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Opinión

Ante la tentación de crecer… y la necesidad de consolidar

'A río revuelto, ganancia de pescadores' reza un socorrido refrán que alerta sobre personas que aprovechan situaciones ambiguas, de confusión, para obtener beneficios para sí, y los tiempos de transición, lo son

Elvira Maycotte
Escritora

miércoles, 04 agosto 2021 | 06:00

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“El orden urbano se ha reducido a un asunto de acomodo de espacios sin importar sus necesidades de integración funcional en el aparato urbano, generando un modelo urbano costoso que ha acentuado efectos ambientales y sociales no deseados”.

Ignacio Kunz

“A río revuelto, ganancia de pescadores” reza un socorrido refrán que alerta sobre personas que aprovechan situaciones ambiguas, de confusión, para obtener beneficios para sí, y los tiempos de transición, lo son. También son tiempos que pueden ser ocasión para que lobos con piel de oveja revestidos de solidaridad y honestidad presenten mil proyectos argumentando que lo hacen en beneficio de la ciudad… quizá, pero primero, para sí. 

Coloco lo anterior a manera de preámbulo para compartir una idea que desde hace tiempo ronda por mi cabeza que he compartido con muy pocas personas, entre ellas, una muy buena amiga que gusta, como yo, de los temas urbanos. Nuestras charlas se alimentan de la realidad misma; intentamos ir más allá del ámbito de nuestra cotidianidad para adentrarnos en otras realidades. Ambas, así lo hemos expresado, nos sentimos afortunadas porque la naturaleza de nuestra actividad laboral nos da la oportunidad de acceder a datos desde diversas fuentes que nos desvelan contextos difíciles de imaginar para quienes no transitamos por ellos.

¿Y si ya no creciéramos? Nos preguntamos un día.

¿Y si ya crecimos lo suficiente, por ahora, y ha llegado el tiempo de consolidar?

En términos de la planeación urbana el crecimiento territorial es una suerte de sinónimo de desarrollo que no siempre tienen una correspondencia directa y proporcional. En Ciudad Juárez, al menos, los efectos que hemos tenido a causa del crecimiento inusitado que inició hace 20 años han sido, para todos, perversos… menos para unos cuantos.

Como si se tratara de verdaderos obsequios, persiste la práctica de colocar proyectos frente a quienes tienen el poder de influir en las decisiones que impactan el destino de la ciudad; quienes lo hacen exaltan siempre las posibles bondades que traerán dejando de lado todas aquellas cuestiones oscuras que para muchos son desconocidas o, peor aún, irrelevantes. Pero no hay mejor aliado que la historia, sobre todo cuando es reciente.

No pocas han sido las veces que el crecimiento territorial se ha justificado por proyectos que ciertamente son inversiones que los mismos dueños del suelo promueven para que se instalen en su propiedad, sin importar que el predio se ubique más allá de los límites establecidos, sin importar que las condiciones del suelo no sean compatibles con asentamientos humanos. La historia ya la conocemos: el paquete incluye la construcción de la infraestructura necesaria a cambio de ciertos estímulos fiscales para ser aún más atractivos para los potenciales inversionistas. A cambio de tal bondad, ofrecen además, el desarrollo de conjuntos de vivienda para que los trabajadores de esas plantas adquieran su hogar cerca del lugar donde laborarán y, por supuesto, los auxiliarán en su gestión y hasta en la edificación de escuelas.

¿Le parece conocida la historia?

Traduciré lo que se puede leer detrás del obsequio que ahora se ofrece a la ciudad: las inversiones más allá de los límites establecidos acentuarán el crecimiento expansivo que tanto daño ha hecho a la ciudad entera exacerbando la marginación y exclusión social; hacia el sur de la ciudad el suelo es inundable y el agua escasa y de mala calidad. Pese a ello “jalarán” ciertamente, la edificación de viviendas a pesar de que existen más de 50 mil abandonadas y otras tantas invadidas; los obreros de esas plantas serán una especie de esclavos a los que, por la lejanía, se les complicará acceder a otras fuentes de empleo aunque sean de mayor paga; generalmente se piensa en edificar jardines de niños y escuelas primarias, sin embargo, en el mejor de los casos, pensando en que así se haga, la población estudiantil deberá ser tal que amerite las plazas de maestros correspondientes y, para cuando los niños crezcan, los planteles de nivel secundaria y preparatoria serán inaccesibles: más jóvenes en la calle. Más lejanía… más inseguridad. 

Vivienda y lugar de trabajo cercanos, sí… pero la vida es mucho más que trabajo.

Cuando al interior de la mancha urbana se tiene suficiente suelo para crecer en los siguientes 30 años, es absurdo pensar en crecer territorialmente en la zona periurbana replicando el mismo modelo que originó el desorden que ahora sufrimos. Confiamos que nuestros próximos gobernantes no se dejarán seducir por lobos vestidos de oveja que hoy les hablan al oído, y, aunque las aguas pudieran estar revueltas, de a poco y con base al bien común, abran las compuertas para que tomen su nivel. Pensamos, y así lo creemos, que es ahora más que nunca, más que crecer, es tiempo de consolidar. 

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