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Opinion El Paso

Lo excepcional del cierre estadounidense

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Tyler Cowen / Bloomberg

lunes, 06 julio 2020 | 06:00

El número de casos de Covid-19 están aumentando nuevamente en muchos estados, la pregunta es si los residentes de esos estados van a tolerar otro cierre. Yo pensaba eso, pero cada vez queda más claro que los estadounidenses se sienten cómodos con un considerable número de muertes.

Existe un mecanismo de conformidad social que está funcionando aquí. La mayoría de las personas no van a tolerar un pequeño riesgo para sus vidas como salir a comer fuera, por ejemplo –aunque podrían hacerlo si todos sus amigos están haciendo lo mismo.

El atractivo de ir a un restaurante no sólo es la comida, sino compartir la experiencia y la sensación de que otros también lo están haciendo.

El peligro está en el posible incremento de los efectos. Si nadie está comiendo fuera o acudiendo a los bares, uno podría soportar la privación. Pero una vez que otros empiezan a hacer lo mismo, probablemente uno se sentiría atraído a unirse a ellos, aún a costa de un mayor riesgo para nuestra vida.

Tome en cuenta que en los años 1920, la posibilidad de contraer una enfermedad o infección al cenar fuera era muy alta, pero la gente seguía saliendo. Aceptar ese nivel de riesgo fue simplemente considerado como parte de la vida, porque todos vieron que los demás lo estaban haciendo.

De una manera similar, los miembros de una brigada de infantería están usualmente dispuestos a atacar una posición enemiga mientras les aseguren que sus camaradas también lo están haciendo.

Así que, si se pregunta por qué Estados Unidos es tan tolerante ante el riesgo de contraer el Covid-19, una razón es simplemente que tiene la mayoría de las normas a favor del consumo que cualquier nación occidental importante.

El intento de influenciar socialmente un alto nivel de consumo es mucho más común en Estados Unidos que por decir en Kosovo, un país con un récord relativamente bueno en cuanto a la seguridad contra el Covid.

Vale la pena preguntar quién pierde con esas normas asociadas a riesgos más altos. No son los trabajadores de la televisión que tienen ingresos más altos y pueden practicar cualquier grado de aislamiento y que quisieran que la política impusiera.

Son los trabajadores que están en la línea frontal los que tienden a ser más pobres y tienen más probabilidades de ser afroamericanos, latinos o inmigrantes. Un país con una amplia diversidad de opiniones y perspectivas tiene más probabilidades de aceptar esos riesgos, y eso también es Estados Unidos.

No pretendo excusar a las numerosas políticas fallidas del gobierno relacionadas con el Covid. Sólo me estoy refiriendo a la idea de que muchos estadounidenses, que están sujetos a las limitaciones que enfrentan, están recibiendo más o menos de lo que ellos querrían.

Nuevamente, estoy excluyendo a los trabajadores que están en la línea frontal.

Este análisis sugiere un nuevo y diferente enfoque para solucionar el aterrador incremento de la irresponsable socialización de los estadounidenses. Si usted piensa que sólo se trata de educar a la gente acerca de la importancia de usar una mascarilla o de los peligros de acudir a un bar, tenderá a sermonearlos en voz más alta y durante más tiempo.

Eso no parece que esté funcionando, tal vez porque los estadounidenses ya están haciendo un cálculo –no obstante, es egoísta– acerca de los riesgos que están dispuestos a aceptar.

Así que, decirles a los estadounidenses que son estúpidos y excesivamente sociables probablemente empeorará el problema. Pero ¿cuál sería un enfoque alternativo?

Los presidentes y candidatos presidenciales pueden ayudar. ¿Qué pasaría si llevan a cabo mítines en salones grandes sin audiencia –y filman el resultado? Joe Biden, con su estrategia del “sótano”, se ha aproximado a ese enfoque.

Por el contrario, a su contrincante le gusta presumir las multitudes que logra atraer. Los funcionarios públicos, sin embargo, deberían reservar las restricciones legales más estrictas para los lugares públicos más visibles, tales como los centros de las ciudades.

En esencia, es necesario disminuir la habilidad que tienen los estadounidenses de ser más sociables, o revertirla cuanto sea posible.

En cuanto a los medios de comunicación, plataformas y redes sociales: pueden ayudar incrementar los beneficios de la no-conformidad y restarle importancia al elemento social del consumo. 

Todas esas fotografías de playas o calles abarrotadas podrían tener la intención de asustar a la gente, pero el mensaje real podría ser alentar a una mayor conformidad –y por lo tanto, un riesgo adicional e infección.

Tal vez, los medios de comunicación deberían limitar la presentación de esas historias y fotos, justo como han dejado de publicar los nombres de los responsables de las masacres en escuelas, por temor a incentivar ese comportamiento.

¿Será erróneo cambiar el énfasis de la cobertura, como se ha hecho con tantos otros temas de salud pública? Nunca había sido un mejor momento para publicar historias acerca de lo que los estadounidenses creativos están haciendo por su cuenta.

La historia acerca de conseguir citas amorosas a través del Zoom es más benéfico socialmente que los relatos de encuentros ilícitos en los autos o parques públicos.

En general, sería mejor si cada estadounidense pensara que otros más no están saliendo o no están haciendo muchas cosas. 

Y en caso de que usted se pregunte en dónde escribí este artículo; lo hice en casa, no en una cafetería.

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