Opinión

2021: ¿La partida de los ya de por sí ‘partidos’?

En un entorno enrarecido y polarizado como el actual sistema político mexicano, la necesidad de encontrar...

Carlos Irigoyen/
Analista

viernes, 18 octubre 2019 | 06:00

En un entorno enrarecido y polarizado como el actual sistema político mexicano, la necesidad de encontrar las características de liderazgo que incrementen las posibilidades de mejorar el nivel de vida, bajo el actual formato de participación ciudadana para aspirar a un puesto de elección popular como lo es ser alcalde de una ciudad como Juárez, luce complejo. La ciudad tiene una notable dinamica económica, pero a la vez con un atraso en infraestructura evidente y por supuesto, las marcas profundas en el tejido social que ha dejado consigo los ya más de 25 años de violencia incesante sobre la comunidad fronteriza, estigmatizada en diversas ocasiones como la ciudad más violenta del mundo.

El 2021 marca la mitad del camino del actual sexenio presidencial a nivel federal, señala la finalización de los actuales participantes del Congreso federal y cierra la etapa histórica de cinco años donde por primera vez una persona logra la relección por períodos consecutivos para nuestra ciudad. Se asoma de forma intrigosa la duda, ¿es el fin de la partidocracia como la conocemos los mexicanos?

Con un sondeo de 105 personas que expresaron su sentir respecto al próximo alcalde se visualiza qué tan importante es el acompañamiento de una institución política para poder aspirar a una candidatura y que funcione como un apoyo para la propuesta de valor que tenga el candidato y no sea un lastre para el cual haya que diseñar un control de crisis que permita minimizar el daño a la imagen del candidato. Puede existir en los tiempos modernos un partido con una imagen favorable y con candidato de dudosa confiabilidad, ahí va una estrategia que permita trabajar con las fortalezas del candidato y comunicarlas de manera efectiva. La contra es que existen candidatos brillantes bajo instituciones políticas percibidas con baja credibilidad, ahí se “come” por completo la desconfianza del ciudadano a las fortalezas del candidato. 

La teoría es altamente reveladora pero la praxis evidencia las falacias del componente humano y como “juega a las contras” en un proceso de esta naturaleza.

Es por eso que lo que se percibe en el escenario de la competitividad electoral, es la consideración cada vez más baja por el partido y en contraparte, la deferencia y apuesta por un tipo de personalidad que altere la percepción ciudadana que ya de por sí viven un proceso de cambio generacional relevante en la consideración de factores para favorecer la intencionalidad de voto con cierto candidato.

La ciudadanía está harta de los atropellos propios de conductas corruptas y favoritismos de siempre, de no contar con opciones de liderazgo que logren parar la creación de condiciones favorables para intereses muy particulares y el abandono o hábito de posponer indefinidamente la creación de la conciencia colectiva para el crecimiento y desarrollo de Juárez.

Tan sólo 55 años atrás hablábamos de un partido “aplanadora” con tres “satélites” contra otro partido de mediana fuerza, la progresión de la reducción de partidos que no aportan valor a los procesos electorales parece ser el siguiente paso.

En Juárez han existido elecciones hasta con siete partidos, el rompimiento de la tendencia de la “aplanadora nacional” fue en 1983 bajo el desarrollo de una figura pública relevante que alcanzó un 60 por ciento de los votos. 10 años después, se dibuja una cuasi perfecta dualidad de elección, dos partidos de siete opciones políticas logran el 90 por ciento de los sufragios. La aparición de una candidatura independiente se da en 2016 con una contundente victoria al lograr el 48 por ciento de los votos emitidos. El punto de quiebre de la partidocracia ya se dio en el proceso electoral local, lo que es un hecho es que en 2021 hay una gran oportunidad de lograr que para ser electo presidente no sea indispensable tener el apoyo de un partido.

Estamos a un paso de ver la modificación de nuestro sistema de partidos políticos y que la personalidad del candidato sea de mayor impacto. Los tradicionalistas enfocan al desarrollo insitucional, los baby boomers y la generación Z por la institucionalidad matizada por la personalidad del candidato, los millennials apuestan más por una personalidad; los centennials apuestan por un equilibrio; 2021 pinta interesante para el análisis del proceso electoral y recambio generacional, y por supuesto, hay que ir pensando en el verano trapisondista del 2024. 

Notas de Interés

close
search