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Opinión

A decir verdad | El tequila es nuestro

La venta y exportación de la bebida nacional proporciona un ingreso global y constituye un aporte importante de recursos para el fisco mexicano, así como para la generación de empleos

Rubén Iñiguez
Periodista

sábado, 28 noviembre 2020 | 06:00

Ciudad de México.- Severos atentados de adulteración, de productos que alegan en su etiqueta contener tequila, han resultado serias alteraciones que dañan el prestigio de la bebida de origen mexicana y actualmente una trasnacional de la cerveza, pretende dañar nuestra bebida nacional.

El intento de la cerveza Heineken, de lanzar una bebida mezclada con tequila, la cual contenía todo excepto tequila, claro la mercadotecnia lo presenta como cerveza combinada con tequila, pero la realidad es que no tiene una gota del extracto del agave weber azul tequilana.

Cada día se llega a tener un registro mayoritario de firmas de productos de tequila, que rebasan en México las 900 marcas. Pero muchos de los supuestos tequilas que carecen del sello del Consejo Regulador del Tequila, pueden ser apócrifos. Por eso cuando no se encuentran en la etiqueta estas siglas, CRT, puede presumirse que es un producto de origen oscuro, opaco, y puede incluso ser peligroso y potencialmente tóxico.

La venta y exportación de la bebida nacional proporciona un ingreso global y constituye un aporte importante de recursos para el fisco mexicano, así como para la generación de empleos. El cultivo del agave, compromete en la empresa a millares de campesinos, todo para que se proteja el concepto de “denominación de origen”.

Francia ha puesto el ejemplo cuando se trata de champagne o coñac, España para evitar polémicas registró su caldo como brandy, incluso los hay tan selectos como el más fino coñac, sin embargo, tuvieron el cuidado de respetar la “denominación de origen”.

El tequila se origina verdaderamente en el municipio de Jalisco que lleva el mismo nombre, aunque hay estudiosos que advierten que se origina en el valle de El Arenal, o incluso la vecina Amatitán. Claro, los cultivos de agave, llegaron a los Altos de Jalisco, y se produjo un tequila de calidad similar, que respeta en concepto de denominación de origen, porque las plantas que utilizan son las mismas, el procedimiento es similar. Así desde la Laja, Tepatitlán, Tototlán, Arandas y Atotonilco El Alto, el mero corazón de los Altos, tienen la capacidad de producir tequilas reconocidos.

Nuestra bebida nacional, en las grandes marcas incluso concursa en Bolsas de Valores, con títulos muy codiciados por ejemplo de Cuervo, o de Souza, que heredó el nombre a empresarios de Japón, por ejemplo. 

Muchas de las tequileras clásicas como Herradura, han pasado a manos de inversionistas extranjeros, que sin alterar el procedimiento de fermentación y destilación producen el tequila blanco, madre de todos los tequilas, que pasan a las versiones reposadas, añejas, por el tiempo en que se conservan en barriles de maderas importadas hasta alcanzar el grado de reposo o añejamiento y vaya que la madera es absorbente. Por lo que, para un litro de añejo, pueden quedar en el barril, cutro litros del tequila como merma, para alcanzar la madurez.

Incluso un tequila tan interesante como Hornitos Black Barrel, por reposar en barricas que contuvieron whisky llegan a tener un toque de sabores que recuerdan al “agua viva” el Whisky, pero es tequila puro, sin alteraciones de ninguna especie. Para eso existe el Consejo Regulador, que esporádicamente logra alejar del mercado nacional marcas espurias.

Actualmente la situación ha sido llevada hasta consultar a AMLO en la mañanera por la falsificación que pretende hacer Heineken. Su respuesta fue: “Pregúntele a Graciela Márquez, de Economía”, pero más pinta el asunto para el canciller Marcelo Ebrard, que, si fue capaz de regresar al general Cienfuegos, no creo que le sea difícil defender nuestro líquido reconfortante.

Este mismo asunto, ha sido para Francia, capaz de llevar a declaraciones de guerra, sanciones económicas, ruptura de relaciones a países que osaron no respetar su denominación de origen en que nacieron las bebidas que el mundo identifica. Así de serio es el asunto.

A decir verdad, en la primera parte expusimos el crecimiento de la exportación del tequila, la bebida nacional, que, entre alternancias de modas, ocupa un lugar cercano al gusto mexicano. Lo cierto es que el tequila luego de ciclo áureo del cine mexicano, volvió a ser favorito de todos los mexicanos.

Sus implicaciones económicas, patrimoniales, jurídicas, su agro, su industria, su comercialización y distribución son un formidable generador de empleos, adicionalmente a su deliciosa condición de “aperitivo” nacional. Incluso se han desarrollado nuevas versiones, igualmente vigiladas de mezcales, de bebidas artesanales como el caso de la raicilla, que ya encuentran un sitio en las barras mexicanas. 

No esperemos mucho de la agenda del presidente, AMLO, aunque por nacionalismo y soberanía, podría encontrar motivos para defender la bebida de Jalisco. 

El tequila es nuestro, y grandes autores como Carlos Monsiváis, como el colombiano Álvaro Mutis, en sus asistencias a ediciones pasadas de la FIL, aprovecharon para dar a conocer serios ensayos sobre la trascendencia de la bebida nacional. Dicen que Emiliano Zapata, que odiaba a Heineken, sin saberlo, dijo: “Tequila para mis hombres, cerveza para mis caballos”.

Sin embargo, no vamos a pelearnos con nuestros paisanos sinaloenses, nayaritas y sonorenses “cheleros”. La cerveza mexicana ha conquistado un lugar por consagrar cualidades de pureza, integridad de su grano original, y la aplicación fiel de los procedimientos que la hacen Pilsen o Bock. Pero eso es otro tema, igual de importante. Pero reflejan la calidad que también alcanzó el tequila mexicano. 

El riesgo en el momento es para el tequila, y los jaliscienses debemos encabezar a los mexicanos en proteger un tesoro, la bebida nacional, con denominación de origen. El tequila, bendito producto cuando se produce con honor, con fidelidad en cuanto a la calidad y procedimiento necesario, porque exportamos al exterior nuestro prestigio. 

Supongamos que China se le ocurra producir en Wuhan, un producto similar y lo quiera llamar tequila. Intolerable. Inadmisible. Imperdonable, para eso existe el derecho y el Consejo Regulador. Que el Covid se los lleve si se atreven. Este caso debería preocupar a nuestras más altas autoridades, no es un asunto de los empresarios tequileros, el afectado es México.

Este no es un asunto menor, ¡en tanto, salud!, pero con tequila genuino, y su sabor único, con sabor a México.

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