Opinión

Afanes autoritarios en la ‘aldea’

En un coloquio convocado, organizado y dirigido por el gobernador Corral, realizado para darle lustre a la entidad por él gobernada y, claro, también al mandatario que salió del terruño, conquistó la metrópoli y regresó, generoso, a compartir sus andanzas, enseñanzas y modernísimos conceptos, expresó nítidamente cuál era el objetivo de traer hasta estas feraces tierras a sus dilectos amigos: Que sus paisanos dejáramos atrás el modo “aldeano” de hacer política en el Estado Grande

Luis Javier Valero Flores
Analista

domingo, 03 mayo 2020 | 06:00

En un coloquio convocado, organizado y dirigido por el gobernador Corral, realizado para darle lustre a la entidad por él gobernada y, claro, también al mandatario que salió del terruño, conquistó la metrópoli y regresó, generoso, a compartir sus andanzas, enseñanzas y modernísimos conceptos, expresó nítidamente cuál era el objetivo de traer hasta estas feraces tierras a sus dilectos amigos: Que sus paisanos dejáramos atrás el modo “aldeano” de hacer política en el Estado Grande.

Que era el momento de ingresar al mundo desarrollado, democrático, único mecanismo para superar los gobiernos y gobernantes autoritarios, caciquiles, retrógrados y medievales del pasado.

Chihuahua entraba, con su ascenso al poder político –junto con sus diletantes amigos–, a las “ligas mayores” del mundo democrático.

Pero no bien terminaba de sentarse en la silla de Palacio, cuando lo realizado por su inmediato antecesor –al que no invitó al coloquio de los exgobernadores– era, literalmente, imitado, superado, con las limitaciones propias del “modo personal de gobernar”.

No le perdió pisada, todo lo hizo casi del mismo modo.

En algunos aspectos lo superó. Duarte nunca se atrevió, por ejemplo, a remover al presidente del Ichitaip (el órgano de transparencia) y nunca sufrió la vergüenza de que la Suprema Corte de Justicia le destituyera al presidente del Tribunal Superior de Justicia.

La división de poderes, el respeto a la autonomía de los organismos formalmente autónomos, a las opiniones de las distintas fuerzas de oposición; el respeto al debido proceso, al abandono de las viejas prácticas del uso de la fuerza pública y el Poder Judicial a fin de someter a los antiguos opositores, quedaron convertidas en viejas frases y usos comunes reservadas para los discursos con los que el excandidato incendiario, hoy convertido en gobernante, pretendió embaucar a sus conciudadanos.

Luego, acarició la idea, en ese lejano 2018, de ser el candidato blanquiazul a la presidencia y enfrentarse al huracán “populista” de Tabasco. Rebasada esa pretensión, intentó jugar el papel del policía “malo” frente al nuevo presidente e, incluso, por encima de sus compañeros, los mandatarios panistas.

Ahora, en el más reciente tramo, igual que el resto de la oposición al presidente López Obrador, decidió enfrentarlo cuando éste pretendió arrogarse la facultad de cambiar el presupuesto federal aprobado, sin que tales modificaciones fuesen aprobadas por la Cámara de Diputados.

Sí, el morenaje, presto, saltó a defender al mandatario argumentando que solo sería en caso de una emergencia –como la actual–, pero sin que la iniciativa contuviese las características de las emergencias que hicieran necesaria una modificación constitucional de tal índole que, por si fuera poco, le quitaría al Poder Legislativo –en particular a la Cámara de Diputados– su principal facultad, la de aprobar el presupuesto de egresos, instrumento cardinal en la división de poderes.

Sin ese colosal instrumento, desaparecerá el verdadero contrapeso al presidente mexicano, incluido el actual.

Bueno, ahora, bajo el pretexto de la premura para tomar decisiones para enfrentar la pandemia, el gobernador Corral propuso y logró que le aprobaran una reforma semejante, poquito disminuida, pero igualmente dañina pues le deja las manos libres para ejercer las partidas presupuestales modificadas en los tres poderes y los organismos autónomos a fin de aportarlos al plan de contingencia lanzado por el gobernador Corral, pero sin que el ejercicio sea vigilado o aprobado por el Congreso del Estado.

“Tomar las decisiones adecuadas en el lamento justo, representa hoy la oportunidad para superar esta crisis en el menor tiempo posible. Tengo la clara convicción de que hoy debemos dar una respuesta con visión de Estado, asumiendo la responsabilidad histórica que nos exige este momento”, sostiene el gobernador Corral en la iniciativa.

“Con el argumento de hacer frente a la emergencia sanitaria por Covid-19, los diputados chihuahuenses avalaron la eliminación del “candado” establecido en la Ley de Presupuesto de Egresos, Contabilidad Gubernamental y Gasto Público del Estado, donde se establece la necesidad de que las modificaciones más importantes al gasto público sean sometidas a la autorización del Poder Legislativo” (nota de Itzel Ramírez, La Verdad, 1 de mayo de 2020).

