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Opinión

Acusaciones contra expresidentes

A unos días de la consulta para enjuiciar a sus cinco inmediatos predecesores, el presidente Andrés Manuel López Obrador los acusó de ordenar a las Fuerzas Armadas violar los derechos humanos

Raymundo Riva Palacio
Periodista

martes, 27 julio 2021 | 06:00

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Ciudad de México.- A unos días de la consulta para enjuiciar a sus cinco inmediatos predecesores, el presidente Andrés Manuel López Obrador los acusó de ordenar a las Fuerzas Armadas violar los derechos humanos. De manera textual dijo una frase que tiene que ser registrada para la historia y, dada la acusación, determinar responsabilidades políticas y penales: “Si el Ejército, si la Marina, cometieron excesos en otros tiempos fue porque se los ordenaban desde arriba, la autoridad civil. No se debe olvidar que el presidente es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, Entonces ya no es lo mismo. Ya cambió”.

“En el tiempo que nosotros llevamos en el gobierno, las Fuerzas Armadas no han violado derechos humanos”, agregó. “En el caso que haya habido, subrayo, muy pocas violaciones, las mismas Fuerzas Armadas se han encargado de castigar a los responsables. Tengo presente uno o dos casos, y sin que yo ordenara que se actuara, ya los responsables de las secretarías habían tomado la decisión” de tomar acción contra quienes incurrieron en violaciones.

En el pasado, los presidentes, por ser comandantes supremos de las Fuerzas Armadas, dijo que eran los responsables de las violaciones a los derechos humanos. En el presente, las violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército o la Marina, no son su responsabilidad. La discrecionalidad sobre quién y cuándo manda sobre las Fuerzas Armadas es una discusión política. Lo importante es la acusación que lanza en general, aunque por la forma como fraseó, se puede inferir que se refiere a los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.

“Hubo un tiempo en nuestro país, lamentable, porque había más muertos en enfrentamiento que heridos y detenidos”, señaló. “El índice de letalidad mostraba que a los heridos los remataban”. 

López Obrador reiteró que tomó la decisión de no “apostar a la guerra”, que es una referencia directa, por el contexto que ha utilizado anteriormente, a la decisión de Calderón de enfrentar a los cárteles de la droga, con toda la fuerza militar y policial. El resultado fue que la violencia se incrementó drásticamente durante casi cuatro años, pero en mayo de 2011 comenzó a bajar el número de homicidios dolosos. Hubo costos, que define el presidente como “masacres”, en donde se vieron involucradas las Fuerzas Armadas, particularmente la Marina.

Las violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad federal se denunciaron de manera sistemática en la prensa, pero poco se avanzó. Esta es una asignatura pendiente que hoy López Obrador puede empezar a resolver. No necesita una consulta popular que no llevará a ningún lugar, sino la determinación de aplicar la ley, asumiendo que habrá a quienes proteja que resultarán culpables de esas atrocidades. Pero para esto debe pensar menos en politiquería y más en reparación de daños, de mirar el largo plazo y no la coyuntura inmediatista. Es decir, actuar como jefe de Estado y no como jefe de partido en campaña electoral.

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