Opinion El Paso

Trump y su partido a favor de la contaminación

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Paul Krugman / The New York Times

lunes, 18 noviembre 2019 | 06:00

Nueva York— En vista de lo que ha ocurrido hasta ahora en las audiencias del juicio político, es evidente que ningún delito o abuso de poder podría convencer a los republicanos de darle la espalda al presidente Donald Trump. Así que, si alguno de ustedes todavía espera ver un giro dramático en el escenario político, más le vale no aguantar la respiración.

Aunque, pensándolo bien, quizá sea mejor que aguanten la respiración. Lo digo porque la calidad del aire se ha ido deteriorando desde hace algunos años, y a tal punto que ya se ha cobrado miles de vidas estadounidenses. Si Trump permanece en el poder, el aire empeorará mucho más y la cifra de muertos se elevará drásticamente en los próximos años.

Veamos qué ha ocurrido hasta ahora: cuando hablo de contaminación, no me refiero a los gases de efecto invernadero que influyen en el cambio climático y representan una amenaza existencial a largo plazo. Más bien me refiero a contaminantes con efectos mucho más inmediatos, en especial “material de partícula fina”, pequeñas partículas que hacen el aire brumoso y pueden penetrar hasta lo más profundo del tracto respiratorio. Varios estudios han documentado los peligros que estas partículas representan para la salud.

Hasta hace algunos años por lo menos era cierto consuelo saber que, gracias a las normas ambientales, la concentración de partículas finas estaba bajando con gran rapidez. La mala noticia ahora es que, desde 2016, este tipo de contaminantes ha ido en aumento de nuevo, por lo que han eliminado cerca de una quinta parte de los avances logrados desde 2009.

Un estudio que documenta esta marcha atrás explora varias causas que podrían explicar el cambio, como los incendios forestales (entre cuyas causas se encuentra el cambio climático), más vehículos en circulación y menos garantías de que se respeten las normas. También revela, con base en resultados bien establecidos sobre los efectos de la contaminación en la salud, que incluso este aumento en las partículas, a pesar de parecer ligero, provocó casi 10 mil muertes más el año pasado.

Para situar en contexto esta cifra, quizá sea útil recordar que, al arrancar su presidencia, Trump habló de una “carnicería estadounidense” y describió el retrato de una nación sumida en delitos violentos. En realidad, en ese momento la delincuencia casi registraba sus estadísticas históricas más bajas y todavía ahora se ubica alrededor de esos números. Si admitimos que su exageración estaba fundamentada en algo, en realidad era una modesta (y temporal) alza en el número de homicidios, de unos 14 mil en 2014 a 17 mil en 2016.

El punto es que las víctimas que ha cobrado el deterioro del aire durante la era de Trump ya equivalen a varias veces las causadas por la “carnicería” que condenó en esa ocasión.

Parece insensible señalar esta cifra, pero el costo económico de la contaminación creciente también es elevado; el estudio calcula que asciende a 89 mil millones de dólares por año. Es un número muy alto, incluso para una economía tan grande como la estadounidense, y significa que, si se mide debidamente el crecimiento económico durante la presidencia de Trump, en realidad ha sido mucho menor de lo que hacen creer las cifras estándar.

Por si fuera poco, se espera que la situación empeore todavía más. El Gobierno de Trump se ha dedicado a redactar nuevas normas que, de hecho, impedirán que la Agencia de Protección Ambiental utilice gran parte de las pruebas científicas disponibles sobre los efectos negativos de la contaminación en la salud. Un cambio así debilitaría los reglamentos ambientales y podría causar un deterioro marcado en la calidad del aire y el agua con el paso del tiempo.

Nadie sabe a ciencia cierta qué traerá el futuro, pero si Trump permanece en la presidencia, parece muy probable que las muertes de estadounidenses debido a sus políticas en contra del medioambiente superen el número total de muertes por asesinatos, ya no digamos las personas asesinadas por los inmigrantes que a Trump le encanta pintar como una horda amenazadora de piel oscura.

¿Por qué está sucediendo esto? Como han señalado muchos observadores, no hacer nada para combatir el cambio climático, con todo y que es un delito inexcusable contra la humanidad, también puede ser comprensible de cierta forma. Las emisiones de gases de efecto invernadero son invisibles, y el daño que causan es global y a muy largo plazo, por lo que es relativamente sencillo optar por la negación.

Por el contrario, las partículas son visibles y causan daños relativamente localizados y de manifestación rápida. Así que sería de esperar que las acciones para evitar que empeore la calidad del aire tuvieran un amplio apoyo bipartidista. De hecho, la política moderna de protección ambiental comenzó nada menos que durante la presidencia de Richard Nixon, y varios funcionarios jubilados de la Agencia de Protección Ambiental con quienes he conversado describen la época de Nixon como una era de oro.

Además, los republicanos no dejaron de mostrar por lo menos cierta preocupación por el medioambiente, incluso después de que el partido comenzó a alinearse más hacia la derecha. El presidente Ronald Reagan firmó un tratado para proteger la capa de ozono. La amenaza de la lluvia ácida se contuvo gracias a un programa puesto en marcha por el presidente George H.W. Bush.

Por desgracia, fue hace mucho tiempo. En la actualidad, el Partido Republicano no solo es un partido que cree con firmeza en teorías conspirativas absurdas sobre el calentamiento global (y cualquier otro tema, si los hechos le parecen inconvenientes). También se ha convertido en el partido de la contaminación.

¿Por qué? Solo hay que seguir el dinero. Existe gran variación de una industria a otra si se considera cuánto daño ambiental causan por dólar de producción. Resulta que las industrias supercontaminantes les han apostado todo a los republicanos. En 2016, por ejemplo, la minería del carbón entregó el 97 por ciento de sus aportaciones políticas a causas y candidatos republicanos. Los contaminadores ahora reciben lo que pagaron.

Por cierto, esta es una de las razones por las que no soy el único a quien le parece inconcebible que personas como Joe Biden digan que todo va a estar bien en cuanto Trump se vaya. Si Trump no logra destruir nuestra democracia (y ya es mucho esperar), su legado más dañino será la gran destrucción ambiental que dejará tras de sí. Lo peor es que la postura de Trump, favorable a la contaminación, no es la excepción a la regla. En este tema, el hombre sí que refleja las convicciones de su partido.

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