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Opinion El Paso

Por qué Biden no debe limitarse en el uso pleno del poder

Muchos demócratas piensan que una lección de los años de Trump, que culminaron con el asedio al Capitolio

Eric Posner / The New York Times

martes, 26 enero 2021 | 06:00

Nueva York— El Gobierno de Biden se ha propuesto una ambiciosa agenda legislativa, que incluye planes para reformar la inmigración, estimular la economía y fortalecer la respuesta federal a la Covid-19. Biden, quien fue senador durante la mayor parte de su carrera política, respeta el Congreso y ha hecho hincapié en la importancia de actuar a través de él. Durante la campaña presidencial, no tuvo reparos en criticar al entonces presidente Donald Trump por abusar de su autoridad ejecutiva.

Biden no está solo: muchos demócratas piensan que una lección de los años de Trump, que culminaron con el asedio al Capitolio, es que el poder presidencial debe acotarse. El poder cada vez mayor conferido a la presidencia a lo largo de los años debe transferirse de nuevo al Congreso. Las agencias del poder ejecutivo, sobre todo el Departamento de Justicia, deben gozar de más autonomía. Hay que reforzar la supervisión de la presidencia. Solo con estas reformas podemos estar seguros de que los futuros presidentes no abusarán de sus facultades.

Esta incomodidad con la “presidencia imperial”, como el historiador Arthur Schlesinger Jr. la llamó, no es nueva. Los liberales se han preocupado por una presidencia con un exceso de poder desde por lo menos Richard Nixon.

Sin embargo, los demócratas deben tener cuidado con lo que desean. Aunque no hay duda de que muchas reformas a la presidencia se han tardado en llegar —incluidos algunos elementos de la Ley para la Protección de Nuestra Democracia, que aumentaría la supervisión del Congreso y reduciría los conflictos de interés— una presidencia debilitada obstaculizaría la gobernabilidad nacional y las políticas demócratas en particular.

Consideren, por ejemplo, la regulación climática. Cuando los demócratas controlaron la presidencia y ambas cámaras del Congreso en 2009, la Ley de Energía Limpia y Seguridad de Estados Unidos (también llamada el proyecto de ley Waxman-Markey), que habría reducido las emisiones de gases de efecto invernadero, fue bloqueada por el Senado. Sin embargo, durante el mandato del presidente Barack Obama se lograron grandes avances en la regulación del clima. La razón es que él aplicó las regulaciones climáticas de manera unilateral, recurriendo en gran medida a la autoridad para regular la contaminación otorgada a la Agencia de Protección Ambiental por la Ley de Aire Limpio de 1970. Biden querrá hacer avanzar la agenda climática ampliando y fortaleciendo estas regulaciones.

Otro asunto urgente es la inmigración. En 2010, el Congreso debatió la Ley de Desarrollo, Alivio y Educación para los Menores Extranjeros (DREAM) que les habría otorgado un estatus legal a las personas que ingresaron al país de manera ilegal en la infancia. Una vez más, el Senado bloqueó el proyecto de ley. Después, Obama otorgó protecciones a los llamados “dreamers”, al usar su autoridad unilateral conforme a las leyes de inmigración. Biden ha propuesto una ambiciosa reforma migratoria al Congreso, pero la legislación podría tardar meses o años en convertirse en ley o, como ha sucedido tantas veces, podría no aprobarse nunca. El actual presidente va a utilizar su autoridad unilateral para revertir la prohibición de viajes que se instauró contra ciertos países y otras medidas ejecutivas de la era Trump que agobiaban a los inmigrantes indocumentados y a otros extranjeros, pero si la legislación fracasa, podría hacer más con su autoridad ejecutiva para hacer avanzar sus objetivos en el tema migratorio.

Obama se anotó dos grandes éxitos legislativos: la Ley Dodd-Frank, que fortaleció la regulación financiera, y la Ley de Atención Médica Asequible, que subsidió los seguros médicos. Sin embargo, cuando fue necesario modificar ambas leyes para corregir errores técnicos, el Congreso se negó. Obama las mantuvo en vigor a través de acciones unilaterales, algunas de ellas en el límite de la legalidad.

Es cierto que cuando Trump tomó el poder, revirtió algunas de las acciones unilaterales de Obama, lo cual ocasionó daños al medioambiente, al sistema de inmigración, al seguro de salud y a la regulación financiera. También utilizó sus poderes unilaterales para desencadenar una guerra comercial destructiva. No obstante, la cuestión es que ahora, con Biden en el Despacho Oval, será difícil, si no imposible, dar marcha atrás a las reversiones de Trump, a menos que Biden tenga las mismas facultades para emprender acciones unilaterales de las que gozaron Trump, Obama y los presidentes anteriores.

Los liberales también se quejan de que hay demasiados estatutos de emergencia, que confieren al presidente mayores facultades para implementar programas basados en una declaración de emergencia que en la mayoría de los casos no puede revisarse en los tribunales. Sin embargo, una de las principales quejas contra Trump fue que no ejerció en su totalidad sus facultades de emergencia para hacer frente a la pandemia del coronavirus; podría, por ejemplo, haber aumentado las restricciones de movimiento para ayudar a reducir los contagios y haber hecho más para ayudar a los estados a comprar equipos de protección y distribuir vacunas. Para que Biden pueda seguir adelante con su plan de formular una respuesta más agresiva a la pandemia, tendrá que confiar en las facultades de emergencia que Trump ignoró.

Biden logrará poco si no puede usar las facultades unilaterales tradicionales del presidente en la misma medida que Trump. El margen demócrata en el Senado, de cero, es demasiado estrecho para que Biden pueda lograr la aprobación de leyes ambiciosas en el Congreso, que es inflexible y lento incluso cuando las mayorías en ambas cámaras están más o menos de acuerdo con el presidente.

No obstante, lo que es aún más importante, los demócratas deben entender que, debido a la estructura del sistema constitucional de Estados Unidos, se benefician de una presidencia poderosa más que los republicanos. No es solo que el Congreso por naturaleza se mueve lentamente y genera pocos resultados, lo que a menudo les conviene a los republicanos, ya que tienden a preferir el statu quo. La aprobación del Congreso requiere el consentimiento del Senado, que, de manera desproporcionada, está influenciado por los senadores conservadores de estados mayormente rurales. Si el poder se traslada de la presidencia al Congreso, con el tiempo la política nacional se desplazará, en promedio, hacia la derecha.

Una posible lección de los años de Trump es que el riesgo de abuso por parte del presidente es tan grande que se debería despojar a la presidencia de sus poderes, incluso si eso significa que el Gobierno estadounidense se vea perjudicado de manera permanente. Si esto es cierto, los demócratas que planean actuar de conformidad con esta opinión deben prepararse para un Gobierno nacional disminuido que será incapaz de resolver los problemas más urgentes del país. Biden, quien firmó diecisiete órdenes ejecutivas y otras directivas en su primer día en la presidencia, parece ser consciente de ello.

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