Opinión

Gasolina en Juárez

Casi doy las gracias por el 'huachicoleo'. Si no fuera por toda esta campaña para combatir la ordeña de ductos...

Cecilia Ester Castañeda
Escritora

miércoles, 16 enero 2019 | 22:10

Casi doy las gracias por el “huachicoleo”. Si no fuera por toda esta campaña para combatir la ordeña de ductos de gasolina no nos hubiéramos dado cuenta del alto grado de dependencia actual en los automóviles y los combustibles fósiles. Tampoco hubiéramos entendido en forma tan clara la relación de las emisiones vehiculares con la contaminación del aire. 

El desabasto en estados enteros de nuestro país parece sacado de una película, sobre todo por deberse aparentemente a errores de cálculo o una estrategia apresurada por parte del Gobierno federal. Lo impensable, a 40 años del llamado milagro económico petrolero en algunas de las zonas más pobladas de México se hacen horas de fila para cargar gasolina. 

Por suerte lo más probable es que el desabasto no alcance a Ciudad Juárez. Ser frontera con Estados Unidos garantiza el suministro local, publicó El Diario, puesto que la mayoría de los combustibles vendidos en México se importan del vecino país. 

Este medio informó que de acuerdo con la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo, aquí podrían registrarse problemas de abastecimiento sólo en caso de aumentarse el volumen del combustible enviado a otras entidades. Aun así, la facilidad de importar directamente la gasolina —como lo hace ya una empresa— garantizaría existencias en las estaciones locales de servicio. 

Otra ventaja fronteriza es la práctica que algunos juarenses tienen de poner gasolina en El Paso, sirviendo en un momento dado de válvula para la demanda. En una contingencia, es una opción viable para los poseedores de pasaporte. “¿Y si no tenemos visa?”, podría preguntar alguien. Bueno, con su consecuente riesgo, supongo que empezaría a haber gente ofreciéndose para ir a llenar los tanques del lado americano o dispuesta a vender parte del combustible que cargó —sin contar otros medios definitivamente ilegales—.

Pero, repito, en Ciudad Juárez el riesgo es menor. Ya existe una cadena de expendios que importa su propia gasolina. Si ésta escasea en otros establecimientos, en dichas estaciones de servicio y en otras que sigan su ejemplo subiría el precio del combustible, sin llegar al desabasto ni a convertir el mercado negro en una vía insalvable. Tampoco es probable el aumento a nivel nacional de los costos pagados por el consumidor. Inclusive de subir la cotización global del petróleo, por razones políticas el gobierno de López Obrador haría todo lo posible por controlar los precios mientras siga la lucha contra el robo en los ductos.  

Mejor concentrémonos en las otras lecciones del desabasto en el centro del país. Estamos viendo, durante una oportunidad única, las desventajas del alta dependencia en los vehículos motorizados particulares: la facilidad con la cual se trastocan las actividades de ciudades completas al romperse la cadena de suministro, la dificultad para movilizarse en caso de contingencia, la penetración del robo de combustible —ya empezaron a registrarse asaltos a pipas—, el alto costo de modificar el sistema de traslado y de su protección… 

Pero estamos atestiguando asimismo un inesperado fenómeno colateral. Según datos periodísticos, los índices de contaminación del aire han disminuido significativamente en los lugares afectados por el desabasto. El mensaje no podía ser más claro en un momento cuando el alarma de cada informe sobre el cambio climático supera a la del anterior: contamos con una herramienta tangible, cuantificable y efectiva para recuperar la calidad del aire que respiramos. Fomentemos el uso de medios alternos de transporte, descubrámoslos. Sólo dejando de pensar como si todos tuviéramos un vehículo personal en condiciones óptimas para circular en una ciudad con infraestructura y presupuesto idóneos lograremos una comunidad más segura, accesible y con aire limpio. Eso sí está en nuestras manos.

En cambio, hay cosas, como el efecto Trump, sobre las que no tenemos control. También es poco probable, pero si en un arranque de impulsividad el presidente de Estados Unidos declarara la emergencia nacional que tanto ha utilizado como amenaza a fin de conseguir el dinero para el muro fronterizo, mientras se resolvieran las pugnas legales y todo volviera a la normalidad, en Ciudad Juárez el desabasto de gasolina sería nuestra menor preocupación. 

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