Opinión

Roca Tarpeya

Para Corral todos sus aliados son circunstanciales y desechables. Esta semana le tocó a Madero y a Herrera salir del tablero, mañana le tocará a otros

Carlos Murillo
Abogado
domingo, 24 enero 2021 | 06:00

Javier Corral se va a ir -como llegó-, al ritmo de la traición. Si todo sale conforme al plan, hoy gana Maru Campos y, así, Corral traicionará a su aliado Gustavo Madero, en una jugada de pizarrón que maquiavelaron desde el rincón más oscuro de palacio. 

En la semana, Corral también arrojó al precipicio al exoperador financiero de Duarte, Jaime Herrera, al obligarlo a confesar públicamente los delitos que cometió al entregar millones de pesos del presupuesto estatal de forma ilegal (hasta ahora, Herrera es el único duartista confeso, pero fue perdonado por Corral a cambio de actuar el papel de “garganta profunda” en este teatro quinquenal).

El exabrupto jurídico de Jaime Herrera -de autoincriminarse públicamente-, se dio tras una acusación del brazo derecho de Maru Campos, César Jáuregui, quien, con su poker face, exhibió una grabación telefónica donde Herrera niega la veracidad de las investigaciones sobre Maru y la nómina secreta. Puro Show, ni una pelea de Jorge Kawagi se ve tan falsa. Jáuregui no aguantaba la risa en la rueda de prensa.

Para Corral todos sus aliados son circunstanciales y desechables. Esta semana le tocó a Madero y a Herrera salir del tablero, mañana le tocará a otros.

Estos sacrificios tienen su lógica en el timming político. Los expertos dicen que, el final, es el momento más crítico de un gobierno. Según la liturgia de nuestro sistema político, el gobernador en turno pierde el 80 por ciento de su poder cuando comienza la carrera por la sucesión. Todos los tripulantes buscan brincar al siguiente barco y abandonan la nave. Muera el rey, viva el rey. Por eso, es vital contar una estrategia para la salida.

El gobernador Javier Corral quiere garantizar un nuevo pacto de impunidad para su escape. Por eso ha planeado minuciosamente una estrategia que le permita mantener un pequeño coto de poder y quemar las naves para irse a la arena nacional -lo menos desgastado posible-. El secreto peor guardado en México es que Javier Corral quiere ser Presidente.

Pero Corral ha mentido y traicionado desde el principio en Chihuahua. Primero fue la pifia de Unión Ciudadana, con el discurso hueco de la lucha contra la corrupción -que astutamente le robó a Jaime García Chávez, como se le roba a un niño una paleta-; luego la promesa de un nuevo amanecer para Chihuahua que nunca llegó. Puro pico. En lugar de cumplir su palabra empeñada -en la campaña electoral-, sembró la intriga para cosechar perfidias y distractores. Desde entonces, hasta ahora, la moneda de cambio preferida del gobernador Corral es la traición. Se le olvida que la política es una rueda de la fortuna.

Así ascendió hasta la cima del poder político -de estilo autoritario por cierto-, y, en esa escalera de traiciones, fue dejando en los peldaños a los heridos moribundos de todos los partidos. Eso no es hacer política, eso no es democracia. Durante más de cuatro años, ha organizado y administrando las traiciones de sus víctimas en cada movimiento político. Muchos oídos han cedido ante las promesas de Corral y tarde o temprano tienen que pagar el costo de la ingenuidad.

Hoy, no es distinto, la estrategia de Corral es obvia, está posicionando a Maru Campos con la más burda psicología inversa, sabedor de que su mano se ha convertido en un rey Midas inverso que, en lugar de convertir en oro todo lo que toca, lo convierte en mirra.

El gobernador ha demostrado que es un pésimo administrador de los recursos públicos, su popularidad está por los suelos en Chihuahua y más aún en Ciudad Juárez. Pero la moneda tiene dos caras. Javier Corral es la oscuridad de la casa, pero es un excelente manipulador de la opinión pública en el escenario nacional. Ningún movimiento en su agenda es fortuito, todo es parte de un plan.

Comunicador nato, Corral sabe de su poca popularidad en su tierra y que la única salida es fingir un pleito rabioso, porque la gente votará por quien no represente el mal gobierno de Corral. Aparentemente, esa es Maru. Esto es falso, Maru es su comparsa por conveniencia. Es la escena del patiño del circo con el mago.

Así, el mejor coordinador de campaña que tiene Maru es el gobernador Javier Corral que la menciona día y noche para ayudarle a subir en las encuestas al atacarla aparentando crueldad. Desde hace cuatro años que la pudo haber detenido y no lo hizo, ahorita el movimiento más astuto de Corral y de Maru sería que la detengan y la suelten para hacerla mártir y con eso gana la elección de calle. No dudo que lo hagan.

Pero Maru no es la única, también César Jáuregui está señalado junto a decenas de personajes de la vida política, ¿por qué a Jáuregui no lo detienen? Pues fácil, porque no es parte del plan de marketing político que Corral ha planeado para su pupila Maru Campos.

En la Antigua Roma, la Roca Tarpeya era un acantilado pronunciado donde llevaban a los traidores para sacrificarlos. Los subían a la cima y desde ahí los lanzaban. Era una cruel forma de deshacerse de ellos, pero el traidor no merece más. 

Jaime Herrera fue llevado a la Roca Tarpeya hace unos días, hoy llevan a Gustavo Madero que se creyó las promesas de Javier Corral. Mañana será Maru Campos si es necesario o cualquier otro aliado seducido por la coyuntura electoral.

El 2021 será el año de las traiciones políticas.

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