Opinión

AMLO como presidente

El Foro Banorte se ha convertido en una suerte de pasarela donde se puede ver y escuchar a buena parte de los equipos gubernamentales

Jorge Fernández Menéndez
Analista

sábado, 24 agosto 2019 | 06:00

Ciudad de México.- El Foro Banorte, que esa institución financiera convoca año con año, se ha convertido en una suerte de pasarela donde se puede ver y escuchar a buena parte de los equipos gubernamentales, en un momento muy especial del año, cuando está a punto de realizarse el informe presidencial, cuando se está por presentar el Presupuesto y la Ley de Ingresos para el año siguiente, cuando se hacen evaluaciones y se mira hacia el futuro.

Este año era particularmente interesante porque era la primera vez que tantos integrantes del gabinete y el propio presidente López Obrador se presentaban en un foro de este tipo. Verlos juntos, actuar, interactuar, escucharlos y leer su lenguaje corporal era particularmente interesante.

El foro no defraudó en ningún sentido y en la lectura de lo ocurrido entre martes y miércoles se pueden apreciar, en un ambiente diferente, los aciertos y las carencias del equipo gubernamental.

Me llamó la atención, luego de escuchar a varios secretarios de Estado, que, a casi nueve meses de iniciado el Gobierno, no pueden desprenderse del lenguaje de campaña. Es más lo que se anuncia que se quiere hacer que lo que se dice sobre lo hecho. Uno de los capítulos centrales era hablar de la confianza y la certidumbre entre el capital privado y el Gobierno y todos, desde el presidente hasta Arturo Herrera o Alfonso Romo, hablaron del tema, pero nunca se terminó de aterrizar en qué se debe fundar, en acciones concretas, esa certidumbre y confianza que el Gobierno podría recuperar rápidamente acometiendo una serie corta de acciones concretas en el ámbito económico y de seguridad.

No terminaron de abordar el tema energético y de establecer hasta dónde puede participar el sector privado en ese ámbito. Romo trató de ser más específico al respecto, pero, más allá de explicaciones, lo que se necesitan son compromisos concretos. Herrera, que, como Romo, hizo una buena exposición, insistió en que por cada peso que invierte el Gobierno, el sector privado invierte siete, que, por eso, sin la inversión privada ni el país ni el Gobierno pueden avanzar e invitó a los empresarios y financieros a hacerlo en el país. Pero no señaló proyectos, áreas específicas en las que invertir. Con Herrera y con Romo quedó un buen sabor de boca, pero nada más. Faltó, como suele ocurrir en esta administración, aterrizar esas buenas intenciones. La confianza y la certidumbre se alimentan de acciones concretas.

Otro ejemplo, la intervención de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. No es necesario hablarle a un grupo de empresarios muy calificados de la necesidad de la gobernabilidad democrática, lo que quieren saber es cómo se garantizará la seguridad. Hablar de pacificación, de programas de inserción, está muy bien, pero la gobernabilidad del país requiere acciones y propuestas muy concretas, sobre todo en el ámbito de la seguridad, y no las tuvimos en esa intervención. Algo similar sucedió con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, cuya intervención ante decenas de empresarios, muchos de ellos grandes, giró en torno a la educación pública en la ciudad. Interesante, pero me imagino que los empresarios estaban interesados más en las posibilidades de inversión en la ciudad y en temas como la política inmobiliaria, hoy detenida por decisión gubernamental.

La intervención del presidente López Obrador merece un comentario aparte. Nunca había visto a Andrés Manuel, ya como mandatario, en un foro de estas características. Las inseguridades y desconfianza que exhibía cuando iba con empresarios en el pasado, como candidato, hace tiempo que quedaron atrás. El suyo fue un discurso largo, pero interesante, con muchas partes improvisadas, donde recorrió parte de su propia historia tomando como base su relación con el fundador del banco, Roberto González Barrera, abuelo del actual presidente del Consejo de Administración, Carlos Hank González, para llegar a sus cuatro capítulos centrales de Gobierno: el fortalecimiento de la economía popular; la inversión y participación del Estado en la construcción de infraestructura, el apoyo a la inversión privada nacional y a la extranjera.

Reconoció, creo que por primera vez, que con la lucha contra la corrupción y la austeridad no es suficiente, que se necesita crecer y ésa es hoy, aceptó, una asignatura pendiente. Habló de sus grandes proyectos: el Tren Maya, el desarrollo del Istmo, Dos Bocas, pero cuando se refirió al aeropuerto dijo que la prioridad era atender la saturación del actual aeropuerto capitalino, no habló de Santa Lucía.

Ví a un presidente muy fiel a su estilo, pero, debo reconocerlo, más reflexivo sobre varios temas de lo que esperaba. Creo que es una buena noticia.

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