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Opinion El Paso

En la frontera, la disuasión no debe ser sinónimo de crueldad

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León Krauze/The Washington Post

domingo, 21 mayo 2023 | 06:00

A pesar de la reciente atención de los medios de comunicación a lo que significa la expiración del Título 42 para la crisis humanitaria que hay en el lado estadounidense de la frontera, la verdadera calamidad está ocurriendo en México.

La inmigración también puede convertirse en el tema central de la próxima campaña presidencial.

Si ese es el caso, el público estadounidense necesita entender el verdadero alcance de la tragedia. Sólo entonces podrá tomar forma una solución que funcione.

Los reportes noticiosos están destacando las horribles imágenes del norte de México. Los reporteros y activistas estadounidenses han empezado a evaluar las condiciones desesperadas que enfrentan los pobres y olvidados inmigrantes que se encuentran varados en la orilla del Río Bravo en campamentos improvisados sin ningún tipo de servicios –ni esperanza.

El viernes, horas después que expiró la política fronteriza conocida como Título 42, Amy Fischer, directora de América en la Amnistía Internacional USA, publicó una foto en un tweet de una tienda de campaña improvisada en Matamoros, al otro lado de Brownsville, Texas.

“Se puede escuchar desde el interior toser y llorar a un bebé por su mamá. Estas son las condiciones que las familias con niños pequeños tienen que vivir “, escribió Fischer. “Esta es la verdadera crisis y es humanitaria”.

Aunque nada de esto es nuevo. Los periodistas mexicanos han estado reportando cercanamente esa deplorable situación durante meses.

En Matamoros, los campamentos han sido desde hace tiempo una zona cero de las enfermedades, violencia y una serie de indignidades. Y eso está empeorando.

Jorge Ramos, mi colega de Univisión, reportó en los últimos días acerca de los asentamientos de migrantes de la ciudad.

“Me siento molesto por la manera en que los inmigrantes son tratados en México”, me dijo. “Viven en campamentos sin agua, cubiertos de basura y excremento. Los niños andan andrajosos y llenos de infecciones y nadie hace nada”.

En las ciudades mexicanas al otro lado de la frontera, los albergues que apoyan a los migrantes están desbordados por el número de personas que buscan ayuda.  Esto es lo que sucede en otros lugares, incluyendo la Ciudad de México, en donde las autoridades cerraron recientemente un campamento en ruinas que era crucial para la sobrevivencia de más de 800 personas.

La falta de capacidad en los albergues que satisfagan las necesidades de los migrantes explica en parte las terribles condiciones que enfrentan esas personas en Matamoros, Ciudad Juárez y Tijuana. No es la culpa de los albergues, ellos están haciendo lo mejor que pueden con el poco apoyo gubernamental.

México y Estados Unidos están emitiendo declaraciones amenazantes que pretenden disuadir a las personas de considerar hacer el peligroso viaje.  Aunque no es probable que esas amenazas  surtan efecto, mientras que una segunda y contradictoria narrativa también está tomando forma.

En una entrevista reciente, el secretario de Estado Antony Blinken sugirió que México podría ser un buen destino final para los que buscan salir de su país de origen.

“En México, por ejemplo, en este momento hay partes del país con escasez de mano de obra y están interesados en solucionarla a través de la migración”.

Además, sugirió que aunque algunas partes de México podrían ser peligrosas, otras ofrecen seguridad a los inmigrantes.“Como ustedes saben, es un enorme país”, insistió Blinken.

Esa es una retórica irresponsable.

Por una cuestión, México está lejos de ser seguro. Es considerablemente más peligroso que Estados Unidos, particularmente para los inmigrantes, quienes han sufrido abusos y humillación que, en algunos casos, desafían la imaginación. 

Funcionarios federales y estatales de México han dejado sistemáticamente indefensos a los inmigrantes, especialmente a los niños.

Estados Unidos no podría solucionar ninguno de esos problemas directamente, pero no debería tomar parte en exacerbar una situación que ya es desesperada.

La administración Biden necesita encontrar una mejor manera de hacer expeditas las solicitudes de asilo. El atraso en la carga de trabajo de la burocracia de inmigración de Estados Unidos es abrumadora y al parecer no hay arreglos a la vista.

Aunque muy pocos recursos han sido aplicados para encontrar soluciones que puedan ayudar a mitigar la crisis. Por ejemplo, la controvertida aplicación CBP One, a través de la cual los posibles refugiados pueden solicitar escasas citas en la frontera, parece haber sido diseñada para frustrar en lugar de ayudar a los inmigrantes.

Lo que es más, tanto México como Estados Unidos deberían trabajar incansablemente para implementar programas concretos de ayuda financiera para asistir a los albergues a mejorar o expandir sus instalaciones para cuidar a los migrantes.

Además, los oficiales necesitan garantizar un mínimo de seguridad y dignidad para las miles de personas que arriban a la frontera o que han sido regresados a México mientras esperan una oportunidad justa de buscar asilo.

Hay un imperativo moral. Aunque la miseria y la desesperación pueden disuadir a la gente de hacer esa travesía a la frontera, la disuasión no debe ser sinónimo de crueldad. Si no se hace nada, más pronto que tarde, volverá a ocurrir una catástrofe.

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