Sólo un día le concedió el “antialdeano” al Congreso de Chihuahua para que le aprobaran la reforma legal que le permitirá hacer lo que no estaba dispuesto a tolerarle al tabasqueño.

El artículo transitorio “Décimo Tercero”, último del decreto, es el que esconde todas las “buenas” intenciones del grupo gobernante, que les servirá para modificar a su antojo el presupuesto del presente año, incluso más allá de la emergencia sanitaria:

“Con motivo de la presente autorización y de las adecuaciones que el Poder Ejecutivo realice a su presupuesto para dar suficiencia a los programas del Plan emergente de apoyo y protección de salud, empleo e ingreso familiar, se autoriza a la Secretaría de Hacienda del Poder Ejecutivo a realizar transferencias de partidas presupuestales entre ejes rectores de desarrollo por cambio de prioridad”, dicta el decreto, para envidia del morenismo nacional.

Tal artículo transitorio, por esta vía chabacana, la de por medio de una reforma absolutamente menor de un decreto, intenta modificar lo señalado en una ley, la Ley de Presupuesto de Egresos, cuyo artículo 45 establece:

“Se requerirá la autorización del H. Congreso del Estado, o en su caso del Ayuntamiento, para asignar recursos adicionales en todos los casos no señalados en el artículo anterior, principalmente tratándose de: Transferencias de partidas presupuestales entre ejes rectores de desarrollo por cambio de prioridad”.

Peor aun, el decreto fue aprobado ¡Por unanimidad! De los diputados presentes.

Además, aprobaron que, en caso de que hubiese otras reducciones efectuadas por los órganos autónomos y los poderes, que tuviesen como objetivo aunar a lo señalado líneas arriba, se faculta al Poder Ejecutivo a hacer uso de esos recursos, siempre y cuando se destinen a los señalados en el “decretazo”, bajo su arbitrio, y sin que existan más lineamientos, ni reglas de operación, ni nada de lo que insistentemente se le exige al gobierno de la 4T que, además, también está obligado a efectuar y, de ninguna manera, argüir que en virtud de que así se hacía en el pasado, y nadie reclamaba, hacerlo ahora del mismo modo.

Además, se está abriendo la puerta para la más pura discrecionalidad:

¿Pues qué no están obligados, todos, a poner a consideración del Poder Legislativo todas las modificaciones mayores que le practiquen a sus respectivos presupuestos, luego de haber sido aprobados en el Pleno del Congreso del Estado?

Ahora resulta que, de acuerdo a lo aprobado, puedan efectuar recortes, modificaciones o hasta adiciones, y si los declaran que son para el plan de contingencia, los ponen a disposición, sin más, del gobernador del estado y éste no tiene obligación, en virtud de las modificaciones realizadas, de reportarlo al Congreso del Estado.

Po’s ora sí que como dijo El Peje: “Ni Obama…”.

Coincidentemente, la dirección de Comunicación Social del Grupo Parlamentario de Morena quedó callado durante las 24 horas posteriores a la aprobación del “decretazo”; ni un solo comunicado, ni una sola postura de los diputados locales, ¿por qué?

En tanto que a trasmano los diputados le aprobaban al gobernador Corral la más elevada discrecionalidad que jamás gozaron los gobernadores del último medio siglo, la oposición le arrancaba a los diputados federales de Morena la decisión de no efectuar el período extraordinario de sesiones y aprobar lo que pretendía López Obrador, por sensibilidad, sin duda alguna.

En algún lugar del grupo gobernante se abrió paso la cordura, esa a la que los había llamado Porfirio Muñoz Ledo y la que pareciera haberse agotado en la capital del país para los morenistas.

El pretexto usado por los coordinadores de los diputados y senadores de Morena es de antología de la picaresca nacional: ¡Por recomendación del subsecretario López Gatell!

Así lo comunicó Mario Delgado, líder de los diputados “morenos”:

“En reunión con la presidenta del @senadomexicano @monicaferbal realizamos una consulta telefónica con @HLGatell y su recomendación primaria es NO realizar sesiones extraordinarias en las siguientes dos semanas, dado que será el pico de la epidemia. Atenderemos su recomendación”.

¿Acaso a ninguno de los más de 200 diputados y cerca de 100 senadores de Morena no se les había ocurrido pensar lo que dicen les comunicó el subsecretario?

¿O es un problema semejante al sufrido en el pasado reciente?

-¿Qué horas son?

-Las que usted diga, señor gobernador…, como responden los diputados de Chihuahua en el momento presente.

asertodechihuahua@yahoo.com.mx; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

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