Opinión

Orden en el caos

¿Por qué me preocupa que el presidente Obrador haya anunciado ayer que va a comprar 500 nuevas pipas de gasolina de 60 mil litros cada una?

Sergio Sarmiento
Periodista

martes, 15 enero 2019 | 22:30

Ciudad de México.- ¿Por qué me preocupa que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya anunciado ayer que va a comprar 500 nuevas pipas de gasolina de 60 mil litros cada una? Porque es señal de que la crisis de desabasto de gasolina no se va a resolver ni ahora ni en el resto del sexenio.  El mandatario no parece tener intenciones de abrir nuevamente las válvulas de los poliductos que de manera eficiente han conducido la gasolina y otros petrolíferos a lo largo y ancho del país durante décadas. Aunque ayer López Obrador volvió a afirmar que el desabasto -que antes ni siquiera existía- "es una situación transitoria", añadió después: "Están jugando a las vencidas estos traviesos. Pero vamos a demostrar que puede más el pueblo digno de México".  El presidente ha dicho en varias ocasiones que les está ganando la batalla a esos "traviesos" y que el robo de combustible se ha desplomado desde que cerró las válvulas. Pero si así fuera, ¿por qué estaría ordenando la compra de estas 500 pipas?

Estos 500 vehículos representarían una capacidad de transporte de 30 millones de litros. Es un monto importante, aunque palidece ante los 125 millones que se consumen diariamente en nuestro país. El problema es que una vez realizada la compra, Pemex tendría un incentivo para utilizar en el largo plazo estos autotransportes. Los especialistas, sin embargo, señalan que resulta entre 10 y 15 veces más caro transportar gasolina por pipa que por ducto. Pemex se estaría comprometiendo así a usar de manera indefinida un transporte más caro e ineficiente.

Dice el presidente que las 500 pipas se comprarían con el ahorro logrado al reducir el robo de combustible. ¿Será cierto? Como en muchas otras afirmaciones que hace, no hay cifras precisas. López Obrador ha declarado que el robo de combustible significa una pérdida para Pemex de 60 mil millones de pesos al año, aunque no ha dado a conocer las bases de esta cifra. El transporte en pipas en lugar de ductos, sin embargo, representa un incremento sustancial en los costos de Pemex. Hasta ahora no sabemos cómo se compara este gasto adicional con el supuesto ahorro del robo de combustible. Tampoco conocemos el monto de robos de combustible en pipas.

La verdad es que el gobierno no podrá decir que ha logrado una victoria mientras mantenga cerrados los ductos de distribución. Sería muy fácil cortar la luz de una ciudad y afirmar que se ha reducido al 100 por ciento el robo de electricidad en ella, sólo que cuando se reanudara el servicio comenzaría en automático nuevamente el robo. El cierre de ductos, en realidad, dificulta el combate contra el robo de combustible, porque no permite ubicar y detener a las bandas que se dedican a este negocio.  El gobierno sí está haciendo algunos esfuerzos eficaces en el combate al huachicoleo. Los señalamientos del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, de que se han encontrado cientos de gasolineras que tienen ventas superiores a sus compras de combustibles sugieren un camino más eficaz para combatir el comercio ilegal de combustible robado. Usar drones para patrullar los ductos sería también una medida sensata. Pero el cierre de ductos no hace más que dañar al consumidor sin afectar realmente a los huachicoleros. 

El presidente tiene razón cuando dice que "No es tan imposible poner orden en el caos". Hasta ahora, sin embargo, el cierre de válvulas sólo ha creado un caos al que ya habría que poner orden.

Desigual

Cientos de pipas de Pemex, Canacar y otros están transportando gasolina a la Ciudad de México. Por eso empieza a bajar el desabasto en la capital. Pero nadie en el Gobierno federal parece preocuparse por Jalisco, Michoacán o Guanajuato. ¿Será porque la Ciudad de México es gobernada por Morena y las otras entidades por la oposición?

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