quedó Salas fuera del gobierno. Vio desde la barrera los brutales toros de la etapa violenta del 2007 al 2009, aunque entre el 2004 al 2007 fue “chalaneado” por el entonces alcalde Héctor “Teto” Murguía, como flamante “coordinador de directores”, donde apenas le alcanzaba para la gasolina de las idas y vueltas a El Paso.

En el 2010 Chihuahua ardía en plomo, sangre y drogas como gran parte de la República. Estaba declarada la “guerra contra el narcotráfico” por parte del presidente, Felipe Calderón (2006-2012). Eran amargo pan de cada día las masacres en los cuatro puntos cardinales del estado. Ciudad Juárez lucía desolado como un gran fantasma metido en el desierto. Miles de tumbas, miles de viudas, miles de huérfanos; destruida la economía, acabado el comercio.

Hubo relevo en el Gobierno estatal. Llegó como gobernador el priista César Duarte Jáquez y jaló como su nuevo fiscal General del Estado al “viejo” Ministerio Público federal ochentero, Carlos Salas.

Bajaron considerablemente los índices delictivos en la entidad durante los cerca de tres años que permaneció al frente de la institución. Para el caso de Juárez, no sin la colaboración, entereza y valentía del militar, Julián Leyzaola, el garbanzo de a libra que encontró en Tijuana el alcalde Murguía (en su período 2010-2013).

Durante esos años al frente de la Fiscalía estatal, Salas se actualizó en todo el entramado delictivo. Renovó su información, ajustó las radiografías delictivas; conoció hasta el hueso las estructuras policíacas en los 67 municipios de la entidad y los intereses de cada mando en cada comandancia.

Fortaleció los lazos de comunicación con las instancias militares, con las corporaciones policiacas federales; y desde luego, no soltó la estrecha coordinación, indispensable en todo régimen de gobierno, con las autoridades federales estadunidenses.

No hay gran diferencia entre los grupos delictivos que operaban en el estado mientras él era fiscal con los que ahora sostienen el mando. Han cambiado jefes de plazas en las distintas regiones, pero los grupos prácticamente son los mismos.

Encontrará Salas, eso sí, un mayor empoderamiento de los grupos que reinició en el 2016 con el fatuo, suelto, régimen de Javier Corral y su tremendo desorden desde los mandos más altos hasta los más bajos.

Las consecuencias de la ineptitud las sufrió de nuevo Chihuahua durante ese quinquenio con el regreso de la violencia y el ascenso terrible de los homicidios hasta acumular más de 11 mil en solo esos cinco años.

Por eso está de regreso Salas y por eso la gobernadora del estado, Maru Campos, decidió integrar a César Jáuregui Moreno como nuevo fiscal General del Estado, y finalizar su beneficio de la duda otorgado en la materia a Roberto Fierro y varios fiscales regionales muy ineficaces heredados precisamente del corralato.

La gota que derramó ese vaso de la paciencia fue la sangrienta fuga de “El Neto” y de casi una treintena de cómplices. La muerte indignante, además, de 10 custodios que fueron literalmente sodomizados.

Salas regresa a “a su mundo” con la manga ancha presentada sí por las circunstancias, pero también por la libertad que está recibiendo de sus jefes para superar los déficits que en todas las materias sufre la Fiscalía norte.

Es pieza de una baraja completamente nueva que tendrá gran impacto en todas las labores de seguridad de la ciudad. Es Ministerio Público, en efecto, aunque con alcances hacia la Policía Municipal, hacia los Ceresos y hacia todo ente de inteligencia u operativo cuya función deba tener relación con la Fiscalía.

La lentitud o andarse por las ramas no es lo suyo.

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