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Opinion El Paso
domingo, 05 marzo 2023 | 06:00
San Diego— ¿Había escuchado que uno de varios grupos de republicanos de la Cámara realizó varias visitas de investigación a la frontera entre Estados Unidos y México y sólo encontraron muy pocos datos?
Ese espectáculo ha sucedido en las últimas semanas, ahora que los republicanos tomaron el control de la Cámara y han decidido a hacer de la inmigración una de sus prioridades legislativas.
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El Partido Republicano está ansioso para hacer política de lo que con poca seriedad ha llamado “la crisis fronteriza de Biden”.
La simplista explicación del partido es que el presidente Joe Biden personalmente invitó a millones de migrantes y refugiados de todo el mundo para inundar la frontera entre Estados Unidos y México en los dos últimos años diciéndoles a los agentes de la Patrulla Fronteriza que no hagan nada y abran las puertas.
Eso es una tontería.
Si los republicanos están medio sobrios y no intoxicados de oportunismo, verían que esta nueva narrativa –que Biden es el autor intelectual global capaz de orquestar patrones de migración de inmigrantes y refugiados a consecuencia de la guerra, desastres naturales, problemas económicos de una pandemia, la invasión rusa a Ucrania, etc.– entra en conflicto con su anterior afirmación de que el presidente de 80 años es débil e incompetente.
Aunque los líderes del Partido Republicano deben pensar que el tema de la inmigración está allí para que ellos la tomen. Los demócratas tratan de evitar el tema debido a que pone en su contra dos elementos de su coalición con la izquierda: los latinos que tienden a favorecer más inmigración y mano de obra organizada, y los que desean menos.
Los republicanos tienen su propia guerra civil que tendrán que enfrentar, entre el ala nativista preocupada porque está cambiando la complexión del país y los intereses comerciales con el incremento de la preocupación por encontrar trabajadores para hacer trabajos que los estadounidenses “están rechazando silenciosamente” o no toman en primer lugar.
Por ahora, parece que el Partido Republicano se ha doblegado ante los nativistas. Al decir que los extranjeros ingresan a Estados Unidos para hacer daño, los líderes republicanos han realizado recientemente varias excursiones a la frontera. Algunos más están planeando venir en las próximas semanas.
Un convoy que transportó a la frontera a miembros del Comité Judicial de la Cámara, encabezados por su presidente, el representante republicano Jim JOrdan de Ohio, en donde realizaron audiencias via remota. El presidente de la Cámara, el republicano Kevin McCarthy de California, participó tomando a un grupo de legisladores republicanos novatos para hacer un recorrido de operaciones de Aduanas y Protección Fronteriza en el Condado Cochise, en Arizona.
Como nativo de la parte central de California, McCarthy debe saberlo mejor. Si el presidente de la Cámara realmente desea ver inmigrantes indocumentados, podría llevar a la delegación a una visita de campo a su ciudad natal de Bakersfield.
Esa ciudad está haciendo equipo con los indocumentados, debido a que la industria agrícola que mantiene a flote a ese municipio no podría sobrevivir sin la mano de obra ilegal de los inmigrantes.
Los granjeros lucran contratando indocumentados y luego envían cheques a las arcas de la reelección de McCarthy para que los republicanos puedan morder las manos de los inmigrantes que los alimentan, junto con el resto del país.
Es increíble ver que muchos republicanos tienen mucho problema para mostrar que a ellos les importa profundamente ese tema que obviamente no entienden.
Desde sus declaraciones públicas y recomendaciones políticas, queda claro que muchos legisladores republicanos se han tragado tres grandes mentiras –que el país está siendo invadido, que las casi 2 mil millas de frontera con México puede ser sellada y que existe cierta cantidad mágica de recursos para la aplicación de la ley que detendrá la inmigración.
Esa es una trifecta de idiotez. Es totalmente errónea.
Normalmente, los legisladores republicanos, los presentadores de Fox News y los comentaristas conservadores de la radio hablan acerca de cómo están llegando todos esos inmigrantes a la frontera y están aceptando trabajo de los estadounidenses.
Pero este no es un buen momento para ese argumento, tomando en cuenta que el índice de desempleo de Estados Unidos es sólo del 3.4 por ciento, de acuerdo al Buró de Estadísticas Laborales de Estados Unidos. Cualquiera que desee un empleo puede conseguirlo.
Así que, todos esos de la derecha que se dedican a hacer ruido –cuya preocupación actual es el efecto que tendrá la inmigración en el cambio demográfico– deberían quejarse de que la amenaza real que cruza la frontera son las drogas ilegales, tales como el fentanilo, que aparentemente los narcotraficantes mexicanos están forzando a niños estadounidenses de la parte norte-centro del país a probar.
¿Qué sucedió con el pintoresco sermón republicano de que todos los estadounidenses necesitan tomar su responsabilidad de las acciones negligentes y malas decisiones? ¿En dónde quedó eso?
¿Qué nadie en este debate puede decir la verdad acerca de algo? Eso es lo que realmente necesitamos en la frontera entre Estados Unidos y México –la verdad.
Desafortunadamente, eso es una cosa que los estadounidenses han aprendido a no esperar de los políticos.
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