Opinión

Una forma egoísta de pensar

La participación ciudadana no se limita a emitir un voto cada cuatro o seis años, es mucho más que eso

Víctor Guzmán
Académico

martes, 15 enero 2019 | 22:34

La participación ciudadana, es el involucramiento de las personas que viven en una sociedad para la solución de problemáticas de la vida cotidiana que ahí se generan, con la finalidad de tener una mejor calidad de vida a su alrededor. No se limita a emitir un voto cada cuatro o seis años, es mucho más que eso.

“La participación ciudadana implica que miembros de una sociedad tomen parte de asuntos públicos, ya sea como individuos que portan sus propios intereses o como representantes de una colectividad”. (Isunza 2015). Es la relación entre la sociedad civil y el Estado, donde los representantes de la comunidad intercambian información sobre necesidades, propuestas, buscando el trabajo en conjunto con el 

Gobierno, inclusive tratando de intervenir de manera colaborativa para que la decisión sea de ambas partes, y no de manera unilateral, como antes era.

Desgraciadamente la apatía social generalizada provoca el desligue de interés en la reparación de problemas del entorno. Se considera al gobierno como el responsable y generador de todo lo bueno o malo que se suscite en la población. Permaneciendo indiferente ante todo lo que se genere al exterior de la puerta de la casa. Una forma egoísta de pensar.

No obstante, estas ideas de desidia tienden a atenuarse, gracias a la accesibilidad de las redes sociales que informan y provocan un interés que tienden a generar una cierta responsabilidad de manera individual y como sociedad, de acuerdo a su contexto. 

Por ello es necesaria la apertura de los representantes de Estado, permitiendo que la sociedad se involucre a través de diversos programas, foros, acuerdos e investigaciones para que exista una verdadera gobernanza. Erradicar la unidireccionalidad en tomas de decisión. Las soluciones a dilemas sociales regularmente surgen de las mismas personas que viven la preocupación, y no de actores externos que quieren descubrir el hilo negro que ya existe. Es momento de consultarlos.

Hasta este momento las organizaciones no gubernamentales, están generando un papel de fiscalizador y acompañante del sistema de gobierno en algunos temas. Son lo más cercano a la participación ciudadana en nuestro país. Podría considerarse una piedra en el zapato para los burócratas, pero que es necesario. Es indispensable mantener una revisión en la rendición de cuentas y evaluación de las dependencias públicas, y conocer los movimientos y las condiciones en las que operan, para mayor confiabilidad social.

Las mesas de seguridad, observatorio ciudadano, los derechos de la infancia, red de organizaciones sociales, consejos consultivos, programas de coinversión, contraloría social, son ejemplos de participación ciudadana, que van trabajando a la par con instituciones de gobierno, para generar certeza de los acuerdos o acciones que se susciten y gocen de cierta certidumbre ante la sociedad. No son suficientes, pero se comienzan a copar los temas de interés o de mayor sensibilidad en la comunidad.

Mientras a la ciudadanía no le interesen la toma de decisiones en conjunto con el gobierno seguiremos como país en vías de desarrollo, esperando que la nación cambie sin generar algún cambio de manera personal, y con ello las leyes y forma de vida seguirán igual, con grandes déficits en las cuentas públicas, endeudamientos impagables y con leyes en detrimento de la misma sociedad, quien paga los platos rotos de las malas administraciones.

¿Será muy difícil? La participación ciudadana, comienza con ponerse de acuerdo, para ver qué día les toca a los vecinos regar los árboles del parque….

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