Opinion El Paso

Warren y Castro son almas gemelas

¿Warren-Castro? Sí, ésa sería una buena fórmula.

Rubén Navarrete Jr. / The Washington Post

lunes, 20 enero 2020 | 06:00

San Diego— Finalmente, Julián Castro está atrayendo la atención que merece de los medios de comunicación. Todo lo que tuvo que hacer fue renunciar a su nominación demócrata a la presidencia y hacer campaña a favor de Elizabeth Warren.

En estos días, uno puede encontrar al ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano diciéndoles a las personas de Iowa que su ex contrincante podría ser una gran comandante en jefe, cantando elogios para Warren mientras convivió con reporteros en el salón de prensa después del debate de esta semana, y comentando en Twitter entusiastamente que “está preparado para la presidenta Elizabeth Warren”.

Warren y Castro hacen un buen equipo. Y si Warren sobrevive al Club de Tobi de la política presidencial y asegura su nominación –podrían verse bien juntos como compañeros de fórmula presidencial.

Por una razón, Warren necesita un impulso con los latinos. No hay que preguntar por qué. La senadora de Massachusetts parece tenerlo escasamente, aunque ha pensado en ese grupo étnico desde que entró a la política y se postuló al Senado en el 2012.

Su electorado es altamente educado, anglosajón, incluyendo a los liberales del noreste –y no mucho más que eso.

Y aunque Castro no logró ganar ese mercado con el apoyo de sus compañeros latinos durante el año que pasó haciendo campaña, no hay que extrañarse si reaccionan de una manera más cariñosa con él ahora que ya no está compitiendo, ya que ellos se encuentran inmersos en un grupo de demócratas favoritos que son tan blancos como un día nevado en Iowa o New Hampshire.

Si Warren y Castro llegan a algo, podría ser la tercera ocasión en que los demócratas tendrán una combinación entre Massachusetts y Texas en una postulación a la Casa Blanca.

En 1960 lo hicieron John Kennedy y Lyndon Johnson y en 1988 Michael Dukakis y Lloyd Bentsen.

Por supuesto que existen diferencias entre estos dos candidatos. Por ejemplo, la edad, Warren tiene 70 años y Castro 45, y luego está su relación con el Cuarto Poder, Warren es la candidata preferida de los medios de comunicación para la Casa Blanca, mientras que Castro desapareció cuando cayó en el “orificio café” de la prensa, en donde van a dar los latinos que se esfuman porque no son ni afroamericanos ni anglosajones.

Finalmente, está la geografía, Massachusetts y Texas parece que son planetas diferentes.

Aunque estos dos demócratas también algunas cosas en común. Como la Escuela de Derecho de Harvard, Warren impartió clases allí y Castro estudió en ese lugar. Sus fuertes destrezas de comunicación, ambos han hecho un buen trabajo al emocionar a su base de votantes que los apoyan, y los han mantenido tranquilos cuando los atacan.

Esta diversa dupla también una cosa más en común: Los dos han aprendido de la manera más difícil que si no se es un hombre anglosajón para postularse para presidente, no será nada fácil.

La tensión llega cuando uno trata de ser el primero en algo. A nadie le gusta el cambio, y no siempre es fácil ajustarse a un nuevo orden de cosas. Los hombres anglosajones la tienen fácil, pero todos los demás, no mucho.

Castro no tuvo mucha suerte. Cuando sugirió despenalizar los cruces fronterizos no autorizados y propuso que se trataran como infracciones civiles, los críticos caucásicos se preguntaron en voz alta si los méxicoamericanos querían “una frontera abierta”.

Sin embargo, las mujeres que se postulan para presidenta enfrentan un camino difícil, al igual que la gente de color, si no es que más difícil. Durante años, he tenido amigas que son latinas o afroamericanas y me han dicho que enfrentaron más desafíos porque son mujeres que por ser miembros de las minorías.

Yo les creo. Las mujeres tuvieron el derecho a votar medio siglo después que los afroamericanos que fueron esclavos liberados y les permitieron emitir su voto. Los estadounidenses han electo y reelecto a un presidente afroamericano.

Pero –viendo a los partidos políticos importantes– los votantes han evitado en dos ocasiones elegir a una vicepresidenta, Geraldine Ferraro en 1981 y Sarah Palin en el 2008, y una vez rechazaron elegir a una mujer presidenta al negarle a Hillary Clinton el número de votos del colegio electoral que necesitaba para obtener la victoria.

Ahora, Warren está recibiendo una probadita de esa ignorancia. En su reciente discusión con Bernie Sanders sobre si una mujer podía ser electa presidenta, yo le creo a Warren. Tomando en cuenta que desde hace tiempo Sanders se ha sentido molesto con la llamada política de identidad, yo creo fácilmente que dijo que para una mujer sería difícil derrotar a Donald Trump en el 2020.

Por supuesto que eso es diferente de lo que los medios de comunicación están reportando, que Sanders dijo que una mujer nunca va a ser electa presidenta.

Dejando a un lado el juego de palabras, Warren está recibiendo muchas críticas de los presentadores conservadores de la radio que odian cuando alguien juega “la carta de la mujer” y a los simpatizantes de Sanders que piensan que su candidato está siendo engañado.

Nuevamente, los estadounidenses siempre culpan a la víctima, y hacen parecer como si el pionero es el que tiene el problema.

Castro ha pasado por eso y ha hecho eso. Así que está en una gran posición para defender a Warren en contra de lo que sería otro ataque injusto.

¿Warren-Castro? Sí, ésa sería una buena fórmula.

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